LOS OLVIDADOS: LEWIS ALLEN
Nacido en Shopshire, Inglaterra en 1905, estudió en el Tottenhall College, dirigiéndose luego a Londres, donde durante varios años trabajó como autor y director teatral. Tiempo después se mudó a Nueva York, continuando su carrera teatral en Broadway, donde dirigió varios éxitos, lo que provocó que fuera contratado en Hollywood en 1943 por la Paramount. Su debut como director de cine se produjo en 1944 con El mandato de otro mundo, una de las grandes óperas primas de la historia del cine. Con una carrera cinematográfica no demasiado prolífica de veinte años, sus principales logros estuvieron en el terreno del film noir, aunque también rodó comedias y melodramas. A mediados de los años 50 su carrera se desarrolló principalmente en la televisión, intercalando unas pocas películas, siendo la última de 1964, continuando con su trabajo en la TV hasta 1980. Lewis Allen falleció en Santa Mónica, California, en el año 2000.
Caracterizado con bastante apresuramiento como director de películas de serie B (casi ninguna de sus películas es de bajo presupuesto y contó con la participación de reconocidos actores y actrices), si puede decirse que es el espíritu de las producciones de clase B el que campea en varias de sus películas. Como se señaló, su debut llamó la atención de gran parte de la crítica, con un relato de neto corte fantástico, pero es su aporte al film noir, la principal baza de reconocimiento para la obra de Lewis Allen. Además, se lo puede caracterizar como uno de los portadores del llamado “estilo invisible” dentro del cine clásico americano, esto es aquellos realizadores en cuya puesta en escena, tanto los movimientos de cámara como los cortes de montaje pasan casi desapercibidos. Hay otros elementos destacables en su cine, como el hecho de que tanto sus protagonistas como los villanos tienen conductas ambivalentes (en algunos casos jugando a dos puntas), y hay también que destacar las atmósferas oscuras y ominosas que consigue en varias de sus películas como su capacidad para rodar las escenas de acción. Pero también se pueden discutir algunas de sus elecciones actorales como la de Ann Todd en Quererte es perdición. Lewis Allen fue, sobre todo en la primera década de su carrera, un director con varios títulos recordables. Algunos de ellos recomendaremos, como siempre, a continuación.
EL MANDATO DE OTRO MUNDO (The Uninvired, 1944) es el notable debut del director en un relato de tono fantástico y con climas perturbadores e inquietantes, centrado en una muchacha que se siente poseída por su madre muerta. Gran uso de la iluminación y la música (con el tema Stella by Starligh como leit motiv) y excelente debut de Gail Russell como la atribulada protagonista.
LA SOMBRA FUNESTA (The Unseen, 1945) es, para algunos, secuela del film anterior, aunque poco tenga que ver con el mismo. Una muchacha llega para trabajar de institutriz a la casa de su solitario propietario, padre de dos niños (el mayor recuerda al pequeño de Posesión satánica). Algunos momentos de lograda atmósfera y un final apresurado e inconvincente.
LA HIJA DEL DESIERTO (Desert Fury, 1947) es un melodrama noir, centrado en la tortuosa relación entre una muchacha y su dominante madre (excelente Mary Astor) y que a la vez es pretendida por un fullero recién llegado al pueblo y el sheriff del lugar. Curiosos matices homosexuales en la relación de aquel con su compinche (gran debut del siempre impertérrito Wendell Corey)
QUERERTE ES PERDICIÓN (So Evil my Love, 1948) se interna en el proceso de corrupción que un ladrón, estafador y asesino ejerce sobre una misionera viuda que se enamora de él y lo lleva a vivir a su casa, convirtiéndola en chantajista de una amiga con un marido tiránico. Interesante propuesta que pierde fuerza por la presencia de la insulsa y poco carismática Ann Todd en el rol protagónico.
DIARIO DE UNA DESCONOCIDA (Chicago Deadline, 1949). Un periodista sin demasiados escrúpulos presencia fortuitamente la muerte de una chica en el lugar donde vive y le sustrae a la occisa una libreta de direcciones que le permiten averiguar las intrincadas relaciones de la muchacha con su hermano y varios hombres. Muy buen manejo del suspenso.
YO RETO A LA MUERTE (Apointment in Danger, 1949). El asesinato de un inspector postal del que es posible testigo una monja, es investigado por un colega duro y rígido que logra infiltrarse en la banda autora del asesinato que, a su vez, planea un robo. Excelente crescendo hasta la gran secuencia final y, si bien Alan Ladd está bien, es posible imaginar lo que hubiera hecho Bogart con ese papel.
CONCIENCIAS NEGRAS (Suddenly, 1954) es un tenso thriller en el que un trío de mercenarios llega a un pequeño poblado por el que debe pasar el presidente de los Estados Unidos con la intención de asesinarlo y para ello ocupan una casa, tomando de rehenes a los integrantes de una familia. Un profético relato, con Frank Sinatra excelente en un rol distinto a los habituales que interpretaba.
EL ENCUBRIDOR (Illegal, 1956) narra la búsqueda de redención de un duro fiscal que ha condenado a muerte a un inocente y para ello se convierte en abogado penal. La situación se complica cuando su secretaria se ve involucrada en un crimen y las dudas del protagonista le harán terminar pagando un precio demasiado alto.
BRUMAS DE TRAICIÓN (Another Time, Another Place, 1958). Una mujer se entera el día anterior que su amante muera en un accidente, que estaba casado y con un hijo; luego de una crisis nerviosa, decide ir a conocer la casa donde su amor vivía y termina instalándose allí una temporada. Subvalorado melodrama, en el que el mórbido triángulo, está integrado por dos mujeres y un muerto.
TORBELLINO DE PASIONES (Whirlpool, 1959) es un film con ecos de los relatos del gran escritor noir Charles Williams, en el que una mujer (la diva existencialista Juliette Greco), huyendo de su novio asesino, se refugia en un barco a cargo de un marino solitario y escéptico, desarrollándose allí diversas relaciones cruzadas.
Jorge García / Copyleft 2022
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