DEL CINE INSTANTÁNEO AL CINE EN VIVO
SIMULACRO II
“Para que la realidad sea vista a veces
debemos ponerla dentro un marco”
Abbas Kiarostami
Una práctica que, antes que la pandemia 2020, ya había hecho trizas la ultraderecha (internacional) con la colaboración (local) de los medios del Grupo Clarín y sus socios (criollos y no), es la de la actualización informativa, rutina que para los historiadores y las historiadoras es lo que motiva su búsqueda de la verdad. Pues bien, la ultraderecha aborrece la historia y, en consecuencia, aniquila la verdad sin cargos de conciencia. En el caso del periodismo vernáculo, la pregunta resulta en paradoja o absurdo: ¿qué sentido tendría actualizar lo que no es verdad o es un artificio malicioso o es una operación de prensa?[1]
Bien, haciendo honor al oficio que ya no ejerzo, intentaré actualizar algunos aspectos sobre la obra de Gustavo Postiglione en parte porque el texto que prologa esta edición (por pura generosidad del autor) refiere a (reaccionó ante) Simulacro y, en parte, porque los simulacros de Gustavo Postiglione lo desbordan, antes y después de ese episodio sorprendente.
En el umbral del siglo XXI fue Gustavo Postiglione el que dio a conocer a la audiencia porteña (digamos, clase media, universitaria, con anteojos y/o mirada desconcertada, peinados despeinados) la versión rosarina del asado en una terraza y todos los detalles de lo que se juega en un asado en una terraza habitada por amigos rosarinos que comparten algunos códigos, el vino tinto, el cemento y las noticias acerca de un país que estaba a punto de estallar por los aires.
El asadito fue la presentación en sociedad (porteña) de Posti. Me corrijo: El asadito fue la llave para que las y los porteñes nos enteráramos de que en las provincias las personas de cualquier género suelen reunirse a comer asado en las terrazas de los edificios (por ahí, en los jardines o en los patios) y, mientras tanto, hablan de fútbol, de amor, de política, de dilemas existenciales con o sin citas bibliográficas al pie.
El cumple, La peli siguieron el mismo derrotero alfabetizador de porteñes, aunque Posti ya estaba en otra. Tremendo amanecer no era joda. ¿Un rosarino metiéndose a hacer cine de género? ¿Y Miami Remix de ese mismo año? ¿¡Locura en Las Vegas!? Más o menos: al rosarino se le dio por la teoría cinematográfica…
En 2008, a poco de comenzar el rodaje de Días de mayo, Gustavo escribió por ahí: “Vivo en Rosario, ciudad con sus particularidades: aquí nacieron el Che, Alberto Olmedo y el Gato Barbieri, se creó la Bandera Argentina, el rock nacional y un sándwich llamado Carlitos que es un tostado de jamón y queso pero que, en lugar de mayonesa lleva kétchup. Se dice que en Rosario uno patea una baldosa y sale un actor, un músico y hasta un cineasta.”
Más adelante, afiló el diagnóstico geopolítico de su ciudad: “Rosario lleva lo mitológico consigo y es propensa a crear cada día nuevas maneras de estructurar esa mitología, no es casual que los muchachos del campo llegaran con sus 4 x 4 para hacer el acto más importante de la derecha argentina de los últimos tiempos en la primera provincia “socialista” de la Argentina. Rosario parece legitimar en algún sentido lo político real por fuera de Buenos Aires, pero siempre desde la perspectiva de la distancia y del hecho de no ser del todo provincianos ni del todo porteños, aunque nos parecemos un poco.”
Al cabo, en esa ocasión contó una anécdota: “Hace unos días tuve que escuchar en una charla —de la que formaba parte— que un productor de Buenos Aires le dijera a la concurrencia —en su mayoría estudiantes de cine locales— que el hecho de que llegara gente de la Capital para filmar en la ciudad les permitía a ellos aprender lo que no podían aprender aquí. El productor que solo contrató a dos o tres personas en roles irrelevantes para su película omitió o ignoró, que en Rosario en los últimos quince años se llevan rodados más de veinte largometrajes (muchos de ellos en video y unos cuantos en fílmico) y que hay profesionales con una trayectoria mucho más grande que la de él mismo. La frase “ustedes son unos chicos muy talentosos y nosotros queremos colaborar” sería lo que mejor define esa situación instalada entre “el interior” y “el exterior” (de Buenos Aires por supuesto) en términos de producción cultural. En esa misma charla aclaré la confusión de este productor dando detalles precisos de lo que significaba producir por fuera de la gran metrópoli y por otro lado señalé que cuando hablamos de cine nacional nos estamos refiriendo a una falacia, ya que el término es engañoso o —mejor dicho— mentiroso. Lo nacional se entiende como el conjunto de manifestaciones que son representativas de los diversos climas, miradas, sensaciones y estados de ánimos de la cultura de cada lugar y que a su vez forman parte del todo. El todo cinematográfico argentino es, en un 89 % porteño, en un 5 % rosarino y en un 1% del resto del país”.
Ni Gustavo Postiglione ni yo somos chauvinistas. De modo que lo precedente y lo que sigue, se trata de otra cosa. Hay que resaltar de una vez por todas que la ciudad de Buenos Aires concentra el 70/80/90% de la producción cinematográfica (televisiva y publicitaria) de todo el país lo que, de hecho, impugna el enunciado “cine nacional”. Además:
1. Las oficinas del INCAA en las que todo productor/a debe hacer trámites (¡muchos trámites!) están en la ciudad de Buenos Aires.
