LA INTERNACIONAL CINÉFILA 2022: CARTA ABIERTA
En breve muchos de nosotros estaremos obsesionados por varios días leyendo la esperada encuesta de la revista Sight & Sound sobre las mejores películas de la historia del cine. Es probable que no haya grandes sorpresas en los resultados, sí en las derivaciones de muchísimos participantes que ya no son solamente de los países centrales. Me consta. Un miembro de la revista británica me pidió direcciones de los votantes de La Internacional Cinéfila, entendiendo que muchos de ustedes podían sumar, debido a procedencias diversas que no siempre están representadas, películas menos conocidas y aún sin vindicación alguna que atenúe el poder del consenso acotado y el prestigio de los clásicos.
La apuesta por la pluralidad de perspectivas es sin duda mi principal interés al organizar La Internacional: expandir el orden de lo visible a través de listas que garanticen una multiplicidad de voces capaces de sorprender al erigir coralmente un mapa del cine de todo un año. La cuestión de lo plural dista de ser acá un imperativo estético con resonancias liberales que pretende regular una democracia del gusto de baja intensidad. El concepto alude al internacionalismo del cine, que poco tiene que ver con el aplanamiento conceptual de la globalización y menos todavía con una forma de universalismo abstracto.
Habría que añadir, después del párrafo precedente, un punto de partida reconocible: los grandes festivales de cine, como la Berlinale y Cannes, y también Venecia, Locarno y San Sebastián, suministran a la discusión anual un conjunto de 350 películas que parece delimitar los signos con los que se puede discutir qué es el cine contemporáneo. El resto de los festivales combinan los títulos estrenados en los festivales dominantes e incluyen otros que probablemente han sido rechazados por aquellos. En todos los festivales, los dominantes y los de segunda línea, siempre se puede hallar una película extraordinaria que conjura el pesimismo y restituye la fe en el cine. Asimismo, en esos mismos festivales se exhiben películas mejores o peores que se parecen entre sí. ¿No es una evidencia?
La retórica del cine contemporáneo es bastante homogénea, de tal forma que cualquier película que tome distancia adquiere de inmediato una distinción. Sin embargo, la heterodoxia en el interior de una política de programación no significa que los festivales cobijen todas las manifestaciones del presente. La cantidad de películas que son rechazadas en el sistema actual de validación puede llegar a sorprender si se hiciera un estudio al respecto. Las películas huérfanas nunca faltan en La Internacional: películas desdeñadas por los festivales, las plataformas y los cines comerciales. Las razones son variopintas y no vienen al caso, pero bastaría conjeturar que el obsoleto sistema estético con el que se lee el cine de hoy es mucho más rígido de lo que se presupone y sus mentores y usuarios son mucho menos conscientes de los prejuicios que lo sustentan.
Frente al conservadurismo exangüe de este orden de cosas, las elecciones de La Internacional propician nuevas configuraciones estéticas posibles. El resultado final nunca deja de sorprender. Siempre hay películas desconocidas, siempre se constatan consensos alternativos incipientes y siempre puede establecerse alguna hipótesis sobre el estado del cine. Para nosotros, quienes participamos, funciona como un montaje final de todo lo que vimos y en tensión o no con otras miradas de colegas. Para nuestros lectores, que no son solo miembros de comunidades de habla castellana, nunca deja de ser una constelación en la que se reconocen títulos y se anotan otros en los que jamás se ha reparado hasta la publicación de la encuesta. Tener un buen mapa es una condición inicial para hacer un viaje que valga la pena. Y los viajes del cine hacia lo desconocido son siempre enriquecedores.
Roger Koza / Copyleft 2022
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