LA COLUMNA DE JORGE GARCÍA: FICUNAM 2019: CON NUEVO EQUIPO Y ALGUNOS CAMBIOS
A lo largo de sus ocho ediciones anteriores es indudable que el FICUNAM logró consolidarse como el festival de cine más importante de México. Habrá quienes cuestionen una afirmación tan categórica pero una mirada objetiva no puede desconocer ese hecho. Para esta edición –más allá de las quejas de los organizadores en cuanto a recortes sufridos- es indudable que hubo algunos refuerzos económicos (de lo contrario no se hubiera programado la sección Atlas, con más de cuarenta películas internacionales, ni se podrían haber invitados a más de un centenar de directores, programadores y jurados).
Aparte de ese crecimiento, la principal novedad hay que anotarla en que las funciones en el Centro Cultural de la UNAM (centro neurálgico del evento) fueron gratuitas algo que no se tradujo en un aumento significativo de la cantidad de público ya que es un hecho comprobado que los espectadores pagan sin chistar si la película les interesa (máxime si la entrada es barata) y no concurren, aunque la proyección sea gratis, si el film no los convoca.
Conviene también señalar algunos problemas que se suscitaron a fin de que puedan ser evitados en próximas ediciones: por ejemplo la muy esperada exhibición de La Flor, la gigantesca producción de Mariano Llinás de casi catorce horas de duración no se pudo exhibir en el Centro Cultural (si se pudo hacer en los cines Diana) por un problema en el intercalamiento de los DCPs. La situación se invirtió con la segunda obra del realizador chino Bi Gan, que no pudo exhibirse en Diana y sí en el centro. También se canceló en este lugar la proyección de otra película esperada, Still Recording, sobre la cruenta guerra en Siria. Pero esos son avatares circunstanciales que suelen ocurrir en los festivales. Más delicado es el tema de la calidad de las proyecciones, algo que no pareció preocupar al grueso de los presentes en el festival. Sin embargo, particularmente en las dos salas más grandes del Centro Cultural, la calidad de las proyecciones en varias películas dejó mucho que desear. Por lo demás, el evento con la nueva conducción de Abril Alzaga como directora ejecutiva y Michel Lipkes en el rol de director artístico mostró un nivel muy atractivo, aun para algunos “paladares negros”, como el del que suscribe, con una interesante selección de títulos contemporáneos y atrayentes retrospectivas. Empecemos entonces reseñando muy brevemente algunos títulos actuales.
La función de apertura fue con el último trabajo de la realizadora francesa Claire Denis, una artista ecléctica y talentosa que puede incursionar con solvencia tanto en títulos marcadamente autorales como en otros en los que –sin abandonar sus rasgos más personales- transitan dentro del terreno genérico. A esta última categoría pertenece su más reciente trabajo, High Life, un film que puede encuadrarse como un atípico ejercicio de ciencia ficción de un tono marcadamente pesimista, ambientado en una nave espacial conducida por presidiarios. Film exigente en su propuesta, confirma el talento de una realizadora que tal vez no esté reconocida en su real dimensión.
Como suele ocurrirme, no vi la película ganadora de la Competencia Internacional, la francesa M, de Yolande Zauberman pero si presencié varios títulos de esa muestra, algunos atractivos y otros que estuvieron por debajo de mis expectativas. La inglesa Ray & Liz, ópera prima del fotógrafo Richard Billingham está encuadrada en la línea hiperrealista que también se puede apreciar en la obra de otros realizadores británicos como Alan Clarke y el primer Mike Leigh. Film de rasgos autobiográficos, inspirado en los padres del realizador, en el que campean el alcoholismo y la abulia, es un relato intenso sin atisbos de optimismo. La carga es el primer film de ficción del serbio Ognjen Glavonic y es una suerte de rood movie ambientado a fines del siglo XX en medio del conflicto bélico que asolaba en esos años a la ex Yugoeslavia. Inspirado en hechos reales el film narra el misterioso traslado que realiza un hombre en un camión en un viaje en el que se cruza con un par de adolescentes. El film pierde algo de fuerza al final con una coda innecesaria en la que el protagonista se reencuentra con su familia. Manta Ray, los espíritus ausentes, ópera prima del tailandés Puttiphong Aroonpheng, muestra claros ecos de su compatriota Apichatpong Weerasetakul, en un relato de tono onírico al que las referencias locales convierten en bastante hermético aunque corresponde resaltar el refinamiento visual que trasmiten las imágenes del director. No logré conectar demasiado, en cambio con el film chino Presente perfecto, ganador de un premio del jurado, sobre la industria china del live-streaming, ya que lo encontré un tanto superficial y efectista en su desfile de diversas variantes de freaks.
