CRÍTICAS BREVES (14)
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
¿Qué pasó ayer? Parte 3 / The Hangover Part III, Todd Phillips, EE.UU., 2013 (**)
Por Roger Koza
¿La tercera será la vencida? Este film despedida surgido de una comedia inesperadamente exitosa abandona la brillante premisa de la primera de la serie: la amnesia y la reconstrucción mecánica y fotográfica de lo vivido por cuatros amigos que, tras una fiesta sin restricciones de ningún tipo debido al efecto de unas drogas, nada pueden recordar. Es Zach Galifianakis como Alan quien toma el centro del relato en ¿Qué pasó ayer? Parte 3, quien a sus 42 años no parece aún hacer pie en el mundo de los adultos. Así, tras la muerte de su padre, Alan, por pedido de su familia y acompañado por sus compadres de siempre, ha aceptado internarse. Pero en camino a la terapia de dudosa efectividad, un grupo de gángsters interceptan el móvil en el que viajan reclamando unos lingotes de oro. Sucede que Alan mantiene una correspondencia regular con el demencial Mr. Chow, quien además de haber escapado de una cárcel en Tailandia, es quien se ha apoderado del metal precioso del mafioso de turno. Si ubican a Chow y recuperan el oro podrán rescatar a Doug. Eso es todo, o simplemente los rudimentarios elementos narrativos para sumar gags de todo tipo (el más «perverso» y fiel al humor de la serie es el que se ve una vez que empiezan los créditos finales). Menos efectiva que la primera, cuya premisa sobre el lugar de la cámara en la construcción de la memoria le otorgaba un plus filosófico al delirio caótico no exento de fantasías de clase dirigido a una audiencia con exceso de testosterona, ¿Qué pasó ayer? Parte 3 sólo funciona esporádicamente por la fuerza de sus gags de una absoluta incorreción moral y política (la decapitación de una jirafa, el maltrato a una mucama, la humillación verbal a una anciana, la eliminación de un gallo de riña cocainómano, la irreverente interpretación del Ave María en un entierro) y también por la efectividad de un elenco perfecto. Galifianakis es un actor extraordinario, cuya propensión al humor psicótico remite directamente a Harpo Marx, en el sentido que su humor se predica de una absoluta exposición del goce inconsciente sin mediación simbólica. Todd Phillips demuestra ser cuidadoso en la puesta en escena: una subjetiva que reproduce la percepción de Chow desde un paracaídas, la panorámica con la que elige mostrar el único asesinato de la trama y toda la secuencia en donde Alan y Phil se adentran a la suite del Caesars Palace son ejemplos ostensibles de un director que no desprecia el acto de filmar. El amor por todos los personajes es otro rasgo atendible de un film menor con algunas secuencias logradas.
Roger Koza / Copyleft 2013
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