PARTIÓ DE MÍ UN BARCO LLEVÁNDOME
LEJOS Y CERCA
Según la Encyclopædia Britannica, comfort women es “un eufemismo para (referir a) las mujeres que brindaban servicios sexuales a tropas del Ejército Imperial Japonés durante el período militarista de Japón que terminó con la Segunda Guerra Mundial. Generalmente (las mujeres) vivían en condiciones de esclavitud sexual. Las estimaciones sobre el número de involucradas suelen ascender a 200.000, pero el número real puede haber sido incluso mayor. La gran mayoría de ellas era de Corea (entonces un protectorado japonés), aunque también participaron mujeres de China, Taiwán y otras partes de Asia, incluidos Japón y ciudadanas holandesas en Indonesia.”.
Las wianbu (así llamadas en lengua coreana) fueron extirpadas de sus familias, y trasladadas a otros países, en los que su ámbito de existencia se redujo a una habitación pequeña (compartida por dos esclavas) con dos camas y una ventana. Esos reductos fueron denominados “estaciones de confort”. Allí, las jóvenes eran violadas “para mejorar la moral de los soldados japoneses y aparentemente para reducir las agresiones sexuales aleatorias.” Allí comían y dormían. A veces, se les permitía salir al jardín.
En su segundo documental en largo (el primero es Mi último fracaso, 2016), Cecilia Kang vuelve sobre un aspecto de la historia de las mujeres de su país y lo confronta con el presente de una actriz migrante coreana que vive y trabaja junto a su madre, en la ciudad de Buenos Aires. La directora —también hija de coreanos—explica así la génesis de su nueva película: “En el 2013, viajé a Corea del Sur y tuve la suerte de asistir a una conferencia de Kim Bok-dong. Esta anciana era una sobreviviente de las “comfort women”. Ella contó cómo a sus quince años la subieron, junto con otras treinta mujeres, a un barco que emprendió un viaje a un destino no elegido. Nos hablaba de cómo la violaban más de veinte veces al día. De otras mujeres que vio morir a su lado. Habló de la culpa que sintió cuando finalmente pudo regresar a su casa, pero otras no. Y de la vergüenza infligida hacia ella por una sociedad que la hizo callar hasta los sesenta años. Su testimonio me impactó, porque personalmente no conocía nada sobre esta porción de la historia.”.
En la película de Kang, Melanie Chong encarna a Melanie, la actriz elegida para interpretar el testimonio de Hwang Geum Joo (ex esclava sexual), a través de un monólogo. Melanie intenta memorizar sus palabras, ponerles el cuerpo adecuado, aunque desconociendo el contexto social y cultural en el que ocurrió aquel episodio de esclavitud que, en 1940, no fue concebido como “violencia de género”.
Durante un almuerzo, Melanie le pregunta a su mamá por qué nunca denunció a su marido golpeador: “Como tu abuela me maltrataba (cuando tu padre) me pegaba yo pensaba “bueno, me lo merezco”. Para mí era normal… Pero yo no sabía que todo eso era violencia…”, responde la mujer acerca de lo que la película define como “la cultura del golpe”.
Desde su título (un verso de Alejandra Pizarnik), Partió de mí un barco llevándome rechaza el límite entre ficción y documental. En ese gesto resignifica el drama de las wianbu en términos de violencia institucional contra la mujer. Y, en el mismo movimiento, lo planta en el presente desenvolviendo una idiosincrasia intervenida por la condición de migrantes de la madre y la hija.
Como los jueves nuestras Madres y nuestras Abuelas arrastran su demanda de Memoria, Verdad y Justicia alrededor de la Pirámide de Mayo, desde 1992, cada miércoles, madres, abuelas e hijas coreanas marchan a la Embajada de Japón a exigir que ese Estado reconozca, se responsabilice de esos hechos aberrantes y, además, pida “disculpas” a las víctimas.
Árbol de Diana es una de las antologías de Pizarnik más orgánica, más comprimida. Su escritura es fugitiva, espinosa, crujiente. El poema 13, consta de dos versos que omiten la declinación verbal. Esa mueca módica sintetiza la brutal incautación histórica producida sobre el cuerpo de la mujer: “explicar con palabras de este mundo / que partió de mí un barco llevándome”. La pregunta es ¿cómo hacerlo?
Desde esa perspectiva, Cecilia Kang mueve la cámara del pasado al presente para develar un episodio de violencia de género (¡otro más!), esta vez perpetrado por el Estado japonés, durante la Segunda Guerra.
Partió de mí un barco llevándome, Argentina-Singapur, 2023
Escrita y dirigida por Cecilia Kang.
María Iribarren / Copyleft 2024
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