LA HABITACIÓN DE AL LADO / THE ROOM NEXT DOOR
LA HORA DE NUESTRA MUERTE
«Su alma caía lenta en la duermevela al oír caer la nieve leve sobre el universo y caer leve la nieve, como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos». Ese pasaje final de «Los muertos», de James Joyce, en Dublineses es casi una oración secular que se dice tres veces en la última película de Pedro Almodóvar. Lo recita primero Tilda Swinton, luego se ve un fragmento de la versión cinematográfica sobre ese texto de John Huston. La tercera vez tiene ya algo de oración fúnebre, cuya tristeza es proporcional a su hermosura. La habitación de al lado es la historia de una mujer que padece cáncer y tras soportar tratamientos ineficientes decide darse su propia muerte.
Como sucede con cualquier criatura consciente, la única certeza que se tiene es la de la propia muerte. Si es una película sobre la eutanasia, la histeria de no saber el final es de inmediato subsanada. Lo que importa siempre en el cine no es el desenlace, sino el modo en el que, en este caso Almodóvar, elige ver el camino hacia el instante en que la conciencia se apaga para siempre y nada, absolutamente nada, la sobrevive. El cineasta no profesa ninguna fe que alivie ese destino. Pura inmanencia.
No creer en el más allá obliga a celebrar el más acá sin desconocer las miserias del único mundo que existe. El personaje de Swinton fue corresponsal de guerra, viajó por el mundo, fue amada de vez en cuando, tuvo una hija. El cáncer llega demasiado temprano para anticipar la cita con la nada, pero su vida lejos está de haber sido nada. Le puede doler no haber sido la madre que pudo ser, pero no es una persona con grandes cuestiones pendientes. Si no se puede vivir dignamente, la hora de la propia muerte es una opción legítima.
Así es que el reencuentro con una vieja amiga escritora (interpretada por la extraordinaria Julianne Moore) le permite tener una compañera para despedirse de la vida. Lo distintivo de La habitación de al lado reside en la cualidad del vínculo. Las conversaciones, los gestos, las miradas. La tenue sonrisa, durante una noche en que la moribunda quiere dormir y el abrazo de su amiga llega para hacerle sentir que ahí está, cifra la sensibilidad del relato.
Se podrá objetar —y con razón— que son muy pocos los que pueden prodigarse una eutanasia como la que Almodóvar pone en escena. Es una muerte VIP, inalcanzable para la gran mayoría. El plano general de la casa que se alquila en el medio del bosque por todo un mes para llevar a cabo el acto final es un lugar propicio y paradisíaco. Abandonar el mundo en un mundo así es cuestión de privilegio.
No es que Almodóvar no se dé cuenta, simplemente entiende las circunstancias favorables de sus personajes y saca provecho de un ecosistema idílico para acentuar la maravilla de la física del mundo. La casa, el bosque, los interiores, el mobiliario. el cuadro de Edward Hopper (Gente al sol) no son apéndices de un drama; constituyen la película como las palabras que se dicen y las acciones que se realizan. ¿Hace falta todavía insistir con la selección cromática que tiñe cada segmento de la película?
Se pueden objetar algunos flashbacks, alguna que otra frase, pero la película vence en todas sus líneas. Swinton y Moore resplandecen, los pocos minutos de John Turturro, como un viejo amante de ambas, suma calidez, ironía, política y comicidad. La ubicuidad de los acordes musicales de Alberto Iglesias es ineludible para la poética del cineasta, y añade un clasicismo sonoro que neutraliza el modernismo que define la puesta en escena. Todo eso se unifica en una meditación sobre la vida y la muerte, y sobre el derecho de decidir sobre el último suspiro. La gente de cine sabe el sentido de decir «corte». He aquí una forma de dirigir la propia vida que se quiere y su propio fin, una forma de gobierno de sí que todavía pertenece al tabú y encuentra una interdicción ante el hecho de decir basta.
La habitación de al lado / The Room Next Door, Estados Unidos-España, 2024
Dirigida por Pedro Almodóvar.
Escrita por P. Almodóvar y Sigrid Nunez.
*Publicada por La Voz del Interior en el mes de octubre.
Roger Koza / Copyleft 2024
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