FILMFEST HAMBURG 2010 (2)
Animales estéticos
Por Roger Alan Koza
Es un buen año. Hay muy buenas películas. Las dos secciones que tengo a mi cargo, Vitrina y Argentina Deluxe, están teniendo muy buena acogida. Tengo buena respuesta del público. El problema, como suele ocurrir en muchos festivales, es advertir en dónde están las grandes películas, casi siempre ocultas, ignorada por la prensa de Hamburgo, distraída como siempre en las estrellas de cine, el glamour, la estupidez insípida de las alfombras rojas. Todo pasa, al menos por aquí, por sacarle una foto al Sr. Akin y a la bella Franka Potente, quien hoy firmaba autógrafos sin interrupciones, con cierto gesto entre dulce y automático.
Estoy convencido: unas de las grandes películas del año es La vida útil, la segunda película de Federico Veiroj, el director de Acné. Se trata de un salto cualitativo en su carrera. Después de su primera y correcta opera prima, llega esta película insólita que no se parece a nada. Es un film libre, cinéfilo, feliz, triste, bohemio, fino, inclasificable. No tiene ni un plano de más, y su relato fluye como pocos. Podrá ser tildado de film menor, pero se trata de una breve y secreta obra maestra, una película que destila un amor infinito por el cine, hasta el punto de confundir el cine con la vida. (Aquí sí se logra aquello que torpemente retrato Woody Allen en La rosa púrpura del Cairo). Y no es un film concesivo y liviano, pues no deja de mostrar el carácter contingente y deleznable de la sala de cine.
Todo empieza con una advertencia sobre el carácter ficcional del film, incluyendo el retrato de de uno de sus personajes centrales: Cinemateca. Es bellísimo observar cómo todos los personajes jamás utilizan un artículo para mencionarla. No es la cinemateca de Montevideo. Solamente dicen Cinemateca, como si tratara de una deidad antiquísima. Con esa advertencia y tras una lista enorme de agradecimientos, empieza a sonar una de las cuatro obras del compositor uruguayo Eduardo Fabini, fragmentos musicales de un esplendor ostensible que acompañarán en distintos momentos del relato. Una decisión perfecta, porque la música de Fabini también parece salida de un universo paralelo, en el que rige la hermosura y el encantamiento. Se leen todos los títulos y arranca la película.
Los primeros 30 minutos están dedicados exclusivamente a Cinemateca. Se ve el edificio, la sala, las puertas de acceso, la boletería, el depósito, el baño, los videos, las oficinas, los empleados. En un principio, Jorge (interpretado por el crítico cinematográfico Jorge Jelinek, la gran revelación del año), una suerte de programador todo terreno, y el director de Cinemateca, Martínez (interpretado por el mismísimo Martínez, director de la institución), se reparten unas películas llegadas en DVD desde Islandia. Pero no todo es trabajo. Desde el inicio se intuye un quejido, un animal agoniza. El parte de guerra, o el diagnóstico es contundente: la institución debe muchos meses de alquiler, y el embargo y el cierre son destinos previsibles.
Más que una institución se trata de un organismo viviente en peligro, y quienes son las células vivas de Cinemateca intentan aún mantener la respiración de ese animal colector de imágenes. Los pedidos de auxilio son frecuentes: una letanía reiterada suena en el programa de radio, la misma invocación que se oye antes de que empiecen las proyecciones. No es casual que en Cinemateca estén ofreciendo un ciclo del nuevo cine uruguayo y una retrospectiva dedicada a Manoel De Oliveira. Quizás el cine de la Banda Oriental experimenta un renacimiento lento, y a su vez, el hogar cinéfilo en donde muchos de esos cineastas se han formado esté en peligro. Que el otro elegido sea el cineasta más viejo en actividad insinúa algo más que una preferencia estética y un canon cinematográfico definido: una práctica del cine, una modalidad de cinefilia comunal está en vías de extinción. En efecto, la cinemateca del futuro no estará en ninguna parte y estará en todos lados al mismo tiempo. Su vida después de la muerte reside en Internet.