En la sección Atlas, dedicada a diversas expresiones del cine contemporáneo hubo títulos de interés, a varios de los cuales ya hice referencia en otras notas. Me limitaré entonces a comentar muy brevemente los films no vistos anteriormente y que suscitaron mi atención. Razón es un documental indio de cuatro horas de Anand Patwardhan que describe con gran minuciosidad los enfrentamientos que se dan en la India entre sectores fundamentalistas y reaccionarios y las fuerzas progresistas que se le oponen. Dividido en ocho capítulos, el film utiliza diversos recursos y soportes (entrevistas, material de archivo, noticiosos, videos, registro hechos con celulares) para darle cuerpo al mencionado enfrentamiento. Película ambiciosa, en general lograda, tal vez lo que más sorprende es la afinidad de algunas situaciones con las que ocurren en tierras de nuestro continente. América es un documental dirigido por dos norteamericanos, Erick Stoll y Chasem Whiteside pero profundamente mejicano en sus referencias culturales. El título refiere al nombre de la abuela de los protagonistas, tres hermanos que se alternan en cuidarla mientras tratan de liberar a su padre preso. Un film sencillo y no exento de calidez. En El proceso la brasileña María Augusta Ramos logró filmar las sesiones del Parlamento brasileño que provocaron la descarada destitución de Dilma Rouseff. El film desde lo formal no aporta muchas novedades pero es un crudo testimonio que sirve para entender la actual tragedia política que hoy vive Brasil. En Introducción a lo oscuro el argentino Gastón Solnicki rinde un sentido homenaje a Hans Hurch, el director del festival de Viena repentinamente fallecido. A pesar del título, el film dista mucho de ser un trabajo sentimental y elegíaco y, en cambio, propone una luminosa mirada sobre el personaje y los lugares que transitaba, con la voz de Hurch fuera de campo. Repertorio de las ciudades desaparecidas es un nuevotrabajo del ecléctico director canadiense Denis Coté. En este caso las repercusiones de la muerte de un muchacho en un accidente en un pequeño poblado deriva en un relato de ribetes fantásticos que, por momentos, recuerda los relatos de Jacques Tourneur en un film original y elusivo. Borrado…ascenso del invisible, del libanés Ghassan Halwanies un ascético documental que investiga con crudeza y lucidez en los desaparecidos en la guerra del Líbano en los años 90. Otro film con claras resonancias hoy en nuestro continente.
