VIDEOCRACIA / VIDEOCRACY
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
EL CABALLERO DE LA OBSCENIDAD
Videocracia / Videocracy, Suecia-Dinamarca-Reino Unido-Finlandia, 2009
Escrita y dirigida por Erik Gandini
El procedimiento de Videocracia, que bien podría llamarse “Pornocracia”, es inductivo. Erik Gandini elige mantener por un buen rato en fuera de campo a Berlusconi y focalizar en personajes conceptuales en los que se pueden verificar los efectos de un país devenido en espectáculo tras 25 años de una cultura televisiva ubicua.
Un karateca y bailarín de clase trabajadora, admirador de Ricky Martin y Bruce Lee, dispuesto a todo para llegar a la televisión; Lele Mora, un miembro del CEO de los canales de Berlusconi, admirador de Mussolini, que tiene ringtones con discursos del Duce y una esvástica en pantalla; y Fabrizio Corona, un paparazzi millonario devenido en ícono del machismo narcisista hegemónico, que hasta posa desnudo ante la cámara de Gandini con tal de dejar en claro que su poder económico es una extensión de su poder fálico, son encarnaciones perfectas de un imaginario colectivo y mediático en el que Berlusconi es una deidad, un verdadero Gran Hermano, que ama y vigila, y, fundamentalmente, entrena a la población en el deseo. Ser una celebridad es el éxtasis del hombre ordinario, su camino a la salvación.
Un pasaje en el que una mujer cincuentona hace un show de striptease en una audición para un programa de talentos y otra secuencia que transcurre en un shopping durante un casting para elegir a la “veline” (las chicas que bailan 30 segundos al lado del conductor) explicitan el lugar de la mujer en este universo delirante pero real. La máxima ironía es que una ex velina es quien dirige el Ministerio de la Igualdad de Géneros, aunque un spot de campaña protagonizado íntegramente por bellas mujeres es quizás una ilustración “sublime” del lugar de la mujer en este orden simbólico. “Gracias a Dios Silvio existe”, entonan las vírgenes de Italia.
Paulatinamente, Berlusconi adquiere protagonismo. El aterrador último plano (“Il cavalieri” en un desfile militar), precedido por otro no menos ominoso en el que baila con unas mujeres, sugiere que Berlusconi es el rostro de un Leviatán mediático. En efecto, Videocracia postula que el orden televisivo abocado al espectáculo no es otra cosa que un fascismo difuso en el que el tirano organiza nuestra eterna diversión.
Esta crítica fue publicada por La voz del interior durante el mes de marzo 2011
Roger Alan Koza / Copyleft 2011
Hola Roger; ¿podes ampliar tu apreciación sobre el sonido? Te pregunto pues la banda de sonido (un poco alla Carpenter) me pareció muy buena: amenazante, muy apropiada para la película de terror que estábamos viendo. Por lo demás, creo que que la pelí en más de un tramo pierde el eje narrativo ¿no? Como que se pega en demasía a sus grotescos personajes, un poco por la morbosa fascinación que emanan. En cuaquier caso, la evidencia es que Mussolini está vivo, bajo otras formas y por otros medios (qué digo, al lado del cavallieri el duce parece casi un libre pensador)
Yo todavía no puedo digerir que el año pasado la revista Rolling Stone haya elegido a Berlusconi «rockstar del año».
Fabián: creo que el sonido y la banda de sonido suelen precisamente subrayar lo que debemos pensar. Además, es una banda de sonido berreta, casi televisiva, y la puesta en escena, al menos su concepción visual, no siempre lo es: los planos suelen ser largos y fijos, en secuencias relevantes, por ejemplo.
Es cierto que el film pierde el hilo narrativo, o más que perderlo, la película tiene intensidades variables que no se articulan con inteligencia. La voz en off aparece de un modo arbitrario, y no siempre el discurso oral parece necesario. A mi modo de ver, la aproximación a los personajes es respetuosa y distante. No creo que los ridiculice, en todo caso, lo rídiculo es inherente a ellos, aunque tuve la impresión de que el film sugiere mucho más un status de víctimas inconscientes de un sistema de vida. Creo que la escena en donde el karateca discute con su madre está de más y no agrega absolutamente nada a la tesis del film.
Vuelvo a la música: los dos planos finales pierden poder, justamente por su música. Esos mismos planos sin sonido alguno hubieran sido insoportables. En síntesis: la película mantiene una constante tensión entre devenir televisiva y ser un documental cinematográfico. A pesar de que muchas de sus imágenes son de archivo (televisivos), los planos cenitales, ciertas elecciones de planos fijos (por ejemplo la introducción de todos los personajes) indican una preocupación de puesta en escena que no remite a lo televisivo. Pero en el sonido y en la música aparece una concepción televisiva.
Nussolini y Berlusconi: sí, el film establece esa relación de un modo convincente, como también la relación 1984 de Orwell y la TV Espectáculo.
Un dato temible: tanto Mussolini y Berlusconi estuvieron asociados al partido socialista.
Gandini nada dice que en el momento que Berlusconi inventaba la TV espectáculo, las brigadas rojas era su contrapartida histórica. Era un punto interesante.
No obstante, creo que el film consigue mostrar su tesis. Y lo peor de todo, al menos para mí, es que esa Italia me parece muy cercana a Argentina, y excede a Menen, Tinelli, Rial, Gímenez, Legrand.
Fer: creo que jamás leí Rolling Stone; supongo que fue una ironía, pero, quizás no, y de ser así, es un síntoma de la desorientación ideológica, la que lleva a decir cosas como «hay que mirar una película más allá de su ideología», por ejemplo.
Saludos.
RK
Gracias por tus comentarios, Roger. No sabía lo de Berlusconi y el socialismo; otra similitud para un paralelismo nada forzado, y otra evidencia de que el autoritarismo anida en cualquier rincón. Creo entender lo que decís respecto de la banda de sonido, sobre todo en los tramos finales de la película. Sin embargo, al comienzo más que subrayar el contenido de las imagenes establecía una inquietante disonancia entre esas imagenes sin nada particularmente amenazador (un rutinario – hoy, casi inocente – programa de tv, las viviendas de una ciudad cualquiera, etc.) y un cierto suspense sonoro. Coincido, por cierto, en que la peli muestra su tesis de manera convincente, y en cuanto a lo que mencionás de Argentina, bien podría decirse que la película desnuda una matriz, que excede a sus concretos, particulares y siniestros protagonistas.