PROGRAMACIÓN COMPLETA DE JULIO 2011
Estoy en una clínica. Observo, escucho. No tengo otra opción que mirar. La única diferencia con la posición de un espectador de cine es que, en este espacio tan singular, el olor posee una función determinante. La pobreza, la indigencia, la impudicia, las enfermedades, los placeres de la carne poseen un olor específico. Así sucede en una clínica.
Dije una clínica y no un hospital, institución todavía más universal y lacerante (quien vio La noche del señor Lazarescu sabrá identificar lo que tengo en mente), si se quiere tener acceso a la decadencia de un sistema que ni siquiera puede reparar a sus soldados, es decir, sus trabajadores, los que producen la riqueza que jamás será constitutiva de su estilo de vida, asignado por un Otro. Sí, la clínica es ya un ascenso de clase, una visión del padecimiento físico con privilegios. Allí están los profesionales, los comerciantes, los elegidos de una economía, aunque la estratificación de clases se repite: entre médicos y enfermeros la asimetría se reaviva: el médico opera y ordena, el enfermero acata y limpia. La división del trabajo es el gran enigma y estigma de nuestras vidas. ¿Quién limpia el desecho? Eran los sabios, los aristócratas pensantes, quienes podían contemplar la verdad en la pretérita Grecia, el mismo lugar que unos 2700 años después experimenta una argentinización compulsiva.
Ya lo había dicho: estoy en una clínica, que no es un hospital. En efecto, los cuartos todavía desconocen la superpoblación del hospital. El sanatorio tiende a la privacidad, y su opuesto compone un colectivo de convalecientes.
¿A qué se debe la predilección de los médicos por la túnica blanca? El concepto edilicio, en este caso, repite el modelo monástico. Un patio, con una fuente en el medio y dos árboles gigantes, constituye el centro espiritual del nosocomio elitista. Un pasillo por cada piso, como los que se ven en los centros religiosos. Se dice que unos velan por el alma, mientras éstos, pastores de la materialidad descompuesta de nuestra existencia, intentan sanarnos; a veces, a toda costa: vivir, sólo vivir, eso es lo que importa.
La descripción podría ser infinita, pues cuando una institución semejante es examinada por una cámara las paredes hablan.
El cine me ha enseñado a mirar, y eso, por reflejo, me lleva a pensar. Así es que puedo ver un hospital con ojos cinematográficos y transitar por él bajo otra percepción, que me ayuda a sobrellevar un mal momento. Al pensar así, las acciones, los sujetos y sus discursos, los objetos y sus colores, es decir la institución, todo se dispone en una suerte de puesta en escena imaginaria, al menos para mí. Mirar de este modo trastoca lo dado, evidencia la naturaleza no natural de las instituciones y su funcionamiento. En otras palabras: veo el mundo a través del cine; éste ha modulado mi percepción visual y mi recepción sonora; entonces, ya nada es lo mismo. Soy una cámara de carne, un lente que mira, un corazón predispuesto a la empatía.
J.F. Comolli dice: “En su historia, el cine supuso y construyó más de una vez un espectador digno de ese nombre, capaz no sólo de ver y escuchar (cosa que ya no debe darse por descontada) sino de ver y escuchar los límites del ver y el escuchar. Un espectador crítico. Aquel a quien el espectáculo quiere hacer desaparecer. Aquel de quien nosotros pretendemos que no deje de ser”.
Con el cineclub, con el cine, aprendí y aprendo a mirar. Los invito a pasar a la sala. Son bienvenidos.
Roger Koza, programador
LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470
13 de julio: a las 18.15hs:
Let’s Get Lost, de Bruce Weber, EE.UU., 1988
115’/ +13
A las 20.30hs:
Estómago, de Marcos Jorge, Brasil, 2007
113’ / +16
Cortometraje: Cuidado con tu gancho izquierdo (12’), de Jacques Tati, Francia, 1936
Película del mes (1)
20 de junio, a las 18.00hs:
Misterios de Lisboa (primera parte), de Raoul Ruiz, Portugal-Francia, 2010
140’ / ATP
A las 20.30hs: Hong Sang-soo en foco
Un cuento de cine, de Hong Sang-soo, Corea del Sur, 2005
87’ / +13
Cortometraje: Screen Play (11’), de Barry Purves, Reino Unido, 1992
PELÍCULA DEL MES (2)
27 de julio, a las 18.00hs
Misterios de Lisboa (segunda parte), de Raoul Ruiz, Portugal-Francia, 2010
140’ / ATP
(Ver más arriba)
A las 20.30hs: John Ford en foco
Pasión de los fuertes, de John Ford, EE.UU., 1946
97’ / ATP
Cortometraje: Astrónomos de mi barrio (11’), de Patricio Guzmán, Chile-Francia, 2010
Nuestro tiempo es el tiempo del cine, como diría Comollí mismo, por eso percibimos el mundo (lo «leemos», entendemos, procesamos) a través de una mirada entrenada en/por el cine. Gracias por este texto tuyo, Roger.
edf
Gracias. RK
Convertir tus ratos en una clínica en una reflexión interesante: grande lo tuyo, Roger… Personalmente, creo que para ciertas esperas en ciertos lugares no hay nada mejor que refugiarse en un buen libro.
Un abrazo.