LOS OLVIDADOS: RUDOLPH MATÉ
Nacido en Cracovia en 1898 como Rudolf Matheh, se graduó en la Universidad de Budapest, entrando en Hungarian Film en 1919 como asistente de cámara de Alexander Korda, trabajando más tarde en Viena y Berlín con Karl Freund y Erich Pommer. Luego de participar en la filmación de Mikael, de Carl T. Dreyer, se dirigió a Francia, donde fue iluminador de dos obras mayores del maestro danés: La pasión de Juana de Arco y Vampyr. Allí también colaboró con Fritz Lang y René Clair y ya en Hollywood fue iluminador de varios de los mejores realizadores, mostrando su gran inventiva para los efectos visuales, siendo cinco veces nominado al Oscar aunque nunca lo ganó. En 1947, Maté debutó en la dirección cinematográfica, mostrando indudables virtudes narrativas en los más diversos géneros, aunque fue en los de acción en los que logró, -salvo alguna excepción- los mejores resultados. También dirigió en la TV varios capítulos del show de Loretta Young, siendo su último film de 1963, ya que falleció de un ataque al corazón en Los Ángeles en 1964.
Como varios de los directores rescatados en estas notas, Rudolph Maté fue olímpicamente ignorado por Andrew Sarris en su famoso libro sobre el cine americano. Sin embargo, una mirada atenta sobre su obra encontrará motivos para prestarle atención. Ya en su debut, Pasión criminal (1947) mostró cierta originalidad al invertir los roles esperados, otorgándole a William Holden el de villano y a Lee J. Cobb el de psiquiatra. En el mejor período de su filmografía, el que cubre la década de 1947 a 1956 (sus últimos trabajos lo muestran en franca declinación), Maté se mostró como un sólido narrador, con una precisión en la puesta en escena superior a la de muchos directores más cotizados, capacidad para expresarse en términos visuales, posiblemente debida a su pasado como iluminador, un aceitado manejo del suspenso, talento para delinear a sus personajes (algunos de sus secundarios son memorables) y, en los pocos casos en los que se alejaba del terreno de la acción y la aventura, una particular sensibilidad. También hay que señalar que los happy end de sus películas son brevísimos (a veces de un solo plano) como si el director quisiera dejar en claro que habían sido impuestos por el estudio. Y corresponde señalar también el excelente uso que hace en varios momentos de sus films de la profundidad de campo o el hecho insólito, para los años 50, de terminar una de sus películas con un extenso primer plano de una joven india.
Lo cierto es que Maté cuenta en su haber, en mi opinión, con dos grandes películas, Con las horas contadas y Adiós a la vida, y varias muy disfrutables que justificarían hoy un mayor reconocimiento hacia su obra. Pasemos entonces a recomendar varios films de Rudolph Maté:
PASION CRIMINAL (The Dark Past, 1947) anticipa la historia de una familia tomada de rehén por un grupo de delincuentes que se repitiera en films más famosos. Aquí la variante está dada porque el líder de los forajidos sufre pesadillas y uno de los rehenes, un psiquiatra, intenta curarlo. Buena utilización del espacio de la casa donde transcurre la acción y adecuado manejo del suspenso.
NOCHE DE TERROR EN MANHATTAN (Union Station, 1948): Vaya uno a saber a qué responde el título castellano, ya que buena parte de la acción transcurre en la estación de trenes de Chicago en la que un par de policías de distintas características tienen que encontrar al secuestrador de una muchacha ciega (un gran villano). Notable secuencia final de la persecución del criminal en los túneles interiores de la estación.
CON LAS HORAS CONTADAS (D.O.A, 1950) es un original y vibrante relato centrado en un hombre que es envenenado sin que se dé cuenta y luego de consultas médicas sabe que le queda un corto lapso de vida por lo que desea saber, antes de morir, quien lo envenenó y por qué. Un relato de creciente suspenso, con una gran utilización de los exteriores, sobre un hombre que corre una desesperada carrera contra el tiempo. El mejor film del director.
ADIOS A LA VIDA ( No Sad Songs For Me, 1950): Una mujer felizmente casada (la maravillosa Margaret Sullavan en su último trabajo para el cine) y con una pequeña hija, recibe la noticia de que tiene un cáncer terminal y decide ocultárselo a su familia, mientras el esposo arquitecto tiene una relación cada vez más estrecha con la joven diseñadora que trabaja con él. Lo que podría haber sido un festival de golpes bajos, gracias a la sensibilidad del director, se transforma en un sobrio y conmovedor melodrama. (Fotograma de encabezado).
