TEMPUS FUGIT

TEMPUS FUGIT

por - Críticas
05 Sep, 2024 10:55 | comentarios
Camilo mantiene largas conversaciones con su amigo Luis. Especulan sobre la duración, el capitalismo, la libertad. “Para ser libre hay que ser rico”, sostiene. Tempus fugit compagina retazos (¿momentos?) en la vida del protagonista. La película evita el orden cronológico de los acontecimientos. Sin embargo, la percepción del tiempo es el enigma (el obsequio) que desenvuelve sin apuro: “Que siempre pase algo no significa que siempre vaya a pasar”…

LA ACCIÓN DE PENSAR

“Experimentad, pero no dejéis de tener en cuenta que para experimentar hace falta mucha prudencia. Vivimos en un mundo más bien desagradable, en el que no sólo las personas sino también los poderes establecidos, tienen interés en comunicarnos afectos tristes. La tristeza, los afectos tristes son todos aquellos que disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en esclavos”, conjeturaba Gilles Deleuze, a principios de la década de 1980. Estas ideas (inspiradas en el pensamiento de Spinoza) resumen acaso el motor ético y estético que encendió Luciana Terribili para abordar Tempus fugit, la película que escribió, produjo y filmó durante dieciséis años. 

La prudencia, los afectos, la alegría (de pensar, de escribir, de jugar, de “perder el tiempo”) son algunas de las claves de Tempus fugit. Prudencia de la cámara. Afectos que recibe y prodiga Camilo a través de su pensamiento puesto en acto. Alegría como potencia (y prepotencia) vital de un chico que sostiene una enfermedad muscular sentado en una silla eléctrica. 

Camilo reside en un barrio de Granada. Desde el balcón de la casa puede contemplar la noche ancha de esa gran ciudad. Se desplaza en su silla con destreza. Entrena y compite en partidos de fútbol, ostentando el 10 en la camiseta. Juega al ajedrez con su padre y con él, también dibuja. Cuida a su hermana menor. Escribe textos en los que vuelca sus dudas, sus aprendizajes, su determinación de pensar el mundo en reversa del status quo: “El color de los ricos es el de los gilipollas”.

Muchas veces me pregunté cómo sería una película antifascista. No una película histórica sobre el fascismo. Sino una película que, sin nombrarlo siquiera, fuera capaz de imaginar o de documentar vidas vivibles exentas de fascismo. “Es un problema muy grande éste: miramos las cosas desde nuestros lentes, precipitadamente, porque pensamos que es el pensamiento correcto”, dice Camilo en una escena y elijo creerque da respuesta a mi incertidumbre. 

Es el atardecer: Luis fuma un porro en la penumbra. Ambos reanudan el desafío filosófico y sociológico que parece cimentar un afecto recíproco, irrevocable. Una conversación interminable.

Tempus fugit narra la experiencia familiar y social de Camilo. Los afectos que lo rodean, los estímulos que, acaso su curiosidad incesante, demanda a sus mapadres, maestres y amigues. Se declara agnóstico, así como es consciente de “que en un supermercado uno puede encontrar una muestra precisa de la población en la que se ubica”. El niño que fue y el joven que es “usa” el tiempo en mirar. De hecho, sus ojos en primer plano son recurrentes en el film: es su mirada la que transforma el tiempo homogéneo en duración subjetiva. 

La de Luciana Terribili, además, es una película que, a través de sus personajes o de la voz en off de la narradora, piensa en el cine, en la representación visual del tiempo y el movimiento: “Consumimos entretenimiento barato porque sufrimos… Ya nadie tiene el coraje de llorar”.

A lo largo del filme, la cámara se acerca y se aleja de Camilo. Lo sigue de espaldas. Le roba instantes de un perfil, de las manos, de las largas pestañas negras. Lo registra a bordo de su silla. Mirando el monitor de la computadora. “Que el cuerpo de Camilo esté impedido de moverse igual que otras personas no es un dato entre otros, pero no resulta de esa contingencia genética ninguna demanda de piedad. La lástima está conjurada”, escribió Roger Koza en el catálogo del Doc Buenos Aires. 

Por el contrario, el dispositivo sincroniza la imagen con algunas de las meditaciones del joven, dando cuenta de la diversidad étnica que le confirió el ritmo flamenco a Granada y la que, en las últimas décadas, se acrecentó con les migrantes africanes. Aunque, en ocasiones, la propia realizadora desestabiliza el equilibrio de su relato para informar, muy sutilmente, el lado oscuro de esa luna rutilante que acompaña a Camilo. Quizás, para no pasar por alto, que el cine es una herramienta eficiente, entre otras cosas, para “afirmar una vida no fascista”. 

Tempos fugit, Argentina-España, 2024.

Escrita y dirigida por Luciana Terribili.

María Iribarren / Copyleft 2024