ISABEL RUTH, LEYENDA DEL CINE

ISABEL RUTH, LEYENDA DEL CINE

por - Entrevistas
29 Sep, 2023 06:54 | Sin comentarios
Una actriz legendaria sigue haciendo películas y su vitalidad desmiente el paso del tiempo.

Una felicidad inesperada en el Curtas Vila do Conde de este año fue conocer y entrevistar a Isabel Ruth, una de las mejores actrices de la historia. Reparen en que no digo “del cine portugués”, digo “de la historia”, sin más. Es una leyenda viva, como es también Luís Miguel Cintra, actor inmenso con quien compartió pantalla en varias ocasiones, por ejemplo en el testamento fílmico de Paulo Rocha, Se Eu Fosse Ladrão, Roubava (2012), fascinante ejercicio de autopoética donde encarnaban, nada más y nada menos, a los abuelos del director. Me gusta insistir en que no hay persona en el mundo que represente tan bien un cine nacional como Isabel Ruth respecto del cine portugués (y si hubiera alguien que se pudiera comparar con ella en ese registro sería, precisamente, Cintra). A lo largo de sesenta años de carrera y hasta la actualidad, Isabel ha trabajado con la mayoría de las figuras que dieron fama y honor al cine del país delante y detrás de las cámaras y está asociada a una multitud de películas esenciales.

Atraída por la música y la danza desde niña, se formó cómo bailarina clásica y nunca pensó en dedicarse la interpretación hasta que Paulo Rocha vio en ella a la Ilda ideal de Os Verdes Anos. Fue una revelación, una conjunción milagrosa de talentos que abrió un tiempo nuevo y captó el desencanto y la amargura de quien no se adapta a una sociedad y una ciudad en transformación, una Lisboa “sin salidas, donde todo se frustra y todo agoniza en una muerte blanda”, en palabras de João Bénard da Costa. Repitió con el director en otra obra maestra, Mudar de Vida, elegía a un modo de vida que se extingue, la pesca tradicional en la costa de Furadouro, que además expresaba de manera sutilísima las heridas de la guerra en las colonias a través del personaje principal, en manos del actor brasileño Geraldo del Rey, antes protagonista de Deus e o Diabo na Terra do Sol. Isabel Ruth tenía menos tiempo en pantalla pero cuando sale es “una llama ardiendo”, escribió el propio Paulo. Su Albertina es una fuerza de la naturaleza entre fuerzas de la naturaleza, una mujer con el coraje preciso para alejarse de una inercia de tristeza y frustración. En medio hubo otra maravilla, Domingo à Tardede António de Macedo, asombroso drama médico sobre la angustia existencial derivada de la imposibilidad de evitar una muerte.

Onde Fica Esta Rua? ou Sem Antes Nem Depois

Vinieron luego los años italianos, de los que salieron algunas películas y el encuentro y la amistad con Ninetto Davoli y Pier Paolo Pasolini. Al mítico director italiano le pidió un papel en el siguiente film que iba a hacer y aquel respondió que ya tenía actriz, Silvana Mangano. “Obviamente que entre Silvana Mangano y yo, yo también escogía a Silvana”, me dijo Isabel entre risas, pero aun así Pasolini le encontró hueco para una figuración en Edipo Re, apenas una aparición con un corderito en el regazo. Después de esa etapa, una década de ausencia. Fueron años de viajes y conocimiento, del mundo y de sí misma. Cuando regresó a Portugal no tardaron en llegarle propuestas. Conversa Acabada y Tempos Difíceis con João Botelho, O Bobo de José Álvaro Morais, Leopardo de Oro en Locarno, la espléndida Agosto de Jorge Silva Melo y el gran reencuentro con Rocha en O Río do Ouro, cuyas pasiones trágicas con sabor a cantar de ciego juntan las dos almas del cineasta, la materia rural, popular y comunitaria y el espíritu más refinado, literario y barroco, un equilibrio que consigue niveles de puesta en escena admirables en A Raíz do Coração, prodigio de sofisticación extrema.

Y los diversos trabajos con Manoel de Oliveira -”yo le respetaba mucho y él también me respetaba a mí”- pero también con las siguientes generaciones de cineastas, la Teresa Villaverde de A Idade MaiorOs Mutantes, el Sérgio Tréfaut de Viagem a PortugalTreblinka y Raiva o el Pedro Costa que con Óssos dio por finalizada su relación con los modos de producción convencionales. Sin olvidar, por supuesto, la sensacional Xavier de Manuel Mozos, en muchos sentidos heredera de Os Verdes Anosen el retrato de unos personajes en busca de un cuarto propio en un tiempo cambiante, o la relectura que del clásico de Rocha hicieron João Pedro Rodrigues y João Rui Guerra de la Mata en Onde Fica Esta Rua? ou Sem Antes Nem Depois, que reconstruye el original plano a plano en la actualidad y le regala a la actriz memorables escenas musicales. A ella, que a sus 83 gloriosos años está a punto de grabar un disco con canciones de su autoría. Isabel Ruth, grande entre las grandes.