EL HIJO QUE VUELVE (Branded, 1951) es un atractivo western en el que un solitario pistolero es tentado para estafar a la familia de un ranchero cuyo hijo ha sido secuestrado. Cuando de manera fortuita aparece el muchacho, las cosas se complican en un relato de sostenido suspenso y buenas dosis de acción, en los que el director utiliza dramáticamente los imponentes y agrestes paisajes donde transcurren los hechos.
CUANDO LOS MUNDOS CHOCAN (When the Worlds Collide, 1951) es un relato de ciencia ficción producido por George Pal, en el que un grupo de científicos llega a la conclusión de que una estrella gigante y su satélite chocarán con la Tierra produciendo un auténtico apocalipsis del que se salvarán solo un grupo de elegidos que huirán en una nave espacial. Un pequeño clásico del género que mantiene su vigencia setenta años después.
CON LA VIDA EN UN HILO (Second chance, 1953) es un relato ambientado en México en el que una mujer que es perseguida por el guardaespaldas de un gángster que quiere que vuelva a su lado, entra en relación con un boxeador de paso por el lugar. El film alcanza momentos de gran tensión y logra su clímax en la secuencia en la que un teleférico en el que viajan todos los involucrados se queda sin electricidad.
MUJER PROHIBIDA (Forbidden, 1953): Tony Curtis aparece en Macao enviado por un gángster que quiere que haga regresar a los Estados Unidos a una mujer que puede declarar contra él. Hete aquí que la dama está en pareja con el dueño de un night club y a la vez fue en otros tiempos la novia de Curtis. Maté maneja con su habitual pericia las vueltas de tuerca del relato y le proporciona una adecuada dosis de suspenso y credibilidad.
HOMBRES VIOLENTOS (The Violent Men, 1955) es un sólido western de resonancias trágicas en el que el tradicional enfrentamiento entre un terrateniente y los rancheros se ve enriquecido por la presencia de una serie de personajes de gran carnadura y ambiguas aristas. Un gran reparto (Edward Robinson, Barbara Stanwyck, una suerte de Lady Macbeth, Glenn Ford) en un relato con varias escenas memorables.
LOS VIOLENTOS (Three Violent People, 1956) es otro atractivo western en el que Maté invierte las situaciones ya que los protagonistas se casan al principio y luego sobrevendrán los problemas. Hay varios personajes con un turbio pasado que pesa sobre sus vidas actuales, otros que consiguen su redención y, otra vez, varios pasajes que muestran la capacidad del director para las escenas de acción.
Jorge García / Copyleft 2021
Hola Jorge, no escribo ningún comentario, simplemente te quiero agradecer este material que periódicamente publicás. Me ayudan a conocer y, en algún caso, volver a ver directores que «no figuraron en las grandes ligas» (vaya a saber el motivo….). Un abrazo. Héctor
Saludos. Sólo quería dejar constancia de lo mucho que he disfrutado y aprendido con sus columnas. Me encantaría leer en un futuro sus impresiones de la obra de Robert Siodmak y Budd Boetticher.
García sobre Siodmak: http://www.conlosojosabiertos.com/retrospectiva-robert-siodmak-refinamiento-visual-ambiguedad-moral/
Muchas gracias. Hace poco vi La escalera de caracol y quedé con muchas ganas de seguir explorando la obra de Siodmak. Saludos.
Muchas gracias Hector y Nelson por los comentarios que me alientan a continuar con estas notas, tal vez, fuera de época. Veo que Roger ya informó sobre lo que escribí acerca de Siodmak a propósito de del ciclo que se realizó en la Sala Lugones. En cuanto Boetticher, es posible que no responda a la categoría de «olvidado», ya que es una suerte de realizador de culto entre los cinéfilos, sobre todo los amantes del western. De todos modos, veré la posibilidad de incluirlo en el futuro.
Saludos Jorge. Con respecto a Boetticher no le quito razón en lo que menciona. Sin embargo, más allá del extraordinario ciclo Ranown considero que sería interesante tener una apreciación sobre el resto de su filmografía fuera del género western. Otro director que pienso entraría en la categoría de olvidado, por no decir casi desconocido (al menos para los que no vivimos en Argentina) es Hugo Fregonese. El año pasado, gracias al bazofi online, pude ver The Raid y quedé francamente impresionado con el pulso narrativo de este realizador. Larga vida a su columna.