Generalmente mis secciones preferidas en los festivales son las de los clásicos restaurados y las retrospectivas y el Ficunam ofreció muy interesantes films en ambos casos. Así se pudieron ver copias nuevas del clásico argentino Prisioneros de la tierra, rodado en 1939 por Mario Soffici, un clásico inoxidable del cine social latinoamericano que mantiene intacta su fuerza intacta a ocho décadas de su rodaje, y de Sid y Nancy, de Alex Cox, inspirado en el legendario cantante de los Sex Pistols Sid Vicious. Grandes actuaciones de Gary Oldman y Chloe Webb en un film que es una pesimista e impiadosa mirada sobre aspectos culturales de los años 70. Es sorprendente leer en IMDB el enojo de los usuarios con la Crónica de Anna Magdalena Bach, uno de los primeros trabajos de la dupla integrada por Jean-Marie Straub y Danièlle Huillet. Sin embargo, el film es un trabajo muy original y de una gran libertad y una excelente aproximación a la obra de uno de los más grandes compositores de la historia. Otro film de gran interés visto fue Matador de ovejas, del realizador negro Charles Burnett, creador de una obra independiente y revulsiva. Lamentablemente, uno de los proyectores estaba bien pero el otro tenía problemas de sonido e imágenes fuera de foco, lo que dificultó notablemente la apreciación cabal del film. Un título que había visto hace tiempo y sigue siendo asombroso es Tratado de baba y eternidad, únicapelícula del fundador del letrismo, Isidore Isou. Rodada en 1951, es una obra absolutamente vanguardista, aun en sus excesos y es una antecesora ineludible de los trabajos de Jean-Luc Godard.
Las retrospectivas, en este caso estuvieron dedicadas a tres realizadores de características muy diferentes, el catalán Pere Portabella, el alemán Ulrich Kohler y el inglés Alan Clarke. Portabella fue, junto a Joaquin Jordá, Jacinto Estevá y José María Nunes, uno de los fundadores del movimiento innovador en el cine catalán y hace varios años se había proyectado una revisión de su obra en el BAFICI que me había resultado muy interesante. Vista hoy, esa retrospectiva me resultó bastante menos atractiva. Sus primeros films, Nocturno 29, Vampyr–Cuadecuc y Umbracle son los más experimentales en su propuesta no narrativa pero aparecen demasiado herméticos y encontrar alegorías políticas en ellos resulta bastante forzado. Son películas curiosas –vg, En Umbracle, verlo a Christopher Lee cantar no deja de ser gracioso y hay un notable y extenso fragmento de un film de Pedro Lazaga que aparece como una síntesis de los aspectos más grotescos del franquismo. Este aspecto se ve corregido y aumentado en Raza, una película con guion de Jaime de Andrade quien era nada menos que Francisco Franco, dato que Portabella omite cuando proyecta fragmentos de ese film en uno de sus informes. Los dos Informes Generales y El sopar, una reunión de ex presos políticos pertenecen a la categoría de films testimoniales del Portabella pero esos trabajos, a la luz de la situación actual de España resultan hoy fechados y desactualizados. En sus trabajos más “industriales”, El puente de Varsovia y El silencio antes de Bach, el realizador catalán cuenta con un mayor presupuesto pero los films –más allá de algunos momentos logrados- continúan siendo herméticos y carentes de humor. Lo que sí es destacable en todas sus películas es el trabajo con la música y los sonidos de Carlés Santos. Hoy tengo la sensación que la obra de Jordá, e incluso la de Estevá, tienen más actualidad que los films de Portabella.
Dentro del cine alemán, la Escuela de Berlín aparece como uno de los movimientos más destacados, con Christian Petzold como su figura más relevante. A esa escuela pertenece Ulrich Kohler, un cineasta con una obra espaciada (cuatro películas en dieciséis años) que ha conseguido destacarse dentro del cine de su país. Dueño de un estilo narrativo austero, donde abundan los planos largos, en sus personajes se trasunta una insatisfacción que remite de manera oblicua a diversos aspectos culturales de su país. Esto se manifiesta de manera más clara en Bungalow, su notable ópera prima en la que un joven soldado decide desertar del ejército y esconderse en su casa, donde está su hermano con su novia y el previsible triángulo que se suscita no responde a los clisés habituales. La contenida ira del protagonista tiene pequeñas explosiones y el film desemboca en un gran plano final que no resuelve los conflictos expuestos. En su segundo film, Ventanas en lunes, la mudanza a una nueva casa provoca la crisis de un matrimonio aparentemente feliz. A pesar del tono asordinado del relato la insatisfacción a la que se hacía referencia más arriba está presente en cada uno de los actos de la pareja protagónica. La tercera película de Kohler, La enfermedad del sueño, remite a los años vividos ´por el realizado en Africa y a través de dos historias que se entrecruzan, el realizador desliza lúcidas reflexiones sobre como impactan los resabios del colonialismo y las dificultades para comprender otras culturas sobre la conducta de los personajes. La última película de Kohler es la reciente En mi habitación, un film que tras un comienzo que lo relaciona con sus anteriores trabajos deriva en una suerte de fantasía post apocalíptica inconvincente y poco lograda.