Una reunión con una fundación que sostiene económicamente a Cinemateca decreta su muerte. Es el final, o es también el inicio de otra vida para el propio Jorge. Hay un instante sublime, pero no del todo expuesto. Lo que importa no se debe mostrar del todo. Confirmado el inminente deceso de Cinemateca, Jorge va al baño. Por un pequeño respiradero rectangular luminoso del baño se alcanza a colar el sonido de un avión. Es una escena aparentemente de transición, mera naturaleza muerta que nada suma al relato. Y sin embargo, precisamente allí, es que estamos frente a un génesis, o quizás también cara a cara ante un fenómeno casi espiritista: el alma de la Cinemateca se transfigura al cuerpo de Jorge. Dejará de ser quien habla de cine, quien programa e introduce películas para convertirse él mismo en una materia viviente de celuloide. Es un devenir imperceptible, que se anuncia luego con una canción completa de Leo Masliah, cuya letra anuncia tanto un agotamiento como una derrota digna, aunque Jorge también tomará una llave escondida de una caja de VHS (Vivir, de Kurosawa) que denota una decisión legítima. Así, subirá a un colectivo, paulatinamente enfocará su visión y empezará otra película, otra vida.
El día de Jorge acabará en la universidad de Derecho. Dará un extraño monólogo sobre la mentira haciéndose pasar por un profesor suplente ante unos alumnos perplejos mientras espera a su enamorada. La invitará al cine. Antes ya se había cortado el pelo, arrojado una moneda en una fuente en el que nadaba un pez enorme y bailado en la escalera de la facultad como si su vida estuviera sincronizado con un musical de Minelli.
En un pasaje inicial, Martínez explica la pertinencia de la forma cinematográfica a la hora de mirar cine. No se trata meramente de contar historias; la composición de un plano ya implica una disposición de los objetos y sujetos en el espacio, una duración y un sonido de éstos. Martínez toma como ejemplo La batalla en el hielo, de Alexander Nevsky, y luego sigue con Eisenstein. Intenta señalar la relación simétrica entre los movimientos de los planos y los movimientos musicales del film, y subraya, con autoridad y solemnidad (en contrapunto con el tono cómico de la escena), cómo la forma cinematográfica configura la percepción del espectador. Justamente aquí está el secreto de La vida útil. Es que su forma revela una relación entre el cine y la percepción. Veiroj filma, por ejemplo, el lavado del cabello del protagonista como si se tratara de un acto extraordinario. ¿Qué lo que debemos ver? Los primeros planos del cuero cabelludo de Jelinek adquieren inexplicablemente una figura estética. Su papada extendida sobre la pileta transmite simultáneamente ternura y ridiculez. Los detalles y el modo de registros de éstos son profusos. Con paciencia y respeto, la cámara descubre un mundo. En ese sentido, una larga caminata de Jorge por Montevideo se transfigura en una sala de cine al aire libre. El modo de caminar es cinematográfico. Suenan bandas sonoras reconocibles en su andar, como si Jorge fuera una antena cinéfila capaz de canalizar la historia del cine que flota y viaja por el espacio. Esa secuencia está concatenada a la del baño. Habría otros ejemplos.
La vida útil es un film discretamente extraordinario. Es una elegía cinéfila sin amargura y resentimiento. No se puede saber aún cuan larga es la vida útil del cine. Que sea un film feliz no significa que dócilmente se celebre la privatización digital del cine. La vida útil nunca deja de ser política, ya que de su mirada sobre Cinemateca se predica la fragilidad de todo proyecto cultural, la total desprotección del cine, su desamparo. Y en ello hasta quizás sea más efectiva e ilustrativa que dos obras muy diferentes, como Goodbye Dragon Inn y Fantasma, que también anuncian el crepúsculo de una edad del cine.
Fotos: La vida útil
Roger Alan Koza / Copyleft 2010
Hola Roger, parece interesante la película de Veiroj, la veré en unos días más en Valdivia y vuelvo a charlar sobre ella, por el momento no tengo nada para agregar, gran abrazo y que sigan las crónicas desde Hamburgo.