2. Las locaciones, historias, personajes son, mayoritariamente, porteños. A lo sumo, bonaerenses, con predominancia de clase media, alfabetizada, de piel blanca y pelo limpio, con la ropa planchada. Por ahí, viajan a alguna provincia y le pasan cosas de las que le pasan a la clase media, alfabetizada, de piel blanca y pelo limpio, con la ropa planchada y muchas valijas.
3. Las y los personajes hablan en castellano rioplatense a excepción de empleadas domésticas, verduleras o parientes que llegaron o son oriundes de las provincias y arrastran (o se aferran) a sus tonadas.
4. El realismo hegemónico en el cine argentino, que impregna o contagia a todas las películas estén hechas donde sea, fue formateado por las concepciones estéticas e ideológicas que planean en Buenos Aires y que, a su vez, fueron influenciadas por las corrientes estéticas e ideológicas que ganan elecciones y cargos gubernamentales y universitarios en Buenos Aires.
5. Lo último es un drama indescriptible: el cine argentino filmado en 35 mm, así como el filmado en video o, incluso, mediante tecnología digital están destinados a su desintegración mientras no se destine un espacio con las condiciones adecuadas para su preservación. Esto quiere decir, asignación de presupuesto, de profesionales, investigadores, especialistas, ¡voluntades patrióticas! dispuestas a levantar la Cinemateca Nacional. Al igual que el patrimonio bibliográfico, el pictórico, el arquitectónico, que cuentan con bibliotecas y museos, el patrimonio audiovisual contiene la memoria histórica de las y los argentinos. ¿Qué están esperando los gobiernos, las universidades, las organizaciones culturales territoriales, las y los productores, las y los realizadores para hacer algo antes de que esa memoria se evapore sin haber demostrado la justicia y la verdad que la habían constituido?
Podríamos extendernos un poco más pero no vale la pena. Gustavo Postiglione, su cine, sus exploraciones, sus audacias surgen, surgieron, mirando películas como París Texas de Wenders (mil y una vez para no morir), algunas de Godard y Pasolini, escuchando a Tom Waits y a Caetano Veloso. Igual que cualquier estudiante de Comunicación de una gran ciudad, que asomó a la vida universitaria tras la dictadura militar. La diferencia está en el río. En el río Paraná. En lo que el Paraná le hizo, le dio a Gustavo, a sus ojos, al latido de su corazón, a su contextura de creador incesante, indómito, sensible, paciente.
Si nacer es un hecho fortuito, la ráfaga de sonidos, colores, destemplanzas que nos envuelve en ese instante inaudito reverberará en nuestra mirada, en la mano de acariciar y en la de escribir, en los tonos de la lengua, en el ritmo de los pies. El artista Gustavo Postiglione renovó en mí el deseo de mirar películas argentinas “otras”, habladas en un castellano “otro”, cuyes personajes se movían por barrios desconocidos y en las calles había bulevares y árboles que no podía identificar. Y, sin embargo, todo aquello parecía tan cercano e igualmente incierto.
Las películas de Gustavo Postiglione me confirmaron que un cine argentino era posible porque ya era.
Después Postiglione escribió libros. Escribió, produjo y filmó películas, obras de teatro, canciones… Escribió textos porque sí que es lo que hacen los artistas: probar, combinar, equivocarse, hacer bollos de papel, tirar archivos a la papelera de reciclaje…. Eso hacen los artistas porque son artistas y ésa es su naturaleza. La tuya Posti.
[1] En Argentina, las operaciones de prensa son unidireccionales y capciosas: inexorablemente, apuntan contra Cristina Fernández de Kirchner que es la única ciudadana que les garantiza un buen número de clics o likes a sus opositores y enemigos.
María Iribarren / Copyleft 2022
EXCELENTE….personalmente creo q Gustavo es lo q necesitamos para decirnos Rosarinos. Antes era Rosarigasinos.. pero Rosarinos esta orgullosamente bien…Gente necesaria.
El cine casposo y machista de Postiglione…como para no olvidarlo.
Desde la Patagonia (donde también se hace cine) me animo a decir, después de leer la nota, que le está faltando a la ecuación esa de como está compuesta la producción cinematográfica «nacional» , la provincia de Córdoba y un 5% (SE menciona 89%, 5% y 1%). No tengo los números y quizás me esté equivocando, pero tengo la sensación de que en esa provincia se hacen más películas que en Rosario. Como así también que tal vez el 1% del resto del país hoy sea un poco mas. Además, no se si lo que pareciera una crítica al unitarismo porteño ambense, es solo una excusa para agrandar algo que podría sustituir a ese poder centralista si tuviera la oportunidad.
Seguramente los números son muy variados y relativos, creo que lo que propone María es una crítica al unitarismo o a la falta del federalismo que supone una acumulación de la producción no solo en lo que se podríamos llamar AMBA, sino también en producciones que se realizan en las provincias pero que son capitaneadas, dirigidas y producidas desde el centralismo. Es una larga discusión que viene desde la Batalla de Pavón cuando Urquiza le entregó el país a Mitre. Y con matices, diferencias de criterios y de porcentajes, creo que es necesario debatir estos temas.