LOS OLVIDADOS: JEAN NEGULESCO
Como varios otros directores –y coincidentemente con la aparición del CinemaScope,- Jean Negulesco pareció perder inspiración en los últimos años de su carrera y sus últimas películas fueron olvidables. Sin embargo, entre 1944 y 1953 realizó varios films que ameritan dedicarle unas líneas en esta columna.
Nacido en Craiova, Rumania en 1900, a los doce años se fue de su casa, desembarcando en París donde trabajó como lavaplatos para poder costear sus estudios de pintura. Durante la Primera Guerra se alistó en las tropas francesas, siendo destinado a un hospital. De regreso a su país natal, completó sus estudios de arte y pintura, llegando a presentar una exposición. Nuevamente en París, también hizo estudios para decorar sets y en 1927 se dirigió a los Estados Unidos para exponer sus pinturas. En 1932 entró en la Paramount, donde realizó diversos trabajos en distintos rubros cinematográficos. En 1940 fue contratado por ocho años por la Warner y allí comenzó a filmar realizando varios cortos, sufriendo también algunas frustraciones, ya que luego de dos meses de rodaje de El halcón maltés fue reemplazado por John Huston y también su primer trabajo como director, The Singapore Woman (1941), tuvo numerosos problemas por lo que su auténtico debut puede considerarse La máscara del demonio (1944), un título con el que llamó la atención de sectores de la crítica y la producción. Hasta 1953 realizó una serie de películas entre las que hay títulos de real interés aunque, como se dijo, a partir de esa fecha su obra se va diluyendo progresivamente entre obras mediocres y descartables, hasta su retiro en 1970. Jean Negulesco falleció en 1993.
Vaya a saber uno cuales serán las razones por las que directores que, durante buena parte de su carrera realizaron títulos valiosos en el último tramo de su filmografía –generalmente a partir de algún título exitoso- se produce una notoria declinación estética. En el caso de Jean Negulesco ese momento es muy preciso y coincide con la aparición del CinemaScope (Andrew Sarris, con gran precisión, define su carrera como A.C y D.C, antes y después del CinemaScope). Pero sería injusto, a partir de la profusión en esa última etapa de una buena cantidad de films rutinarios y mediocres y/o descartables desconocer sus películas interesantes del período, como se señaló, comprendido entre 1944 y 1953. Durante esa década, Neguleso rodó en diversos géneros (noir, espionaje, dramas, melodramas) una serie de obras que hoy se mantienen vigentes. Ya en sus primeros trabajos se mostró como un realizador de un seguro pulso narrativo, capaz de crear atmósferas extrañas y ominosas en relatos muchas veces impregnados de un oscuro fatalismo del que sus personajes parecen no poder escapar. Hay en sus films una muy buena utilización de los espacios en los que transcurren las acciones y es particularmente destacable su excelente utilización de la profundidad de campo, la utilización dramática de los primeros planos, y el preciso uso de los flashbacks, que estructuran varias de sus películas. A ello hay que agregarle una muy buena dirección de actores, algunos de ellos presentes en varias de sus películas como John Garfield o la increíble dupla que forman el enorme (en todo sentido) gordo Sydney Greenstreet y el sinuoso Peter Lorre. Vaya entonces como recordatorio de esa buena época de Jean Negulesco la recomendación de varias de sus películas.
LA MASCARA DE DEMETRIO (The Mask of Dimitrios, 1944) es un atípico film noir en el que ante la aparición del presunto cadáver de un notorio truhán, un escritor de novelas policiales (un excelente Peter Lorre) decide hacer una investigación entre los que lo conocieron para reconstruir su vida. El film, estructurado por medio de varios flashbacks, consigue un clima plagado de incertidumbre.
LOS CONSPIRADORES (The Conspirators, 1944) está ambientada en la Segunda Guerra y centrada en un grupo de resistentes al nazismo al que llega un especialista en atentados y las cosas se complican cuando se descubre que dentro del grupo hay un traidor. Más allá del inevitable romance, el film tiene un tono duro y seco y una gran secuencia final, la del descubrimiento y persecución del infiltrado.
NADIE VIVE PARA SIEMPRE (Nobody Lives Forever, 1946) está basada en un relato de W.R Burnett y presenta a un veterano de guerra con turbio pasado que es contratado por unos gángsters para estafar a una viuda millonaria, viéndose envuelto en varios problemas. Muy buen manejo del suspenso y una gran galería de personajes secundarios, entre los que se destaca el siempre formidable Walter Brennan.
TRES DESCONOCIDOS (Three Strangers, 1946) es otro film noir que escapa a los clisés del género y en el que tres personas que no se conocen, en ejecutivo en decadencia, una mujer fría y vengativa y un alcohólico, se reúnen de manera fortuita para conseguir una probable fortuna. Un relato con varias inesperadas vueltas de tuerca y notables caracterizaciones del gordo Greenstreet y Peter Lorre. (Fotograma de encabezado)
EL VALLE DE LAS SOMBRAS (Deep Valley, 1947) es un drama de tono sombrío que transcurre en un valle donde existe una cantera en la que trabajan presos. Cuando uno de ellos se fuga entra en relación con una muchacha disléxica (gran trabajo de Ida Lupino) de dificultosa relación con su familia. Un relato en el que dos personajes marginales se ven enfrentados a un medio hostil en un film intenso y sin mayores concesiones.
DE AMOR TAMBIEN SE MUERE (Humoresque, 1947) es un potente melodrama en el que un violinista ambicioso y con rasgos de misantropía es tomado como protegido por una mujer casada con un millonario, con las previsibles consecuencias. Un gran trabajo de Joan Crawford, abundante música (Garfield es doblado por Isaac Stern) y un final de bravura en medio de una solitaria playa.
EL PARADOR DEL CAMINO (Road House, 1948) posee todos los ingredientes de los mejores films noir. Una muchacha llega como cantante a un night club y pronto es objeto de disputa entre dos amigos, el dueño del lugar (Richard Widmark, en modelo Tommy Udo) y su contador, desencadenándose una serie de situaciones que producen un vibrante crescendo y una gran secuencia final en un bosque.
BELINDA (Johnny Belinda, 1948) es otro sólido melodrama, centrado en una muchacha sordomuda (gran trabajo de Jane Wyman, con el que ganó un Oscar) que vive en una granja con su padre y su tía. El médico del lugar le va indicando como manejarse por señas pero es violada, y embarazada por otro granjero. El film alcanza su clímax cuando la muchacha tiene el bebé y se llega a un final a toda orquesta.
REGRESARON TRES (Three Came Back, 1950) está basado en un libro de una escritora norteamericana que fue prisionera varios años, junto con su pequeño hijo, en un campo de concentración japonés, mientras a su esposo le ocurría lo propio en otro campo. Una intensa historia de supervivencia con algunos rasgos infrecuentes, como el del personaje del oficial japonés encargado del campo.
LLAMADA DE UN EXTRAÑO (Phone Calls From a Stranger, 1952). Cuatro personas con distintos problemas personales se encuentran de manera fortuita en un aeropuerto viajando juntas en un avión que sufre un accidente y el único sobreviviente del grupo decide visitar a los familiares de los muertos. Un atractivo relato en el que el protagonista encuentra su inesperada redención.
…Y EL MAR LOS DEVORO (Titanic, 1953) es uno de los varios films que se hicieron sobre la inolvidable tragedia, en este caso con glamour hollywoodense y aquí centrada en las desavenencias de un matrimonio en crisis. De todos modos, el último tercio del film alcanza una gran intensidad dramática, con algunos personajes mostrando su nobleza y otros sus miserias.
Jorge García / Copyleft 2021
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