FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE VALDIVIA 2020 (03): MONDACA Y WARNELL
DRAMAS EN EL ESPACIO
Un desierto vacío se va llenado de cuerpos cansados, enfermos, sudados, mutilados, vacilantes. Son soldados, los cuerpos de la batalla; estos van a estar presentes en cada plano, en cada escena, en cada secuencia de la película de Diego Mondaca.
Es evidente que la preocupación de Mondaca tiene que ver con los cuerpos y la habitabilidad de estos frente a situaciones y espacios extremos. Ya en su primera película Ciudadela se visibilizaba la intención de recuperar la experiencia de vivir en espacios inhóspitos; las implicancias políticas y sociales que devienen de este modo de estar en el mundo son evidentes. Las preguntas de ese primer film respecto de este son parecidas: ¿Cómo se sobrevive de una experiencia traumática? ¿Cómo se la transita? ¿Cómo se recorre un espacio, sea este una cárcel – como en Ciudadela- o un desierto en guerra como en Chaco? El cuerpo de los hombres vacilantes vive una experiencia que, a medida que avanza se va tornando cada vez más incomprensible. Los soldados son extranjeros – en el amplio sentido del término- en esa tierra devastada de fronteras inexactas. No lo pueden ser de sus propios cuerpos.
Contar la guerra sin escenas de violencia es una decisión ética y estética más que acertada. Mondaca ubica su mirada en la experiencia íntima y personal y también presta oído a la dimensión social de los soldados. Son, efectivamente, las consecuencias de las contiendas de la guerra lo que le interesa al director. El dolor, la muerte, la soledad, el hambre, la incomprensión son los efectos directos de la sórdida violencia íntima de la película. Poco se muestra pero todo se sugiere: en los escasos diálogos, en las voces susurradas, en cada uno de los bellos y poéticos planos de Chaco, en el sudor constante y denso de los soldados, en sus frecuentes traspiés durante las interminables caminatas se impone sensorialmente el argumento. El viento que sopla, el agua que no aparece, la comida que escasea, la hostilidad del territorio, las cargas que acarrean los soldados son los verdaderos enemigos con los que ese conjunto de hombres batalla.
Basada en testimonios y documentación que Mondaca pudo recavar de la generación de su abuelo, quien participó en ese episodio de la historia boliviana, sobre este conflicto bélico entre Bolivia y Paraguay, Chaco erige su relato; es el trasfondo de la película. Sin embargo, en el frente los enemigos físicos nunca aparecen, como si la guerra no existiera y fuera la lucha desesperada por la supervivencia la única batalla posible para estos hombres. En este laberíntico ecosistema, los hombres no tienen otro destino que ser fantasmas en vida.
II
Martha Wollner, directora de casting, deambula por las calles de Queens buscando al hombre que pueda interpretar la vida de un criminal. Una ciudad, unas calles, algunos diálogos por celular, la potencia de una voz en off y una cámara que se acerca y se aleja. De pronto hace foco sobre la mujer, que camina, escrutando a los transeúntes y de pronto se aleja y se pierde en el conjunto de cuerpos anónimos que recorre las calles.
Desde el comienzo una sensación de inquietud tiñe todo; la cámara colabora en este sentido; esa inquietud va creciendo a lo largo de la película cuando la mujer comienza a hablar con algunos de los varones elegidos. Las charlas se vuelven misteriosamente íntimas, complejas y a la vez la masculina voz en off omnipresente cuenta su situación personal: está preso. De libertades y aislamientos también habla esta película impactante, no sólo por aquello que relata sino por el modo en el que Warnell lo cuenta. La libertad con la que el director maneja sus materiales es asombrosa: la cámara se mueve sin límites, sin normativas preexistentes, aprehendiendo aquello que le interesa; el concepto sonoro también es más que interesante: los ruidos de la calle y todos los sonidos de lo cotidiano invaden la pantalla dotando de una sensibilidad conocida por todos los que somos transeúntes urbanos. Tal vez, la libertad con la que los “supuestos” entrevistados se cruzan con Martha es el motor a partir del cual pueden empezar a hablar; no se sienten observados, no hay dispositivos de registro cercanos y esa libertad les permite empezar a contar experiencias íntimas y en algunos casos dolorosas. Sin embargo, la tensión aparece. No hay dispositivos cercanos visibles pero como en cualquier ciudad moderna, las cámaras de vigilancia que ejercen el control ciudadano están presentes. La cámara de Warnell oscila entre la libertad de un registro que prescinde la vigilancia y otra que exacerba el seguimiento de una típica cámara de vigilancia urbana destinada al control social.
Esa tensión también se suscita en otros sentidos: la distancia y la lejanía, lla intimidad y lo público, las voces y los sonidos; estas oposiciones son trabajadas como si fueran piezas de un laberinto. Al respecto, a medida que la cámara se aleja la voz en off del convicto se vuelve más cercana y los testimonios de los transeúntes más íntimos; y las experiencias más íntimas y más personales se cruzan en un escenario público, como es la calle que como tal es un espacio desprovisto de intimidad.
Warnell de alguna manera cose fragmentos de lo real, los sutura en la tensión que produce un registro vacilante a veces y firme en otros momentos; en esa tensión programática donde la intimidad se expone en el espacio público, en la palabra que se escucha con firmeza y en la imagen que recorre una experiencia conocida, tan cercana, la de deambular sensorialmente por las ciudades.
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Sección: Competencia internacional
Chacho, Diego Mondaca, Bolivia-Argentina, 2020
Intimite Distances, Phillip Warnell, EE.UU., 20202
Marcela Gamberini / Copyleft 2020
FIC VALDIVIA 2020:
1.Chiha, Ruiz y Piñeiro (leer aquí)
2. Sotomayor y Simón (leer aquí)
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