LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470

24 de agosto, a las 20.30hs: Hong Sang-soo en foco

Mujer en la playa, de Hong Sang-soo, Corea del Sur, 2006

127’ / +13

Cortometraje: El hipocampo (14’), de Jean Painlevé, Francia, 1933

La especialidad de Hong a lo largo de todas sus películas han sido las relaciones ligeramente fallidas entre hombres y mujeres de clase media pertenecientes a un ambiente (el del cine) y a una generación (la del director, excepto en sus últimas películas). Comer, hablar y coger definen las acciones de sus personajes, lo que remite al cine de Rohmer, Albert Brooks (como lo ha sugerido Jim Hoberman) y en algún sentido a Woody Allen (sin el desprecio oblicuo por sus criaturas característico del neoyorkino), y Mujer en la playa no es una excepción. En esta ocasión, un director de cine viaja con un asistente y su novia (admiradora del realizador) a una zona costera para seguir escribiendo el guión de una película en la que un sujeto escucha en todos lados música de Mozart. Durante la estadía el director no para de seducir a la novia de su colaborador, que dice: “Ya que estamos, no soy su novia”. Encamarse con su fan es una cuestión de tiempo, aunque la pasión tendrá como límite los propios miedos del director, que no desea involucrarse demasiado. Más tarde, regresará al mismo lugar y conocerá a otra mujer parecida a la novia de su amigo, a la que entrevistará porque coincide con el personaje de un film del que está escribiendo el guión. Frecuentarán los mismos lugares, incluyendo la cama de un hotel. Hong ve a sus personajes como títeres de una estructura psíquica y simbólica que los lleva tanto a repetir situaciones cotidianas como a insistir en deseos reiterados, lo que impide a menudo que puedan interpretar a fondo el objeto y objetivo de sus deseos. En una secuencia genial, el director expone a través de unas figuras geométricas una teoría ridícula y cómica de la conducta, y una relación entre imagen y realidad: “Estamos repitiendo imágenes que otros han grabado en nosotros”. El paisaje marítimo en invierno refuerza el estado íntimo de los personajes, del mismo modo que un perro abandonado por sus dueños refleja una condición existencial que excede al animal. Película lúcida, secretamente cómica y caústica, filmada con la elegancia característica del director. (Roger Koza)