FIDAÏ
Qué más hacer sino filmar en esta tierra incendiada
por Santiago Gonzalez Cragnolino
La primera película de Damien Ounouri aborda la Guerra de Argelia, es decir la guerra por la liberación del colonialismo francés por parte del pueblo argelino. La historiografía dice que comenzó en 1954 y sabemos que finalizó en el año 1962. A Ounouri no le interesa la historiografía y se acerca al conflicto desde un lugar mucho más personal: el director filma a El Hadi, su tío abuelo, miembro del Frente de Liberación Nacional, agrupación que es la gran protagonista en el relato de la lucha armada contra el ejército francés.
La película comienza en Argelia y muestra la vida cotidiana del tío y de varios parientes en una zona semi rural del país, aunque no tardará mucho en adentrarse en el pasado de El Hadi como soldado del FLN. El tío es un sujeto tranquilo, en extremo amable y en ese tono se realiza toda la película. Ahora, mientras El Hadi habla de forma cansina y su voz resulta apenas audible, la película resuena internamente y de forma cada vez más intensa, a medida que va apareciendo el pasado de violencia; el del tío y el de su país.
Con total acuerdo de su tío, Ounouri comienza a confrontar a El Hadi con su historia. Nos alejamos momentáneamente de los paisajes y del afectuoso trato con los nietos, para hacer un viaje junto a Ounouri y El Hadi por los espacios que definen la historia de este hombre como miembro del FLN. En este viaje los dos hombres actúan algunos episodios en los que el tío atacó y asesinó a figuras importantes del bando francés. También vemos el emotivo reencuentro en París con un viejo compañero de lucha, marcado por el afecto y la amistad.
Con algunas imágenes de archivo y algunos intertítulos que muestran las consignas de los procedimientos brutales del ejército francés, se sitúa al espectador en el contexto en el que actuó El Hadi. El tío es una figura histórica, sin mayúsculas, un hombre y sus decisiones frente a un tiempo salvaje. Pero no se trata de mostrar la ambivalencia del personaje, ni de una justificación de la violencia, se trata de comprender a un hombre frente a circunstancias que para muchos espectadores exceden lo imaginable, aunque para muchos fueron o son vivencias cotidianas. Se trata entonces no de “humanizar” a un hombre, sino de entenderlo en toda su dignidad.
Uno de los grandes logros de Fidaï es convertir al paisaje en un argumento para entender a El Hadi. De vuelta en Argelia, más precisamente en su casa vemos a sus nietos corretear en el campo junto a algunas cabras en torno a un único árbol. Sobre la imagen, se escucha la voz en off de El Hadi en un pasaje que puede recordar superficialmente al cine de Terrence Malick. Otro plano memorable es ese que nos muestra al tío en la cima de una colina mientras de fondo y en la lejanía se ve la ciudad, deslucida, no particularmente llamativa. Estos planos son hermosos por toda la dignidad que le devuelven a esos palmos de tierra que no podrían ilustrar postales, que prefieren imágenes más lustrosas, menos colmadas de polvo y vientos llenos de tierra. Esos planos le dan sentido a la lucha de El Hadi: frente al atropello y la violencia colonialista, la pelea de El Hadi cobra un sentido que excede al de las confrontaciones nacionalistas y ponen en juego en la mente del espectador ese concepto tan difícil de definir que es el de “libertad”.
Al final de la película vemos un auto que recorre una sinuosa carretera que recuerda a las rutas de Kiarostami. Sobre esa imagen escuchamos la voz de El Hadi que dice que “esta es la tierra más hermosa que jamás conocí”. Bellos planos entonces y bello gesto el de Damien Ounouri al filmar desde una postura que se vincula al mejor cine, aquella que prefiere intentar comprender antes que sentenciar.
Fidaï se proyecta este sábado 20/7 a las 23:00hs en el Cineclub Municipal Hugo del Carril (Bv. San Juan 49).
Santiago Gonzalez Cragnolino / Copyleft 2013
Santiago: me gusta el texto y la película. Ambos se entienden muy bien. A DO le encanta el cine de Kiarostami ex-profeso. Y el final, como bien decís, tiene algo de eso, aunque lo que sucede en esa secuencia, su violencia y precisión política, no pertenece al mundo de Abbas. Saludos. RK
Roger: gracias. Sobre lo que decís sobre la violencia: lo primero que se me vino a la cabeza es que debe ser la pelicula que filma con mas amabilidad el pasado violento (de un hombre, de un país) que vi en mi vida.
No es una pelicula tibia tampoco, ni de esos retratos maniqueos («es bueno pero es malo pero es bueno») que hacen varias peliculas que con toda seguridad nos muestran que en el fondo no saben que decir, pero son lo suficientemente astutas como para parecer inteligentes.
Y acá en realidad no hay nada que «decir», la parsimonia con la que se hizo la película se adecua a todas las puntas que pueden tocar a un eventual espectador. Creo que la mas importante es la que permite tomar la distancia justa para no juzgar a El Hadi y al mismo tiempo acercarse al viejo, hacer un poco menos ajena su experiencia. Si una pelicula puede hacer eso, yo creo que ha logrado algo importante.
Me parece estupenda la incorporación de Cragnolino. Después de leer esta reseña fui el domingo al HDC.