GIGANTE
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
LA MIRADA DISCRETA
Gigante, Uruguay-Argentina, 2010
Escrita y dirigda por Adrián Biniez.
** Válida de ver
Una buena opera prima, y un film que confirma que el cine uruguayo no solamente existe sino que experimenta un desarrollo favorable y digno.
El límite del voyerismo precisamente reside en la pasividad de la mirada. La observación de la cotidianidad sostenida en la distancia corre un riesgo: describir como un modo de naturalizar. Es decir, adoptar la mirada de quien ve por nosotros y asumir así su perspectiva.
Gigante es un drama laboral y romántico sostenido en el voyerismo de su protagonista. El inmenso Jara, solitario y amante del heavy metal, trabaja como cuidador de un supermercado; es quien mira por detrás de las cámaras de vigilancia de la empresa. Por el turno que le toca, su actividad de vigía se aplica a sus compañeros de trabajo: personal de limpieza y abastecimiento, y supervisores de mercadería. Sin los clientes, los potenciales sospechosos son los trabajadores.
Testigo sistemático de un microcosmos mecánico, Jara descubrirá una criatura llamada Julia entre las imágenes condenadas a la repetición. De allí en adelante, ese hombre, cuyos pasatiempos preadolescentes (jugar con su sobrino a la playstation y a las espadas) y su trabajo extra como guardia de una disco reducen su existencia a un mero paso del tiempo, dedicará su tiempo libre a observar a una mujer no menos solitaria que él, aunque más activa. La incipiente tensión dramática pasa por saber, primero, si Laura está sola y, segundo, si Jara pasará de la contemplación a la acción.
Biniez demuestra cariño por sus personajes. A excepción de un pasaje que transcurre en una playa, no hay mucha diferencia entre las calles de Montevideo y los interiores del supermercado. Biniez muestra una preocupación formal explícita: sus planos abiertos de la ciudad no alivianan la claustrofobia y el control de los planos generales en el trabajo.
No desprovista de humor y ternura, Gigante se empequeñece porque jamás asume de lleno los conflictos laborales que palpitan en el supermercado y prefiere hallar consuelo en la discreta utopía de los sentimientos. Habrá despidos y maltratos, pero la rabia de nuestro gigante sólo se suscita por celos y protección. La discreción política del filme revela un problema de prioridades. Los empleados pueden amar, pero apenas consiguen rebelarse. Ocurre que el voyerismo social inmoviliza cualquier atisbo de conciencia política.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior durante el mes de octubre 2010.
Roger Alan Koza / Copyleft 2010
Vi gigante, algunas cosas me gustaron, otras maso, pero estoy en total desacuerdo con respecto a tu mirada politica sobre la pelicula: me resulta un filme mucho mas social y explicitamente político.
¿Utopia de los sentimientos?: allí hay un final abierto, donde en ningún momento uno imagina que de allí vaya a surgir una relación, solo dos seres que se reconocen. Ambos sin trabajo ahora: Desclasados.
Vemos una huelga que se desarrolla cuando el protagonista vuelve a su trabajo. Allí hay una fuerte presencia politica – sindical-, como en algunas otras escenas , si mal no recuerdo – la vi en dvd hace dos meses- al que el protagonista no le da mucha bola.
El problema es que por momentos confundis el derrotero del protagonista con la política del film. Y los secundarios y las pequeñas escenas y lo que se encuentra en el espacio negativo del filme también es parte de este.
Y la reacción de él, es una mezcla de impotencia y violencia dirigida contra el lugar donde trabaja. Obviamente , es una manifestación pre- politica y visceral. Pero se acerca a cierta radicalidad política, en su forma. Discreción cero.
Digo esto porque es el costado que me pareció mas rico del filme.
Diego: estoy en una estaciòn de servicio. Ni pueeda te respondo. RK
Diego: entiendo lo que decís, pero no llego a verlo como vos lo decís. La película es tímida en lo concerniente al conflicto social. Tu señalamiento más importante es aquel en el que me sugerís que confundo el derrotero del personaje con la política del film. Es un tipo de análisis válido (y un método legítimo de aproximación para no interponerese ante un film), pero creo que aquí no se aplica: el derrotero del protagonista, a mi modo de ver, responde a la mirada del director. Sigo percibiendo que AB prioriza y subordina la historia de amor respecto del conflicto social, o, dicho de otro modo, no encuentra como urdir horizontalmente las dos vetas del film. Me parece demasiado otorgarle el carácter de desclasados al encuentro final en la playa. En todo caso, la explosión final del protagonista, la que me resulta vinculado al personaje femenino, transmite un tipo de ira sin contenido político pero que sí caracteríza la enajenación laboral, una condición necesaria, si se quiere, para el acceso consciente a un estado de situación y asimetría. Intenté señalar el caracter distante del flm respecto del conflicto laboral, su voyerismo ascético, el que funciona bien como descripción. Reconozco que Gigante sí tiene el mérito de retratar indirectamente lo que sucede en el supermercado, pero es un retrato tangencial. Saludos. RK
Vi Gigante en la proyección que pasaron en el Cine Club Hugo del Carril hace un mes y medio atrás, y quiero en particular rescatar una escena que me resultó llamativa por la capacidad de Biniez para resumir en unas pocas imágenes un punto de vista, esta vez referido a la mirada de varios personajes masculinos respecto a la mujer.
Cada vez que Jara sigue a Julia a través de la cámaras de seguridad lo hace enfocándola de cuerpo entero, cuando lo hacen los colegas de Jara, en particular cuando espían a una promotora, apuntan solo a sus glúteos y se regodean con esta escena típica del más rancio machismo.