Gracias querido Diego; la programé en Hamburgo y recién ahora la pude ver en 35. La he visto 3 veces, y cada vez me parece mejor. Voy a Valdivia, así que hablaremos allí. Un gran abrazo. RK
Debo reconocer que no pude conectar con esta película casi en ningún momento de su visionado. No pude ver prácticamente ninguna de las ideas que se comentan arriba. ¿Me habré vuelto un insensible total? ¿será una película, en el fondo, tan hermética, que solo puede disfrutarla alguien con una amplia cultura cinéfila? ¿debería ser un conocedor de la cultura musical uruguaya para comprender el importante papel que juega la música en este filme? (Bueno, a Leo Masliah lo conozco y me gusta pero Eduardo Fabini no tengo la menor de quien es) Desde que me puse a pensar en este filme de Veiroj, me costó mucho poder explicarme el malestar que me causó, me preguntaba: ¿Qué se intenta contar? ¿Es un homenaje a cierta forma de vivir la cinefilia? Me parece que si es así, no le hace un buen favor. Creo que es una película irónica del principio al fin, pero que trasunta una cruel ironía. Los personajes están armados de manera terriblemente esquemática, los buenos son muy buenos, sufren mucho y no parecen encontrar una salida a las causas de su dolor. Los malos, son muy malos: el señor de la fundación que los financia, comunica de manera brutal y sin anestesia, la quita del apoyo económico a Cinemateca.
Para que estos pensamientos no parezcan gratuitos, paso a ejemplificar, citando las escenas que a mi me parecen claves para explicar porque La Vida Útil me resulta una película muy menor, y cargada de cruel ironía.
1. La escena de la radio ¿es una broma? ¿a quién le está hablando Martínez? Si piensa que sus oyentes son mayoritariamente cinéfilos, todo su despliegue didáctico de como ver las películas, es innecesario. Si, en cambio, piensa que se está dirigiendo a un público más general, lo que dice por el micrófono es chino básico, y además lo ejemplifica mal: ¿Cuánta gente común puede interesarse por una película de Sergei M. Eisenstein? Aunque hubiera interés, ¿A dónde se puede ver? ¿la alquilarán en el video club de la esquina? ¿Habrá que esperar que la proyecte Cinemateca, (si es que no está cerrada para entonces)?
2. En otra escena se anuncia que se proyecta un ciclo con los “grandes éxitos comerciales” del cine uruguayo. ¡Es una cargada! ¿De quien se está burlando Veiroj? ¿de los programadores, del público, de los cineastas uruguayos?
3. La escena en la Fundación: ¿De donde sacó Veiroj que las Fundaciones funcionan así? ¿No se da cuenta que una Fundación existe justamente para subsidiar proyectos sociales y/o culturales que no se pueden regir por la lógica del mercado? Si Cinemateca debe ser rentable, ¿para que hace falta una Fundación que la financie? ¡Es una contradicción absoluta! Pero en esta escena hay algo más patético: los vemos a Jorge y Martínez ( los dos protagonistas principales) escuchar la sentencia de muerte de Cinemateca, con las cabezas bajas, ensimismados, sin dar pelea, sin discutir mínimamente la lógica eficientista del interlocutor.
4. La escena en la Facultad de Derecho, cuando Jorge pronuncia su discurso en el aula haciéndose pasar por un docente, es una reflexión sobre el arte divertida pero elemental. Y ya que estamos en la Facultad de Derecho, debo reconocer que la escena del baile en la escalera, si es un acierto formal y narrativo que logra emocionar.
5. Cuando Jorge planea su visita a la Facultad de Derecho, llama desde un teléfono público (¡otro chiste! ¿de raíz tecnológica? ¿en que época se supone que transcurre la película? ¿no se inventaron los celulares?). Hace dos llamados, uno para contactar a Paola, y el otro es más interesante (¿otra broma más?): llama al padre, para avisarle que no va comer y llegará tarde ¡Un hombre grande, viviendo con el padre! ¡y además le avisa que llegará tarde, no vaya a ser que se preocupe!
