EL VUELO / FLIGHT
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
UN VIAJE DE IDA Y VUELTA
El vuelo / Flight, EE.UU., 2012
Dirigida por Robert Zemeckis. Escrita por John Gatins.
* Tiene un rasgo redimible
Tras un inicio prometedor, el último film de Zemeckis pierde paulatinamente su potencia cinematográfica para convertirse en una forzada prueba de fe y en un nuevo intento de validación del gran mito americano acerca de la redención individual.
La metáfora se impone: el vuelo despega muy bien. Suena el despertador, después el teléfono. “Látigo” Whitaker atiende para discutir con su ex mujer mientras Katerina, completamente desnuda, busca su ropa interior. El desnudo es frontal y la cámara sigue el movimiento del cuerpo en el reducido espacio de la habitación sin cambiar de ángulo. Extraña decisión de puesta en escena, el pubis es una interdicción, ni que decir de su complemento masculino.
“Látigo” es un experimentado comandante de una línea aérea; Katerina, una de las azafatas. La relación que tienen va más allá de encamarse en un hotel de aeropuerto. Tal vez se aman y comparten un amor ilimitado por el alcohol. Tras una noche de sexo y esplendor etílico, antes de alistarse para un nuevo vuelo, nivelarán la resaca con unas líneas de cocaína.
Es un día lluvioso. Después de un despegue complicado por la tormenta, Whitaker y su tripulación parecen haber conquistado la normalidad. Los pasajeros aplauden. Pero la suerte no está del todo a su favor (o los designios de Dios son demasiado misteriosos, si no sádicos) y el avión perderá estabilidad y se irá a pique. La secuencia no es menos que alucinante, y una vez más la metáfora es precisa aunque paradójica: la película sigue levantando vuelo.
Gracias a la pericia de “Látigo”, la tragedia será menor: seis víctimas fatales en un vuelo de más de cien pasajeros. Un milagro dirán algunos, acaso Dios se ha convertido en piloto, y desde ese momento el Altísimo será un gran protagonista aunque siempre, por razones obvias, en un total fuera de campo. Pero los planes divinos son inescrutables, y ya antes del despegue hay un signo del porvenir: una pelirroja adicta a las drogas, masajista y ocasional actriz porno no pasa por su mejor momento. Una sobredosis la llevará al mismo hospital que a los sobrevivientes del accidente. Y como dirá un paciente terminal de cáncer, Dios quiso que ahí “Látigo” y Nicole se encontraran. Hollywood teológico no admite indeterminación.
Con seguridad, El vuelo no será uno de los filmes del menú de entretenimiento de los vuelos comerciales, pero es muy probable que se convierta en título obligatorio entre las asociaciones de alcohólicos anónimos. Después del gran accidente, El vuelo no será otra cosa que un drama de superación en un contexto jurídico con giros teológicos. Poco importa que quienes investigan el accidente descubran o no la alta dosis de alcohol en el organismo de Whitaker, ya que el centro dramático pasa por la redención y su secreto vínculo con la verdad.
El regreso de Zemeckis al cine de carne y hueso (después de tres películas de animación) no tiene el vuelo de Náufrago, su mejor película hasta la fecha. Whitaker es también un sobreviviente, pero la película no sobrevive al accidente. De ahí en adelante El vuelo se transforma en una demostración forzosa de las debilidades de un alcohólico y del carácter negador que domina su psicología. La ilustración esquemática de un vicio y sus trampas podrá ser convincente para un moralista o un terapeuta, pero insuficiente si se trata de filmar el sufrimiento de un hombre.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior durante el mes de febrero 2013
Roger Koza / Copyleft 2013
RK:
Interesado por tu crítica, ayer vi esta película y me pareció ver en ella una clara reteferencia a El carterista, de Bresson, de la que es una suerte de lectura (como lo era American Gigolo). ¿El final no es acaso muy parecido, con esa «liberación» en el encierro?
Saludos,
L.
Estimado Larsen: sinceramente no creo que exista una conexión o deseo consciente por parte de RZ de hacer un guiño o un homenaje a Bresson. Entiendo que podamos establecer esa conexión en la escena que mencionás, pero sinceramente lo veo más como una semejanza azarosa. Es diferente al caso y el film de Schrader, pues como sabemos el director de American Gigolo no sólo amaba a Bresson sino que teorizó sobre él en ese extraño libro escrito unos años antes llamado El estilo trascendental, y sin duda las escenas que mencionás remiten al tercer estadio de sus categorías para dar cuenta del fenómeno de ese estilo. Abrazo y saludos. RK