CRÍTICAS BREVES (15)
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Leones, Jazmín López, Argentina-Holanda-Francia, 2012 (**)
Por Roger Koza
La abstracción pertenece tanto al dominio de la metafísica como al imperceptible reino de las matemáticas. Los cinco jóvenes que caminan por un bosque animado durante toda la película son prisioneros de una abstracción. Sin señales de su época, apenas incómodos, van de un lado a otro y atraviesan un paisaje natural frondoso y sonoramente vivaz. La naturaleza virgen desconoce la Historia, y los personajes, en principio, parecen estar fuera de ella, y hasta parecen desconocer su propia historia. Tal vez ya no estén en este mundo. ¿Una teología juvenil? ¿No es un salmo el tema de cierre, de Sonic Youth (“¿Crees en el éxtasis?”)? Los vistosos y virtuosos planos secuencia y la banda sonora de Leones, ópera prima de Jazmín López, pueden ser un viaje sonoro y visual. ¿Éxtasis sensorial? En principio sí, y ahí están para corroborarlo algunos momentos notables como el plano secuencia de la copa de los árboles, una caminata rumbo al mar y especialmente un paseo entre flores silvestres. El ojo y el oído no pueden más que entregarse a cierta tentación física; el registro de un espacio repleto de colores y sonidos inquietantes es irresistible. Pero es justamente en ese formalismo ostensible donde encuentra su guarida cierta insustancialidad retórica y conceptual. Un juego lingüístico inspirado en un microrelato de Hemingway de seis palabras articula gran parte del discurso de los personajes y devela tanto una inquietud por la situación concreta por la que transitan estas criaturas como un problema intrínseco del filme, su límite, su enunciación estéril. Pocas palabras y escasas referencias (un automóvil de lujo, un I-Phone, tres temas musicales) son la cifra de un vacío conceptual. Paradoja irresoluble de una película tan sublime como ridícula: el imaginario de una generación (y una clase) tropieza con su involuntaria maldición de época y su elegante vaguedad.
En alguno de sus libros, Bousoño sostenía que hay obras cuyo placer estético se da después de la comprensión racional, se refería -si no mal recuerdo- al Barroco: a Sor Juana, a Góngora y a estos grandes de la lengua española en donde si no hay un análisis que descomponga y luego sintetice no existe la experiencia literaria y, por lo tanto, no existe el placer que le corresponde. Mencionaba también que hay obras -Lorca, por ejemplo- que no tienen que pasar por ese proceso, obras en donde el placer es previo a la comprensión racional. Es curioso que hables, Roger, de la «insustancialidad retórica y conceptual» de Leones porque a mí me pasó todo lo contrario. Fue una película que creció después de pensarla: creció cuando descubrí la manera en la que articula el tiempo, creció cuando entendí la presencia del paisaje que me gusta mucho cómo describes, creció -en fin- cuando la pude pensar conceptualmente. Tuve, así, dos experiencias: la sensorial que mencionas, y la racional que intento explicar. Más que «vacío conceptual» me parece que es una película que se vuelca sobre su propia forma, y que si esa forma no es parte de la experiencia del espectador entonces sí se pierde la mitad de la película.
En fin, muchas gracias por la crítica y saludos.
Santiago
Estimado Santiago: he visto 4 veces Leones: la programé en competencia en Ficunam (yo la quería para otra sesión, pero mis dos compañeros en programación estaban seguros -como vos- del valor del film), lo que me llevó a verla 2 veces antes de verla en pantalla grande y recientemente la volví a ver.
Entiendo tu parecer, y creo que la argumentación que haces sobre tu propia experiencia es legítima y consistente. Aún así, tengo la impresión que la película está protegida en su belleza natural y formal. Lo diré de otra forma: la forma cinematográfica es madura, las cosas que dicen y hacen los protagonistas pertenece a otro nivel de maduración. Es como si la perspectiva del film fuera tan flotante como la de sus protagonistas. Esto es justamente la diferencia con films como Paranoid Park y Pendejos. Los pibes están pero existe cierta distancia necesaria para mirarlos y filmarlos. Un momento en el que veo justamente esa insustancialidad: el pasaje en el que juegan al voleivol, por ejemplo.
De todos modos, no veo en el film un trabajo sólido sobre la experiencia subjetiva de la pérdida y el fin de la existencia corporal. La escena del llanto en el automóvil me resulta siempre forzada.
López tiene talento.
RK
PS: me pregunto qué habrá portado Kleimann al montaje. Creo que la cadencia de los planos -que dependen esencialmente del registro- tiene que ver con ella, extraordinaria montajista del cine vernáculo.
vi la película en el Bafici y coincido totalmente con Koza: la forma tiene que estar en consonancia (y no simplemente al servicio) con (al menos) una idea.
a propósito, acabo de escribir una crítica para Otra Parte Semanal sobre Los posibles de Mitre, película a la cual le caben las mismas reflexiones de Koza sobre Leones.
santiago, no te lo tomes a mal, pero Lorca no creo q valga la pena solamente por habilitar cierta «experiencia preconsciente» (si lo leíste, lo sabés). Y a la inversa, Gongora y Sor Juana no se han ganado un nombre sólo por ser meras fórmulas matemáticas (ídem).