6. La escena, ya cerca del final, en que Jorge invita a Paola al cine, es inverosímil. Con tantas películas románticas que se han filmado en la historia del cine, y ya que suponemos que Veiroj ha visto mucho cine, ¿no podía encontrar una manera más original de representar esta escena? ¿no podía haber homenajeado a algún director conocido, recreando esta escena de manera más creativa?
no pude pasar el primer parrafo de esta diarrea de adjetivos y figuras retóricas amables concecivas. me dió un poco de asco. excuse me. (comienzo a entrever eso de que la crítica cinematográfica sea un genero menor::)
en general se les aconseja a los escritores que no adjetiven que no valoren, que el lector decida sobre las acciones del personaje….
aca sucede todo lo contrario, asemejandose cada vez mas la crítica cin. con la siniestra publicidad::: rumbo al slogan.
no veo publicidad alguna, ni nada siniestro en lo que he escrito. Menos aún, un slogan. ¿Consejos a los escritores? ¿De quién? Adjetivar o no, ¿es esa la cuestión? Lo importante es decir algo relevante sobre un film, e intentar señalar ciertas cuestiones formales y conceptuales. Todo bien, Vahala, no obstante, la película es muy buena, y viendo cómo se recepciona me doy cuenta que molesta más de lo que pensé y oculta todavía más sus virtudes. Saludos.
Jorge H: te respondo ni bien pueda.
Como se puede advertir, tengo una relación pasional con muchas películas, extremista diría. Cuando se proyectó “Morir como un Hombre”, corrí deslumbrado a escribir mis sentimientos sobre este grandioso filme de de Joao Pedro Rodrigues. En cambió con la de Veiroj me enojé bastante y parte de mis desacuerdos están expresados más arriba.
Pero como siempre quiero seguir aprendiendo acerca del cine que vale la penar ver (y sentir, y pensar) me puse a la tarea de buscar otras opiniones sobre la película de Veiroj.
Encontré dos, de críticos que para mi son sumamente respetables: la de Diego Batlle en su sitio de otroscines.com con motivo de la proyección de la peli de Veiroj en el Festival de Valdivia, Chile, y otra de Jaime Pena en el último número de la revista El Amante (Nº 221, página 50) en que comenta las películas proyectadas en el Festival de San Sebastián, España. Ambos comentarios tiene en común que son elogiosos para “La vida útil” (aunque no parecen participar del entusiasmo de Roger Koza). Son críticas breves y se limitan a contar lo anecdótico de la película. Pero ambas, a pesar de su brevedad, aportan algunas ideas que creo que sirven para profundizar el debate.
En el caso de Diego, pueden leerla aquí:
http://otroscines.com/festivales_detalle.php?idnota=4766&idsubseccion=92
Me interesa en particular que refiriéndose al protagonista principal, habla de “(el crítico y amigo Jorge Jellinek, toda una revelación)” Me puse a pensar que quizás esta película, además de los méritos propios que pueda tener, genera una empatía muy especial en los críticos latinoamericanos, porque el protagonista es un amigo y ejerce el mismo oficio del evaluador. Además, creo que esa empatía aumenta más cuando pensamos que el tema central de la película es una cierta forma de vivir la cinefilia que está en una dolorosa decadencia, que muchos de los críticos lamentan.
De la opinión de Jaime Pena, me interesa destacar cuando dice en una parte “Veiroj compone una fábula que bebe a un tiempo de Aki Kaurismaki y Charles Chaplin (con cierto aroma del Lisandro Alonso de Fantasma)”. Me interesa en particular, la cita Kaurismaki, porque aunque no vi todas sus películas, me parece un cineasta admirable. Me preguntaba entonces ¿Cómo es posible que Veiroj tenga puntos de contacto con Kaurismaki, y a mi me halla desagradado tanto? La respuesta provisoria que encuentro, es que la comparación de Pena no es apropiada. En la superficie parecen tener analogías, pero sigo pesando que Veiroj tiene un gran punto débil en las actuaciones, que no logran transmitir ni por asomo, la misma potencia expresiva de los actores del director finlandés.
