FILMFEST 2020: VIRAR MAR / MEER WERDEN
Meteorología estética
Los buenos cineastas desdeñan el turismo. Su misión consiste en yuxtaponer el acto de filmar al de viajar: la cámara es entonces la extensión de los ojos y los oídos, incluso de la piel y la lengua, y su movimiento no responde a otra cosa que a la curiosidad. Los buenos cineastas son curiosos, es la virtud que ciñe una estética.
En Virar mar, el cineasta alemán Philipp Hartmann vuelve a desplazarse hacia el sur. Ya había filmado en Bolivia y Argentina (De la necesidad de navegar los mares), también quiso en su momento detener el tiempo o viajar en él (El tiempo pasa como un león rugiendo, su primer largometraje), luego recorrió 66 cines de Alemania exhibiendo ese primer largometraje (66 Kinos) y ahora visitó Brasil para emprender otra película. En ese país que conoció décadas atrás, debido a sus estudios en economía, y que visita regularmente, intuyó que había una película para realizar, acaso se lo debía a sí mismo. En aquel lejano e inmenso país, del que domina el idioma oficial, conoció a Danilo Carvalho, un colega que además es sonidista, con quien decidió encarar una película sobre el agua. ¿Por qué elegir un tema más propio de meteorólogos que de cineastas? ¿Cómo filmar un elemento indispensable para la existencia de la vida?
Ya en el inicio, Carvalho y Hartmann prodigan tres planos fantásticos sobre cómo hacerlo. Un poderoso chorro de una represa es el motivo elegido; el agua es ahí una manifestación indetenible de energía y la cámara se encarga de atestiguarlo. El plano incluye la toma de sonido, le sigue otro parecido y en el último de esta secuencia el agua misma deviene pantalla y cobija imágenes en movimiento, porque sobre el mismo chorro se proyecta una película. Misteriosa conjunción y paradoja: nadie puede bañarse en un mismo río más de una vez, pero eso sí puede ser filmado y repetido hasta el infinito. Dicho de otro modo: el cine puede atrapar el devenir del agua, el atributo en sí de un elemento definido por su mutación. El agua en movimiento, estancada, evaporizada o condensada en nubes, puede ser filmada, y a lo largo de Virar mar las distintas modulaciones del agua son representadas con eficacia y hermosura. Pero no solo de agua vive esta película.
Un principio poético predomina en esta meteorología estética: el contraste y la continuidad organizan la amable dialéctica que va de una localidad alemana a otra brasileña. Es así como el paso de una escena en el distrito de Dithmarschen al Sertão del norte de Brasil sucede sin sobresaltos ni avisos. De ese modo avanza Virar mar y así es como se despliega su didáctica: la frondosidad de cualquier paisaje alemán denota la diferencia con el ecosistema seco, siempre árido de esa región norteña de Brasil; la enorme casa de un enigmático músico alemán luce en oposición a los hogares de un pueblo del Sertão en el que un cineasta de ese mismo lugar realiza películas con sus vecinos; las adolescentes brasileñas que disfrutan en el río no están tan lejanas en sus cavilaciones de aquellas que dialogan en las orillas de un río en Alemania; un ángel misterioso puede auxiliar al músico interpretando a Bach en la iglesia de Dithmarschen, y un poco más tarde, un símil de Cristo —quizás, por ser una imitación humana, ya no pueda caminar sobre el agua— saluda a Hartmann, que está haciendo una toma de sonido en el Sertão. Son formas de vida parecidas y diferentes, reunidas por una película que se esfuerza por acopiar situaciones y detalles para forjar un retrato caleidoscópico de la relación de nuestra especie con el agua.
Y es por esto que Virar mar tiene planos de gente regando por doquier en sus faenas cotidianas, de lluvias furiosas que remiten a un imaginario apocalíptico, de hombres y mujeres disfrutando del contacto del agua en sus cuerpos en ríos y cataratas, de peces primitivos moviéndose en una pecera o de panorámicas aéreas en las que se percibe el sentido doloroso de una sequía. Del mito a la ecología, de la economía a la fantasía, ningún vínculo con el agua es olvidado en esta lúdica fenomenología de ese elemento desplegada mediante un trabajo meticuloso de encuadres y también de captura de los sonidos circundantes, porque, antes que nada, Virar mar es una pieza cinematográfica, un cuerpo fluido de planos visuales y sonoros destinados a plasmar la materia en estado líquido.
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FILMFEST HAMBURG 2020
SECCCIÓN VITRINA
Virar mar / Meer Werden, Alemania-Brasil, 2020
Escrita y dirigida por Philipp Hartmann, Danilo Carvalho
Roger Koza / Copyleft 2020
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