CARLOS SAURA (1932-2023)
Justamente un dia antes de que se le fuera a entregar un Goya de Honor por su trayectoria cienematográfica, a Carlos Saura se le ocurrió morirse. Es probable que ese premio fuera merecido, más allá de lo que se piense de su obra, pero lo cierto es que, después del de Luis Buñuel, su nombre fue el que más prestigio internacional coniguió fuera de España, con numerosos premios en diversos festivales. Si uno quisiera caracterizar su obra con un trazado grueso, habría que decir que el núcleo más interesante de la misma finaliza con Deprisa, deprisa (en opinión de quen esto escribe, su mejor película). En ese lapso que va dese su debut en 1959 con Los Golfos, una suerte de borrador del film antes mencionado hasta 1980, Saura construyó una obra que se puede considerar como una crítica demoledora de la España del franquismo. Utilizando elementos metafóricos y simbólicos, el director desarrolló una mirada despiadada sobre su país en esos años. Esto ya se puede advertir claramente en su tercera película, La caza (1966), en la que una partida de esa actividad se convierte en una mirada sin concesiones sobre la desintegración moral y social de la época, utilizando para ello a algunos de los actores más emblemáticos del franquismo, como Ismael Merlo y Alfredo Mayo. También la represión sexual de aquello aciagos años cayó bajo su mirada ensu siguienteobra, Peppermint frappé. Inclusive se dio el lujo de ofecer una mirada cercana a la de un cine más experimental con la muy interesante Stress.es.tres.tres. Pero todo el paquete de películas de esos años (en los que trabajó en conjunto con el productor Elías Querejeta y contó con la inapreciable ayuda, como musa inspiradora, de Geraldine Chaplin, su compañera de esos tiempos), Saura construyó un universo en el que la memoria y las rupturas temporales fueron la marca distintiva, pero quien quisiera verlo, podía encontrar rambién una mirada caústica y sin concesiones sobre la época. Paradójicamente, al desaparecer la censura, su inspiración decreció notablemente y pocos son los títulos (numerosos) posteriores a 1980 en los que se pueden encontrar rasgos personales. Su cine, ya a partir de la trilogía que realizara con el bailarín Antonio Gades (en la cual hay cosas buenas), fue derivando en un cine for export, con referencias a la música de su pais o de otros sitios, incluida la Argentina (en la muy mediocre Tango), o en narraciones tan ambiciosas como chatas y rutinarias. Es probable que esos años hayan marcado para muchos la valoración de la obra de Carlos Saura, pero el puñado de obras antes mencionado, con el que supo eludir con elegancia la censura franquista, le otorgan un lugar indiscutible en el panteón de la cinefilia.
Jorge García / Copyleft 2023
En todo de acuerdo, pero su mejor película es Cría cuervos!
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