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Martín Pawley: -¿Cómo fue su llegada al cine?

Isabel Ruth: Nunca pensé en ser actriz de cine ni de teatro, porque mi vocación desde muy pequeñita fue la danza y la música. Yo era bailarina clásica, aparecí en la televisión varias veces como bailarina y también en algunos filmes de la RTP, Paulo Rocha me vio y me invitó a hacer Os Verdes Anos (1963). Vio un rostro que le gustó, yo era muy moderna en la época, tenía una apariencia muy nouvelle vague. El rodaje fue fácil, porque prácticamente nosotros éramos amadores, en sentido literal, personas que aman lo que hacen. Paulo tenía una actitud siempre muy pacífica y pasó todo el film contándome aquellas historias lindísimas de Japón, que oía con mucho placer. Yo no estaba habituada a representar el texto, encontraba todo aquello muy extraño, y había cosas que no quería hacer, decía “yo eso no lo digo, eso no lo hago”, y a él le parecía gracioso. Fui lo más natural posible, en aquella edad tenía un rostro bonito y con cualquier cámara yo quedaba bien. Personalmente prefiero Mudar de Vida (1966), ahí ya tenía más consciencia de representar y estaba más a gusto.

Cinzas e Brasas

¿Le gusta representar, ser actriz?

Yo era una persona muy tímida y nunca tuve interés en representar, de verdad. Incluso en la escuela siempre tuve mucha más aptitud para la gimnasia y la danza y no iba mucho hacia la literatura ni la poesía. Pero la danza en sí también es muy poética, ¿no? La danza y la música son poesía pura, forman parte de nuestro instinto. Para actuar una persona tiene que desdoblarse y fingir, y a mí nunca me gustó mucho fingir, por eso cuando actúo soy sobre todo yo misma. No me considero una actriz, ni soy fanática del teatro. Yo no soy fanática de nada. Soy fanática de la felicidad y del bienestar, que es el deseo de belleza, de estar bien en la vida, de la generosidad, de la humanidad, del humanismo… Eso sí, eso es lo que me interesa.

En los años 70 estuvo ausente del cine.

Estuve prácticamente diez años fuera. En los 60 hice cine y teatro en Italia y con el dinero que obtuve por una ficción de Roberto Faenza compré una furgoneta equipada con cocina y me fui con ella a Pakistán, hasta Lahore. Fui a la India, a Katmandú, viví en Roma, en Ibiza… En esa época no hacía fotografías, así que todos los recuerdos están en mi cabeza. Mucha gente me dice que debería escribir unas memorias, pero siento que escribir es un sufrimiento. En mi vida pasaron muchas cosas maravillosas, sorprendentes, misteriosas… pero también hubo fases con mucho sufrimiento y pienso que si escribiera eso yo sufriría y no quiero. Fueron años muy buenos, de una gran libertad, de aprendizaje; tenía que recorrer aquel camino para tener consciencia de ciertas cosas, para descubrirme a mí misma. Di la vuelta al mundo dentro de mí y acá estoy yo finalmente. Volví a Portugal porque pensé que aquí podía ser muy útil. No tenía intención de hacer cine, ninguna, pero en cuanto comprendieron que estaba en el país la Isabel de Os Verdes Anos, a partir de eso hice más de 70 películas.

Trabajó con prácticamente todos los grandes nombres del cine portugués y aun hoy hay cineastas jóvenes que quieren trabajar con usted.

Muchos realizadores quieren inventar cosas para mí y aprovechar que ahora aún estoy viva. Nunca pensé llegar a la edad que tengo, 83 años. Me vienen a buscar “antes que ella se muera” [entre risas]. Pero ya no hago todo lo que me proponen, ahora ya puedo darme el gusto de decir que no, porque también estoy más estable en mi vida. Rechazo cosas del tipo “hacer de abuela”, no, no quiero. A veces lo hago, con Catarina Ruivo hice un corto muy dulce, Boa Noite (2021); ahora bien, abuelas enfermas de alzheimer, no, yo no hago eso.

*Publicado originalmente en gallego en el periódico Nós Diario (www.nosdiario.gal)

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