SEMANA DEL 25 AL 31/10 EN CINECLUBES

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por - Cineclubes
26 Oct, 2010 03:18 | comentarios

LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470

27 de octubre, a las 20.30hs: El Holocausto no es un género hollywoodense

https://i0.wp.com/img208.imageshack.us/img208/1713/kedmaprotagonistas1fd8.png?resize=334%2C178

Kedma, de Amos Gitai, Israel, 2002

100’ / +13

Mediometraje, a las 19.40hs: JLG/JLG (53’), de Jean-Luc Godard, Francia, 1995 (Godard en foco)

Amos Gitai es uno de los directores israelíes más repudiados tanto por sus compatriotas como por la cinefilia. Si bien es cierto que no todas sus películas son buenas y que su fama como el cineasta israelí contemporáneo es un título exagerado, Kedma (junto a otros títulos como Kippur y Zona libre) es una película atendible, sin duda ambiciosa e ideológicamente incorrecta (al menos, la Tierra Prometida carece aquí del aura mítica y mística que protege la constitución y fundación del Estado de Israel). El admirable plano secuencia inicial –que comienza en la espalda de una inmigrante judía europea y finaliza en la proa del Kedma, el barco en el que miles de refugiados y sobrevivientes de campos de concentración van rumbo a Palestina, a siete días de que se decrete la independencia de Israel– constituye una presentación elegante de todos los personajes. Allí se habla polaco, alemán, yiddish, ruso, diferencias lingüísticas que poco importan, pues la procedencia común es el horror y el destino colectivo una posible esperanza. La llegada a tierra firme no es precisamente utópica. Los soldados británicos, los árabes despojados de sus tierras y los judíos que empiezan a tomar el país en su poder no participan de un escenario pacífico, ni mucho menos salvífico. Los tiros sobrevuelan el desembarco, y tal vez nunca se detengan. El objetivo es llegar al kibbutz, donde se espera construir un nuevo socialismo, una idea no muy feliz para el oído de una inmigrante. Kedma apuesta por un humanismo existencialista: todos los involucrados tienen sus razones. Un campesino árabe, tras ser arrancado de sus tierras, profetiza una resistencia infinita. Después de ese pasaje, un admirable travelling sobre heridos y camiones finalizará en una suerte de monólogo catártico en el que un personaje desestimará las promesas mesiánicas y verá en su presente el doloroso estado del mundo. (Roger Koza)