SEMANA DEL 20 AL 27/09 EN LOS CINECLUBES
LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470
22 de septiembre, a las 20.30hs:
Petit Indi, de Marc Recha, España, 2009
90’ / ATP
Cortometraje: Los caminos a Kiarostami (32’), de Abbas Kiarostami, Irán, 2006
Este delicado retrato de adolescencia, o más bien esta aproximación secular y darwinista a los ritos de pasaje, no solamente funciona como un relato preciso y poético sobre la vida de su personaje central, Arnau, sino que también es una introducción elegante y afectuosa a un estilo de vida que sobrevive en la intersección entre el campo y la ciudad, o más precisamente entre el barrio Vallbona y la inmensa ciudad de Barcelona. Marc Recha es un observador sagaz: sus frecuentes panorámicas indican un territorio y un ecosistema; un canódromo sintetiza un mundo en el que prevalecen los más fuertes y en el que el dinero es la fuerza que mueve a los hombres; los concursos de pájaros cantores son señales de un tiempo pretérito, prácticas vinculadas con el ocio y la paciencia. En ese universo, Arnau intenta entender a sus semejantes, la mayoría de ellos tíos y tías, pues su padre está ausente y su madre está en la cárcel. Su libido está centrada en los pájaros que cuida, como también su esperanza económica. Si domesticar es sinónimo de amistad, como lo sugería Saint Exupéry en su libro más famoso, la relación de Arnau con un zorro no es otra cosa que el encuentro entre dos seres solitarios y miedosos que se auxilian. Pero en este relato filosóficamente desencantado y poéticamente encantador, todos los animales, sin excepción, son depredadores, un aprendizaje costoso para cualquier sujeto sensible. (Roger Koza)
VILLA GIARDINO: EN EL TEATRO ALEJANDRO GIARDINO
26 de septiembre, a las 20.00hs: Encuentro con el nuevo cine mexicano
Desierto adentro, de Rodrigo Plá, México, 2008
111’ / +16
Cortometraje: La incomparable defensa de la fortaleza Deutschkreutz (16’), de Werner Herzog, Alemania, 1967
¿Un film anticlerical? ¿Un film sobre la fe? México, el segundo país católico del mundo no cuenta, paradójicamente, con una historia de tolerancia religiosa. Desierto adentro supone contextualizar su programa filosófico de crítica al ascetismo religioso en el conflicto conocido como la Guerra Cristera, en el que durante tres años consecutivos, de 1926 a 1929, se enfrentaron quienes apoyaban una secularización profunda del estado contra quienes defendían a los religiosos y reaccionaban ante la concreta disminución del poder clerical. La única palabra que remite a ese episodio histórico es el término ‘federación’. Ése es el contexto de la película, aunque el interés de Plá parece ser comprender los efectos del discurso religioso sobre la conducta humana. El film sigue el proceso de descomposición psíquica de un padre. Religioso, obediente, este jefe de familia tiene que sobrellevar la muerte de su mujer y la de uno de sus hijos. Y tiene que sobrevivir con el peso de la culpa, pues cree que su hijo ha muerto por su imprudencia. De la culpa pasará a la penitencia, constituirá una estética de la penitencia y habrá de aplicarla al resto de su familia. Y esperará una señal celestial que confirme su absolución. Recargada de simbolismos y propensa a la abstracción metafísica, Desierto adentro propone una fenomenología de la experiencia religiosa y su veredicto es taxativo: la religión es una demencia con consenso, una locura aceptada. Una sentencia de Nietzsche concluye el relato: “El desierto crece: ¡Ay de aquel que cultiva desiertos en su interior!”. (RK)
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