OLD / VIEJOS

OLD / VIEJOS

por - Críticas
01 Ago, 2021 02:11 | Sin comentarios
El ingenio de la imaginación del cineasta indio no encuentra en esta oportunidad una adecuada traducción cinematográfica. Una buena idea no es necesariamente una buena película.

FANTASÍAS PARANÓICAS

Un vendedor de seguros y la curadora de un museo, junto con sus dos hijos pequeños, se van de vacaciones a uno de los tantos resorts que intentan escenificar el paraíso en la Tierra. La llegada al hotel al lado del mar glosa el kitsch de esta filosofía turística cuyo ideal de hedonismo consiste en hacer sentir ricos a sus huéspedes. Tragos especializados, cuartos suntuosos, zonas de esparcimiento increíbles e incluso el acceso a una playa más privada para los clientes preferenciales. En esa playa, que poco tiene de idílica, transcurre el drama.

La pareja protagónica está en crisis y a punto de separarse. Los niños lo intuyen, los padres aún no lo han comunicado. Los primeros momentos se circunscriben a situar la angustia de los cuatro. Pero Viejos no es una película familiar propia de la cultura estadounidense en la que se perpetúa el ideal de institución familiar; es una película del cineasta indio M. Night Shyamalan, y si bien a este no le es indiferente la importancia de los sentimientos primarios que circulan entre padres e hijos, su interés recae siempre en lo fantástico y en sintonía con angustias menos enraizadas en la dinámica sentimental de un matrimonio que en formas del malestar contemporáneo. La especialidad del cineasta siempre ha sido detectar los signos de las fantasías en las que se expresan miedos y ansiedades no del todo conscientes en el imaginario colectivo. El desenlace de Viejos, sin ir más lejos, pone en imágenes la paranoia global en torno a la medicina.

Como el título de la película lo indica, el problema que enfrenta la familia en la playa aludida tiene que ver con el misterioso envejecimiento acelerado de los personajes. Los cuatro, junto con otra familia, una pareja y un rapero famoso comparten unas horas en esa playa endemoniada que intensifica lo único que no se puede comprar y tampoco detener: el tiempo. Ese diferencial existencial tiene efectos físicos y psíquicos en los pasajeros del hotel, a quienes invitaron a conocer la playa como si fueran elegidos. Literalmente lo son, pero en un sentido que la película revela a su debido tiempo. Hasta que todo se explica, Shyamalan propone un teatro a cielo abierto de calamidades y sorpresas en el que sus personajes padecen de todo. 

El tono fantástico es ideal para la especulación filosófica, y no se puede desconocer el ingenio del cineasta y guionista (y también actor, porque acá se reserva un papel menor), capaz de inventar escenarios en los que se alteran las leyes de la física y la protección simbólica que necesita una sociedad para funcionar, artificio de la ficción con la que se puede explorar una vía alternativa sobre nuestra experiencia en el mundo. En su haber tiene dos ejemplares obras maestras como Sexto sentido y El protegido, y otras películas no menos encomiables como La aldea y Señales.

Pero el Shyamalan de los últimos años tiene algo de remedo del cineasta que supo adueñarse de la melancolía de los espectros como nadie. En Viejos no hay sutileza alguna ni tampoco un laborioso empleo del matiz, virtudes pretéritas de sus películas iniciales: acá el grotesco desplaza a la astucia, el subrayado a la sugerencia y el estereotipo a los personajes. El esmero formal es también menesteroso: algún que otro primer plano aprovechando la profundidad de campo, una subjetiva con un logrado desenfoque y un efecto especial ocurrente es bastante poco para un cineasta que pudo haber sido un heredero honroso de Alfred Hitchcock con genes de Steven Spielberg.

No es feliz ver a Shyamalan envejecer rápido y mal, aunque todavía tiene tiempo para dar una sorpresa y honrar al cine con un Sexto sentido de esta década que recién comienza. Puede ocurrir, se puede esperar. Solamente los ingratos pueden perderle el respeto a quien dejó una huella en la historia del cine cuando imaginó a un niño que veía a gente muerta y a un fantasma cuyo amor incondicional por una mujer lo privaba de reconocerse en su condición inmaterial. En instantes fugaces de Viejos algún indicio de esa melancolía ontológica se delinea tímidamente. Es un minuto, quizás un poco más y coincide con la aparición de Embeth Davidtz y Emun Elliott, quienes interpretan a los niños devenidos en adultos en pocas horas. El sentimiento de que el tiempo es indetenible se siente sin ningún efecto. Es casi una escena de otra película, un recuerdo del otro Shyamalan. 

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Viejos / Old, Estados Unidos, 2021.

Escrita y dirigida por M. Night Shyamalan

*Este texto fue publica en otra versión y con otro título por el diario La Voz del Interior en el mes de julio 2021.

Roger Koza / Copyleft 2021