NATURALEZA MUERTA
**** Obra maestra ***hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
LA HISTORIA EN TIEMPO PRESENTE
Naturaleza muerta, China, Hong Kong, 2006
Dirigida por Jia Zhang-ke. Escrita por Jia, Na Guan y Sun Jianmin.
**** Obra maestra
Uno de los maestros del cine contemporáneo y una de sus películas más misteriosa como secretamente perfecta.
En el libro La generación urbana, su editor Zhang Zheng dice: «Todas las películas de la Sexta Generación, a pesar de su diversos estilos y concepciones, documentan con cuidado, originalidad y un sentido de urgencia tanto las demoliciones de las viejas ciudades, estilos de vidas e identidades así como la construcción de las nuevas…». Siendo Jia Zhang-ke el director más importante de esta generación, la descripción de Zhang es una sinopsis conceptual de esta pieza magistral llamada Naturaleza muerta.
Sorprendente ganadora del León de Venecia en el 2006, Naturaleza muerta es el complemento ficcional y posterior de un delicado documental llamado Dong en el que un pintor trabaja sobre el retrato de unos obreros en reposo. No construyen, destruyen. Son artífices de las ruinas que hoy prevalecen en ese paisaje poético y milenario conocido como las Tres Gargantas, a la orilla del río Yangtze, provincia de Fengjie. El registro en Dong es observacional: el artista mira los cuerpos de los trabajadores y los pinta; Jia los filma y sugiere así las consecuencias de esa labor: escenarios destinados a desaparecer, más bien a hundirse, pues la construcción de una presa gigante habrá de inundar los viejos paisajes urbanos para siempre. Naturaleza muerta habla de lo mismo, pero singulariza un proceso histórico a través de dos historias individuales.
El virtuoso plano inicial es la presentación de un pueblo: un paneo pausado de izquierda a derecha introduce la diversidad generacional de quienes viven en estos parajes. Van en una lancha y se los ve jugar, discutir, cantar. Es «la gente buena de las Tres Gargantas», como reza el título original, y Jia los dignifica en tres planos hasta llegar a uno de sus protagonistas.
Así comienza la película, con un minero de Shanxi, Han, quien busca a su mujer, a quien no ve hace 16 años, porque quiere conocer a su hija. Mientras busca, Han habrá de emplearse en la paradójica y creciente industria de la demolición. A mitad de metraje, Han observará el cielo y verá un objeto luminoso veloz, una indicación poética de lo «fantástico» del discurso oficial respecto de las transformaciones urbanas (otra será la de un edificio que despega como un cohete). La misma luz será observada por Shen, una enfermera que no ve a su esposo hace más de dos años y que llega hasta esta ciudad para darle una noticia, lo que dominará el relato hasta un poco antes del desenlace. Ambos personajes pertenecen a dos clases sociales dispares, pero los une una experiencia colectiva: una migración incesante, un desarraigo generalizado, consecuencias de la aplicación de un modelo de desarrollo económico.
Por momentos, Naturaleza muerta disloca el concepto de ficción y lo que vemos parece un mero registro analítico. Se trata de una táctica estética conocida como xianchang, «estar en la escena», con la que se intenta capturar lo histórico en tiempo presente a través de detalles de la vida cotidiana. Aquí los cigarrillos, los licores, la música, las ilustraciones de billetes, los ringtones funcionan como fósiles simbólicos de lo que ya no está.
El soberbio y último plano en profundidad de campo condensa un estado de ánimo: sobre la cabeza de Han se divisa un diminuto equilibrista. Suspendidos, flotantes, así viven millones de chinos.
Copyleft 2008 / Roger Alan Koza
Esta crítica fue publicada durante el mes de octubre por el diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba.
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