El tema de la empatía queda reflejado también en el sensible comentario de Vivi, compañera que opina, en otro post, que “…están hablando de nosotros, están hablando con nosotros . Amablemente, discretamente, contándonos casi al oído, con gracia, con inteligencia y con conocimiento.” Y luego más abajo, queda ratificada su identificación con la película cuando escribe: “El cineclubismo es un tema que nos tiene un poco enfermo el corazón”. ¿Será la peli de Veiroj un bálsamo para aliviar este sufrimiento?
¡Y sigue mi obsesión con Veiroj!
Entre las escenas que me parecen más cuestionables y que enumeré en el primer post, me olvidé de una que me parece la peor, en cuanto que ya no es una ironía, sino directamente un sarcasmo. Me refiero a la escena en que Jorge, preparando el informe sobre el estado de Cinemateca, le pide a otra persona, una mujer que está fuera de campo y de la que escuchamos solo su voz, que le pase las cifras sobre el número de socios. Empieza por pedir un mes concreto (digamos, marzo) y le pasan un número (digamos 4.000 socios) luego le pide la cifra de abril, y le contestan algo como 3.500, ¿y mayo? 3.000 y así sigue hasta juntar las cifras de varios meses, reflejándose una caída estrepitosa del padrón. Es obvio que las cifras están intencionalmente exageradas, para generar la idea que lo que parecía una lenta decadencia es directamente una estampida. Pero esta exageración motivo que varios de los espectadores presentes se rieran con ganas. ¿tiene derecho Veiroj a generar una escena pretendidamente humorística, con algo tan doloroso como esto?
Jorge H.
1. Todo los críticos que ven el film, no solamente latinoamericanos, han establecido la influencia con Kaurismaki. Yo no lo hice, y, en todo caso, hay algo de Kaurismaki en todos los filmes uruguayos indie, si se quiere. Como le dije a Rhem, compañero aquí en Chile del jurado, creo que es al revés: los kaurismaki «son uruguayos», o, quizás, hay algo que comparte los finlandeses con los fans de Franchescoli.
2. No soy amigo de Jelinek; debo haber hablado una sola vez con él, y no menos de 5 minutos.
3. Sí, para cualquiera que esté involucrado en el cineclubismo el filme posee un plus semántico. En eso no tengo dudas.
Seguimos luego.
Veiroj y Kaurismaki:
Esta es una comparación que me gusta.
No he visto todas las películas de Kaurismaki, pero si varias. Mi preferida es “El hombre sin pasado”.
Los personajes en las pelis de Kaurismaki son gente que sufre mucho, que la pasa mal por diversas circunstancias: porque fueron víctimas de un robo violento, porque tiene unos padres terribles, porque los sedujeron para usarlos para cometer un delito, porque la crisis económica manda a la quiebra el restaurante donde trabajan, lo que sea. Pero, y aquí está la diferencia fundamental entre el director uruguayo y el finlandés, en las pelis de Kaurismaki, la vida les da a sus personajes, una oportunidad de tomarse revancha y estos la aprovechan. Es gente que la pelea. En la peli de V esto no se ve por ningún lado. Es un muestrario de personas dolidas, quebradas, sin esperanzas, que además no luchan de ninguna manera (la única excepción, sería el poco convincente pedido de ayuda a los oyentes de la radio). Es decir, falta este ingrediente fundamental que es esa oportunidad redentora.
Otra diferencia importante, es como manejan uno y otro las relaciones amorosas entre hombre y mujer. En los filmes de Kaurismaki, son siempre relaciones dificultosas que van progresando de a poco, que requieren de varias secuencias para desarrollar todo los complejos sentimientos que se ponen en juego, y que después de muchas vueltas, suelen terminar bien. Hagamos memoria, pensemos en cualquiera de las historias amorosas que desarrolla Kaurismaki y comparémosla con la historia de Jorge y Paola en “La Vida Útil”. La verdad es que no hay comparación posible.
