
LAS FRONTERAS DE LOS FESTIVALES: LA CIRCULACIÓN DE LAS PELÍCULAS EN UN ECOSISTEMA DE IMÁGENES EN MUTACIÓN
Una búsqueda veloz en Google sobre la cantidad de festivales de cine que se celebran anualmente en todo el mundo da como resultado un número apabullante: 12000. La cifra, que implicaría unos 32 festivales de cine por cada día del año, es aproximada; se estima que la cantidad es mayor que ese número redondo. ¿Hay películas para tantos festivales? Probablemente sí, pero ese no es el problema, porque el cine que tiene más pantallas lejos está de caracterizarse por su diversidad. Curiosamente, la mayoría de los festivales de cine y sus películas se parecen, más allá de que existe un festival entre todos los que existen que ejerce una ostensible supremacía. El Festival de Cannes ordena la agenda, vindica autores, promueve poéticas, reorganiza el canon, inviste al mercado con un concepto de cine-arte y prodiga visibilidad a ciertas sensibilidades de época transformándolas en tendencia. Cualquier análisis sobre los festivales de cine comienza en Cannes, pero ¿dónde termina? Existen muchos modelos de festivales en la actualidad. Los de clase A, los de segunda línea, los llamados “boutique”, los verdaderamente independientes, los tradicionales asociados a una geografía, los muy pequeños, los invisibles. Se trata de un ecosistema complejo, con reglas implícitas y explícitas, con tradiciones y prácticas, con personas clave en el funcionamiento y con instituciones adheridas, donde se delinea un estilo internacional y un menú temático con preferencias reconocibles. Hay mucho cine que permanece en el fuera de campo de los festivales. ¿Por qué? Hay también una transformación en ciernes ligada a la naturaleza de la imagen que ha trastocado el lugar del cine.
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Roger Koza / Copyleft 2025
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