ESTRENOS INVISIBLES: CONVERSO
Converso, David Arratibel, España, 2017
La misteriosa cita inicial de Kaspar Hauser no es otra cosa que la honesta confesión de Arratibel, que decide realizar un filme sobre la conversión en cadena al catolicismo de su madre y sus dos hermanas. La distancia a la que alude la cita frente a sus personajes es solamente racional, no íntima, y mucho menos desaprobatoria. Converso está dividido en 9 capítulos en los que el director va intentando reconstruir las conversiones de los respectivos miembros de su familia, incluido su cuñado. El tono confesional no prescinde ni de una cierta comicidad ni de una contenida alegría que puede rastrearse en todos los personajes, y todo el esfuerzo de la indagación pasa por comprender la transformación radical que concita la experiencia de la fe. Cada uno de los entrevistados ejemplifica una experiencia diferente: está el que creía sin saber, el que había dejado de creer, el que daba por hecho la inexistencia de Dios y el distraído de cuestiones teológicas. La dosificada presencia de Arratibel en el cuadro es comprensible debido al vínculo con sus interlocutores, que explican uno a uno el momento de la conversión. Algunos planos hermosos de un austero monasterio y la innegable elegancia de la música litúrgica prodigan algunos indicios de la seducción que puede tener hoy un estilo de vida religioso frente al desenfrenado materialismo de shoppings y turismo. De todos modos, como el propio Arratibel postula, “no se puede filmar el Espíritu Santo”, de lo que se predica también que la instancia misma de conversión es infilmable. De existir el Altísimo su misma naturaleza radicaría en un absoluto fuera de campo, pues el cine es el dominio de todo lo visible (y escuchable). Por eso el cine, apenas, podría filmar sus vestigios, o como dijo Bresson en clave poética: “traducir el viento invisible mediante el agua que esculpe a su paso”.
Roger Koza / Copyleft 2018
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