HANNA
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
LA CAPERUCITA MUTANTE
Hanna, EE.UU., 2011
Dirigida por Joe Wright. Escrita por Seth Lochhead y David Farr.
* Tiene un rasgo redimible
Después de Kick Ass y Temple de acero, llega otra película con una adolescente violenta, ahora capaz de asesinar sin deliberación moral alguna, más allá de su look angelical, en manos de un director que empezó con la adaptación literaria y que ahora prueba suerte con un thriller electrónico discretamente combinado con elementos difusos de los cuentos de hadas
Casi todos los filmes que se estrenan los jueves se parecen entre sí. Un poco de magos y vampiros adolescentes, la infaltable cuota de superhéroes, animales animados karatecas y parlantes, asesinos seriales, abogados y piratas. El bestiario de Hollywood es pluralista, y existe una nueva especie: el adolescente mutante.
Una semana después del estreno de X-Men: Primera Generación, un filme filosóficamente interesante, llega ahora otra criatura mutante llamada Hanna (Saoirse Ronan). Esta Nikita adolescente, una verdadera máquina asesina, pertenece al linaje feminista (reaccionario) que, desde Kill Bill en adelante, promueve un modelo de mujer capaz tanto de cachetear a Mike Tyson como de balear a Jesse James.
En algún páramo perdido de Finlandia, Hanna vive con su padre (Eric Bana). La sugestiva secuencia inicial puede transcurrir tanto en el siglo XXI como en el XIII: la caza de un ciervo y un posterior enfrentamiento cuerpo a cuerpo con un hombre demuestran que Hanna es una especie de Rambo del nuevo milenio, con la diferencia de que habla alemán, árabe, francés, español. Su padre la ha preparado muy bien, aunque su naturaleza genética (modificada por la CIA) aporte un plus.
Por venganza, o por mera arbitrariedad de un guión poco consistente, el padre tocará un botón rojo que dará aviso de su posición. Los muchachos de la CIA no tardarán, comandados por Marissa Wiegler (Cate Blanchett), una despiadada agente que conoce muy bien a los exiliados. Él escapará, y su hija, tras ser atrapada, también.
Como si fuera un videogame interminable, Hanna no dejará de correr, escapar y sortear obstáculos. Su destino: una casa temática sobre los hermanos Grimm en Berlín. Allí la espera su padre, aunque pasará por Marruecos y España, y en el trayecto conocerá el amor familiar (hippie) y el despertar sexual característico de su edad (en clave lésbica), además de escuchar música por primera vez y deslumbrarse ante la luz eléctrica.
Hanna es un filme extraño. Su política opaca es conservadora, su moral ambigua y liberal. Si el tempo musical tecno de los Chemical Brothers le imprime al montaje una lógica de videoclip, Joe Wright (Orgullo y prejuicio y la espantosa El solista), a quien le gusta explorar el espacio cinematográfico, también incluye un plano secuencia en donde Bana sale de una estación de tren, se mete a un subte y despacha a cuatro agentes que lo persiguen, todo en un solo plano elegante y virtuoso.
Por momentos, Hanna se desmarca del thriller lineal y deviene tímidamente en un circular cuento mítico y onírico. Los últimos 20 minutos Hanna parece canalizar a Caperucita Roja. Literalmente, la heroína se adentrará en la boca de un lobo, aunque la abuelita es aquí una arpía trepadora de la CIA sin escrúpulos.
En síntesis: si los personajes mutan es porque los géneros (y el cine en sí) experimentan una mutación. Hoy Caperucita está lista para el combate.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior durante el mes de junio 2011
Roger Koza / Copyleft 2011
Qué divertida lectura. Ahora voy a verla, a la película.
El motivo por el que Wright hace películas es poder hacer planos secuencia. ¿Por qué tanta fascinación por los planos secuencias? ¿Por que son difíciles de hacer? ¿O Daney, Rivette o Bazin escribiron algo canónico al respecto? La película es malísima. Inentendible que Battle la rescatara.
Pancho: un plano secuencia en sí no tiene un valor intrínseco, excepto si el mismo implica cierta proeza en función del espacio a filmar (lo que sí ocurre en Hanna), pero como también sucede en el film de Wright, ese plano poco tiene que ver con el resto de la concepción formal del film, como si se tratara de un capricho. Después de tu comentario leí lo que dice Diego Battle, y entiendo lo que él rescata, como vos decís, pero no puedo estar de su lado en esta ocasión, más allá del respeto que tengo por él y el cariño, pues lo considero mi amigo. Hanna, me parece una película mediocre, cuyos momentos interesantes están más allá del cine. No puedo dejar de pensar la película en un contexto; su texto me parece irrelevante. Nada más. RK
El segundo por que en realidad era porque. Es bastante claro que son difíciles de hacer. Lo que no me queda claro es por que la identificación automática de difícil con bueno. Lo entendería en un estudiante o director, alguien del «rubro». Pero en muchas críticas se encuentran comentarios laudatorios a los que hacen planos secuencias. En Expiación había uno bastante llamativo. Y al ratito de empezar a ver Hanna, le dije a mi mujer, «seguro que hay un plano secuencia importante». Creo que también le dice paja, a eso.
Creo que la clave está en la palabra virtuoso. Si bien en el rock está bien visto ser virtuoso, en música clásica significa colocarse por encima de la música. Eso. Paja.
Pancho: la analogía con el rock es pertinente, y excede a la música clásica. En el jazz todavía tiene más pertinencia ser virtuoso y en el pop es exactamente al revés, aunque hay piezas clásicas que piden por el virtuosismo, según el caso.
Yo no estaba con mi esposa, pero me dije a mi mismo «veré algún plano secuencia orquestal). Y así fue. El elogio acrítico de los críticos suele provenir de cierto prejuicio positivo sobre este recurso formal. Me parece que es necesario entender y distinguir el plano secuencia tanto en su composición como también su relación con el resto de planos que existen en el film.
Quizás, en el cine de Wright, el problema pase por el exhibicionismo del director, como si dijera su famoso plano secuencia «cuan genial soy por hacerlo». No obstante, se puede apreciar ese plano más allá de la supuesta decisión narcisista de incluirlo por parte del director.
Saludos.
RK
¿Seminario ya a cargo de Bela Tarr? Por la relación con el resto de planos, digo.