El descubrimiento más importante en el FICUNAM fue la retrospectiva dedicada al realizador inglés Alan Clarke, prematuramente fallecido en 1990 a los 54 años. Cineasta perteneciente a la misma generación que Mike Leigh, Ken Loach y Mike Newell, trabajó durante 25 años en distintos soportes aunque la mayoría de sus trabajos fueron realizados para la televisión en la BBC. Director polémico, marcadamente político y con una crítica mirada sobre la vida socio cultural de su país, en el festival se pudo ver una interesante selección de sus trabajos, así La casa de la risa está ambientada en una clínica psiquiátrica desarrollando la relación que se entabla entre un enfermero y sus pacientes. A pesar de algunas innecesarias reiteraciones, la película es un muy buen exponente de la primera etapa de Clarke. Escoria es una cruda mirada sobre la vida cotidiana en una prisión juvenil en la que los enfrentamientos entre presos y autoridades están expuestos con singular dureza. La película tuvo problemas de censura y Clarke rodó dos versiones de la misma. En Hecho en Gran Bretaña, Clarke centra el relato en un skinhead (memorable debut de Tim Roth) cargado de resentimiento y rechazo hacia la sociedad. Aquí por primera vez el director utiliza la Steadycam siguiendo al personaje en largos planos sin cortes. Un film que mantine intacto su poder revulsivo. En Rita, Sue y Bob también, Clarke incursiona en el terreno de la comedia sexual, sin abandonar sus preocupaciones socio-políticas, a través de un triángulo compuesto por dos jóvenes muchachas y un hombre casado, mucho mayor que ellas, en tanto que en La firma es el mundo de los hooligans el que cae bajo la lupa del realizador. Clarke cuestiona la idea de que esas barras están solo compuestas por lúmpenes y se centra en un agente de bienes raíces (notable Gary Oldman) que lidera una de las facciones. El submundo de la droga no podía quedar fiera de las preocupaciones de Clarke y en Christine el deambular de la protagonista, una chica de clase media baja por la calles, inyectándose y ofreciendo la droga a otros jóvenes tiene un carácter casi alucinatorio. El director también realizó un curioso musical, ambientado en el mundo de las mesas de billar, Billy the Kid y el vampiro del paño verde y quedan para el final sus dos films más controversiales. Uno es Contacto, centrado en un grupo de soldados británicos que patrullan zonas irlandesas reprimiendo y matando, sin que se cuestiones su conducta. El film, más allá del tono paranoico que consigue en varios momentos, fue rechazado por sectores combativos por su mirada aséptica y distanciada sobre los militares ingleses. El otro film controversial es Elefante, que inspiró la película del mismo nombre de Gus Van Sant, en la cual se describen con una mirada neutra y despojada una serie de asesinatos, aparentemente sin sentido pero en los que todos los casos, la cámara está del lado del victimario y no de la víctima. Más allá de estos aspectos polémicos, las películas de Alan Clarke, vistas hoy mantienen una notable fuerza y vigencia.
Esta nueva edición del FICUNAM lo ratificó como un festival de indudable interés que, es de esperar, tenga la posibilidad de continuar a lo largo del tiempo.
Fotogramas: High Life (Portada); Razón; Ray & Liz, Crónica de Anna Magdalena Bach.
Jorge García / Copyleft 2019
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