BERLINALE 2022: LAS INTERMITENCIAS DE LA LUZ
En nuestro último texto, a propósito de Rewind and Play de Alain Gomis, investigábamos la posibilidad de pensar la sala de cine como un lugar propicio para la transfiguración crítica de todas las otras imágenes que nos rodean cotidianamente. Pero no hay que confundir esto con una suerte de purismo absoluto, porque esa posibilidad no es exclusiva de la sala oscura y herméticamente cerrada. En la exposición Closer to the Ground, que ha reunido en un subsuelo del silent green Kulturquartier en Berlín varias obras elegidas para la sección Forum Expanded del año pasado, lo primero que se notaba al entrar era una suerte de luz intermitente al final del túnel. En la entrada de la exposición, bajando por una larga rampa, el espectador se distanciaba gradualmente de la luz del parque afuera y se sumergía en la oscuridad hasta toparse con la pantalla brillante que veía desde allá arriba, en donde se proyectaba en looping el primer trabajo audiovisual del conjunto: All of your Stars are but Dust on my Shoes (2021), del joven cineasta experimental libanés Haig Aivazian.
De cierta manera, esa inmersión gradual en la oscuridad, y después el camino hacia la luz parpadeante de la pantalla, instala nuestro cuerpo en un estado privilegiado de atención a las variaciones de la iluminación y nos prepara para lo que veremos. La luz y la oscuridad, materias primas del cine y de la vida misma, fuentes inagotables de metáforas diversas, son acá investigadas en su faceta más eminentemente política. Haig Aivazian recopila imágenes provenientes de las más variadas fuentes, expropiadas del manantial infinito de internet –videos institucionales de la policía y dibujos animados, grabados en libros antiguos y simulaciones arquitectónicas digitales, materiales promocionales de empresas de seguridad privada e infográficos de televisión, imágenes de guerra y registros amateurs de la protesta social– para componer un ensayo denso sobre las consecuencias políticas de la iluminación. Quien controla la luz, controla al pueblo. Los gobiernos desarrollan sistemas de iluminación pública cada vez más dedicados a identificar a los indeseables. La forma más avanzada de la tortura consiste en mantener al prisionero en la oscuridad completa. Las balas de las fuerzas policiales apuntan a los ojos de los manifestantes. Siria es un país a oscuras después de la guerra.
El cortometraje de Aivazian podría componer una bellísima función doble con Il y’aura plus de nuit (2020), la maravillosa y terrorífica película de Eléonore Weber. Desde las lámparas de aceite de ballena en las calles londrinas del siglo XVIII hasta los mecanismos de visión nocturna de las tropas estadounidenses en Irak, ver más significa controlar mejor. Pero allá como acá, las imágenes no valen simplemente como información, al modo de esos ensayos tediosamente didácticos que inflan los programas de cine (supuestamente) experimental en los festivales alrededor del mundo. La luz artificial es sobre todo una presencia material multiforme, que el montaje de Aivazian busca transfigurar a cada nueva imagen. Luz-fuego, luz-electricidad, luz-proyectil encendida hacia los cuerpos de la multitud o devuelta a las fuerzas oscuras de la represión por los ciudadanos en furia. Si el ímpetu del conjunto hace recordar los análisis farockianos de las relaciones entre imagen y poder, lo distintivo acá es un trabajo sofisticado sobre los ritmos visuales, una percepción aguda de la plasticidad específica de esas imágenes pobres y arruinadas, una atención a la fuerza de las oscuridades súbitas y a las diferentes texturas luminosas.
Interrogar críticamente, sí, pero interrogar con el cuerpo, como diría Aloysio Raulino. All of your Stars are but Dust on my Shoes es sobre todo un film dedicado al cuerpo frágil de estas imágenes-basura, a la epidermis de estos clichés visuales que el arte es capaz de transfigurar. No hay voz over, ni progresión lineal, ni ordenamiento conceptual cerrado. Los fragmentos no son organizados bajo un guion estructurado, sino que son yuxtapuestos de maneras siempre sorprendentes. Nuestro cuerpo es invitado a enfrentarse con las diferentes modalidades de la luz, en un flujo intermitente de formas visuales que aparecen y desaparecen para instalarnos una y otra vez en un estado de inquietud permanente. Si el mundo electrificado se ha convertido en un territorio ultravisible, en una transparencia absoluta, el arte es aún capaz de hacernos experimentar su inexorable opacidad.
Victor Guimarães / Copyleft 2022
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