Gigante” de Adrián Biniez, “La vida útil” de Federico Veiroj y “El hombre sin pasado” de Aki Kaurismaki:
Analogías y diferencias
He tenido oportunidad de visionar el sábado pasado, en el Cineclub Hugo del Carril la película “Gigante” del argentino- uruguayo Adrián Biniez. Debo decir de entrada, y aunque suene elemental, que me gustó mucho, así que aprovecho para incorporarla a esta discusión.
Tanto en la película de Biniez como en la de Kaurismaki, se define desde el título el punto de vista que asume el director. En la de Veiroj el punto de vista es confuso.
Tanto en la de Biniez como en la de Kaurismaki, hay un hecho de violencia extrema que genera una catarsis en los protagonistas. En la de Biniez está al final, en la de Kaurismaki está al principio, pero a partir de allí la vida de los protagonistas cambia radicalmente para mejor. En la de Veiroj esta escena esta ausente.
Los personajes de Biniez y de Kaurismaki son tratados con infinita ternura, se nota que son queridos por cada uno de los directores. En la de Veiroj, casi no se nota este rasgo, salvo al final, en el encuentro de Jorge con Paola.
El desempeño actoral en las películas de Biniez y de Kaurismaki es brillante, una gran parte de los méritos de estos filmes se asienta sobre dichas actuaciones. Los actores/actrices, logran con mínimos gestos, decir mucho. En el trabajo de Veiroj, las actuaciones son inexpresivas.
En el caso de “Gigante” hago mías las reflexiones de Ignacio Verguilla, publicadas en la revista El Amante Nº 221, página 13, quien dice: “… el mayor acierto de Gigante se llama Horacio Camandule, al punto tal de convencernos de que no podría existir otro Jara que el suyo. La eficacia de cada una de las escenas descansa en sus enormes espaldas, en su cara de pibe sensible, de ojos cristalinos en cuerpo de patovica, y en sus silencios, a través de los cuales se revela toda su humanidad”. Y más adelante agrega “… Camandule construye, casi de la nada –en realidad, haciendo mucho con poco, como Svarcas con su Julia-, a su personaje, un tierno que se relaciona con el mundo a través del cuadrado de una pantalla…”
Creo que ha sido un error premiar esta película.
Es mi humilde opinión como espectador.
Se necesita un debate urgente acerca de esta obra.
Me llama la atención la falta de opiniones de otros compañeros que han visto el filme.
Sigo insistiendo en que es una película fallida, que más allá de las buenas intenciones del director, trasunta una visión políticamente ambigua.
Muy lejos de homenajear a los abnegados miembros de los cine clubes, el filme de Veiroj transmite la idea de que la decadencia de cierta forma de cinefilia, es responsabilidad de los propios cinéfilos. La justificación de esta afirmación, esta en los post de más arriba, y espero poder ampliarla en el encuentro del viernes.
Hasta entonces.
Así será. RK
Espero poder escribir algo mas tranquilamente, pero voy a dejar un comentario desordenado y apresurado, a solicitud del estimado compañero que me precede,
Lo paradojico y por eso mismo admirable es que pese al destino tragico de cinemateca, esta pelicula ha acrecentado mi pasión por el cine, realmente me ha hecho muy feliz y me siento un afortunado por haberla visto.
no se que puede entenderse por decadencia de la cinefilia, hace unos años el cine no me interesaba demasiado y comenzó a apasionarme viendo peliculas como esta…
yo considero que no tengo nada que ver con la cinefilia, o tal vez soy un exponente de la decadente cinefilia contemporanea, (aunque tampoco es el caso, no bajo peliculas por internet, porque no tengo, pero gracias a los formatos digitales voy a cineclubes unas tres o cuatro veces por semana).
Realmente siento una gran fascinación y un enamoramiento por «la vida util» y quizas por eso me molesta que se la denoste. En mi obnubilación de enamorado creí que a todos les había gustado tanto como a mí.
El hecho de que no existan celulares, y la pelicula este ambientada en el centenario de Manoel de Oliveira me parece un motivo irónico genial. Como dice Resnais en hierbas salvajes, «en el cine todo es posible» y el universo de una pelicula no tiene porqué corresponderse con el ingrato mundo que habitamos.
