LOS OLVIDADOS (07): EDMUND GOULDING

LOS OLVIDADOS (07): EDMUND GOULDING

por - Columnas
28 Ago, 2020 11:34 | 1 comentario
En su haber tiene grandes títulos y grandes estrellas trabajaron con él, pero su nombre no siempre es parte de las memorias cinéfilas. Por eso, Edmund Goulding es uno de los olvidados.

Otro ejemplo de director considerablemente subvalorado, acusado de adaptarse fácilmente a los estilos de los diferentes estudios para los que trabajó. Edmund Goulding, sin embargo, ha realizado varios films de innegable interés, incluidos algunos de los más extraños del Hollywood clásico. 

Personalidad discreta, reservada y enigmática –abundan las versiones de que era bisexual- poco se sabe de las primeras décadas de su vida, sí que nació en 1891 en Londres, y desde muy joven se dedicó al teatro, escribiendo obras y trabajando como actor, lo que se vio interrumpido en 1914 al ser convocado al servicio militar. En 1916 emigró a los Estados Unidos comenzando a trabajar en cine escribiendo los guiones de numerosas películas, tal vez el más recordable el de Fury, que dirigiera Henry King en 1923. Su debut como director se produjo en 1925 y del período mudo hay referencias de que realizó una muy buena adaptación de la novela Ana Karenina en Love (1927), con Greta Garbo. Ya en el sonoro, su primer éxito fue Trespasser, con Gloria Swanson, multiplicado luego en Grand Hotel, película con la que ganó el Oscar. Los años 30 y 40 fueron los mejores de su carrera, dirigiendo a varios de los actores más importantes de la época, principalmente en suntuosos melodramas. En los años 50 realizó algunas comedias poco exitosas, siendo su último trabajo de 1958. 

Edmund Goulding fue además novelista y compositor de canciones, algunas de las cuales utilizó en sus películas, falleciendo en Los Angeles en 1959.

Cuando se habla de la obra de Edmund Goulding generalmente hay un reconocimiento de su gran capacidad como director de actores y su innegable buen gusto. Los que lo aprecian poco lo catalogan de frío y lo acusan de haberse adaptados a los estilos de los tres grandes estudios en lo que trabajo: MGM, Warner y Fox. Sin embargo un repaso de sus películas permite agregar a las virtudes antes señaladas un ajustado dominio de la puesta en escena, un cuidado refinamiento visual y gran capacidad para utilizar en sus películas la profundidad de campo. La visión hoy de Gran Hotel, su película más exitosa, permite apreciar esas virtudes en plenitud y en los melodramas con Bette Davis, supo sacar gran partido de las virtudes de la actriz. Además dirigió algunas películas que escapaban claramente a la pautas dominantes en el Hollywood de esos años, tal el caso de No estanos solos, El filo de la navaja El callejón de las almas perdidas. Vale la pena revisar hoy varias películas de Edmund Goulding por lo que recomendaré algunas.

Gran Hotel (Grand Hotel, 1932) puede ser considerado uno de los films más emblemáticos de la historia de la MGM, incluyendo un reparto multiestelar (Garbo, Crawford, Beery, Lionel y John Barrymore) con curiosidades como que la Garbo y Joan Crawford no compartían ningún plano. Rodada en Un único ámbito, el hotel, narra varias historias cruzadas (Robert Altman debe haber estudiado este film) en un relato que, visto hoy, muestra una sorprendente modernidad.

La escuadrilla de la aurora, (The Dawn Patrol, 1938) es una remake de un film de Howard Hawks de 1930 y está ambientada en una base aérea en los años de la Primera Guerra Mundial. Errol Flynn, como el comandante de la misma, cumple una de sus mejores actuaciones, lejos de su papel de aventurero romántico que le dio fama y debe enfrentar el sentimiento de culpa ante la muerte del hermano de su mejor amigo. Notables escenas de los combates aéreos.

La solterona

La solterona (The Old Maid, 1939), adaptación de una novela de Edith Wharton ambientada en el siglo pasado, narra la relación de amor-odio entre dos primas a lo largo de veinte años, enamoradas del mismo hombre que murió en la guerra. Bette Davis ofrece uno de sus fántásticos trabajos como la amargada tía Charlotte que no puede contarle a su hija que es fruto de una relación prohibida. Miriam Hopkins también está a la altura.

No estamos solos (We Are not Alone, 1939) es un curioso melodrama en el que cuando a la casa de un médico, casado con una dominante mujer y un pequeño hijo, llega una joven gobernanta austríaca , las relaciones entre los personajes alcanzan inesperados carices. Un gran trabajo de Paul Muni en un film en el que lo más sorprendente es su final, atípico y perverso para las pautas de Hollywood, en el que los inocentes son condenados a muerte y los culpables (conscientes e inconscientes) quedan impunes.

Amarga victoria (Dark Victory, 1941) es una especie de apoteosis del soaper en el que Bette Davis (siempre notable) es la rica muchacha a la que tras la inesperada caída de un caballo se le descubre una enfermedad incurable. Ya enamorada de su médico se entera de la situación y de allí en más el film describe su romántica resignación que llega a su clímax en el tramo final, centrado en sus últimas horas.

La gran mentira

La gran mentira (The Great Lie, 1941) tiene algunas simetrías con La solterona, aquí un hombre, al poco tiempo de matrimonio, se separa de su esposa y se casa con un antiguo amor, hasta que en un viaje de negocios al Amazona, su avión se pierde y se lo da por muerto. Enterada su segunda esposa (Bette Davis claro), que ha dejado embarazada a la primera, desea adoptar al niño a toda costa y las complicaciones se agudizan cuando el hombre inesperadamente aparece. Curiosa mezcla de comedia dramática y melodrama, el film ofrece un torneo interpretativo entre Bette y Mary Astor.

La ninfa constante (The Constant Nymph, 1943) es la película más abiertamente romántica del director. Lo que comienza como una comedia doméstica, describiendo la obsesión amorosa de una adolescente (una sorprendente Joan Fontaine, interpretando el papel de un personaje con la mitad de la edad real de la actriz) por el eterno seductor, hombre casado él, Charles Boyer, a través de una precisa puesta en escena desemboca en un elegante melodrama.

El filo de la navaja (The Razor´s Edge, 1946) es una adaptación de una novela de W. Somerset Maughan narrada por el escritor en off, en la que un muchacho que vuelve de la guerra busca encontrar un sentido a su vida, por lo que abandona a su novia y viaja a Paris y la India. Con atractivos personajes –una mujer alcohólica, un tío rico y snob, varias muertes- y Gene Tierney brillando con luz propia y anticipando su personaje de Que el cielo la juzgue, el elenco sin fisuras y la elegante dirección de Goulding convierten al film es un potente melodrama kitsch. (Fotograma de encabezado)

El callejón de las almas perdidas (Nightmare Alley, 1947) es otro sorprendente film de Goulding que narra el ascenso y caída de un hombre (Tyrone Power, en el mejor papel de su carrera) que de figurante en una feria ambulante se convierte a través de timos diversos en un falso espiritualista y una celebridad y sus relaciones con tres mujeres muy diferentes, la última de las cuales precipita su caída y degradación. Posiblemente el más bizarro y extraño melodrama del Hollywood de los 40.

Jorge García / Copyleft 2020