El hombre de la fundación no me parece ni bueno ni malo, si no simplemente alguien a quien no le importa el cine más que como un entretenimiento, creo que en ese punto la pelicula cobra una dinmensión politica pues el estado brilla por su ausencia, pero a la vez sirve para reflexionar ¿que se pierde y que se gana con el cine?
Todo el devenir de Jorge luego de la canción de Masliah, la peluquería, el voluntario olvido del bolso y la facultad de derecho es una obra maestra de por sí , inclusive el final cuando sale a la calle y la camara permance en reposo.
A partir de ese momento el film pierde de su cauce y desemboca en una atmosfera de cine total. Asi como en el último cuarto de «la vida breve» del gran maestro Onetti el devenir de sus personajes se extravía en un caótico cosmos literario.
Es fantastico el «estado de cine» en el que Jorge se sumerge, incluir la experiencia del cine en la propia vida es una decisión politica radical, a lo mejor extravagante pero sensacional.
Es notable la decisión y el convencimiento con el que Jorge invita a su enamorada al cine, eso contrasta con la invitación taciturna a tomar un cafe que Jorge le hizo a la salida de cinemateca en un momento anterior.
¿porque deberia el film tributar otras peliculas en esa escena? no lo necesita, la escena es genial es más, son los otros films quienes deberían tributar «la vida util»
Cuando Paola sale de cinematica y le dice a Jorge que la pelicula no le gusto demasiado, el le dice que a medida que pasen los días la pelicula le ira gustando cada vez más, esa es una postura muy interesante a la hora de ver una pelicula, el film no debe quedar en el olvido sino que debe seguir proyectandose en el espectador.
¿por que los personajes deben tener una oportunidad de redención?
la felicidad que embarga a Jorge en la ultima parte quizas lo sea,
El juego con los reflejos de las puertas de cinemateca es alucinante, especialmente cuando jorge abandona cinemateca y cuando espera a su enamorada.
la musica de Fabini a quien no conocía me pareció buenisima, a la vez que no me gusta Masliah, pero en el film funciona y por eso lo disculpo.
Espero poder corregir y ordenar estas reflexiones desprolijas, saludos…. y los que no vieron el film, haganse un favor y vayan a verlo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Estimado Jorge H:
Creo que tenés un error –bastante común, por cierto- a la hora de apreciar una película , que es el de confundir el “resultado de una obra” con “ la obra en sí”. Para ser más claro: resulta penoso ver a un actor representando su papel de manera patética, pero otra cosa muy distinta es ver un a un buen actor representando de modo excelente el patetismo de su personaje. Y en eso se juega La Vida Útil. El personaje Jorge es así, es un freack. No es ridícula la película porque en pleno 2010 no tenga celular o le avise a su papá que va a llegar tarde. No! El personaje exige que sea ridículo, y si te fastidió tanto su ridiculez, es porque Federico Veiroj es un buen director.
El cine narra en las dimensiones de la imagen y del sonido, pero esta película es tan genial, que hace emanar de la pantalla el olor balsámico de zapato viejo de esas tristes salas cinematográficas de las que Cinemateca Uruguaya es un verdadero parque jurásico.
Yo creo que si La Vida Útil te removió cosas no agradables en tu interior – y por eso manifestás tanto rechazo-, es justamente porque está bien narrada. Poniendo un ejemplo: si la “serie negra” de Goya te causa espanto, no es porque Goya haya sido un pintor espantoso, al contrario, logró transmitirnos el horror en que vivía. De modo análogo Federico nos transmite el patetismo y la tristeza de nuestro querido Uruguay de una forma sutil y llena de ternura. Claro está, no tiene porqué gustarle a todos. Más bien que lo lógico es que le guste a pocos… Totalmente respetable las cuestiones de sensibilidad y de gusto.
jorge H
Por lo absurdo de tus apreciaciones para con La Vida Util, me da la impresion que el problema no es la pelicula sino tu relacionamiento con el cine. Segui estudiando que tal vez entiendas porque te pego tan mal la pelicula.
salu2
pedro