BARBARA

BARBARA

por - Críticas
10 Ago, 2013 01:47 | 1 comentario

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

MEMORIAS DE LA ANTIGÜEDAD IDEOLÓGICA

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Barbara, Alemania, 2011

Escrita y dirigida por Christian Petzold

*** Hay que verla.

Una película sólida y madura del director alemán más interesante de su generación. 

A diferencia de varias películas alemanas recientes, el último film de Christian Petzold, el miembro más reconocido de la Escuela de Berlín, no reconstruye la pretérita Alemania del Este en términos de nostalgia. Los viejos tiempos, cuando un muro físico separaba dos estilos de vida, no son en la mirada de Petzold un pasado mítico donde la falta de libertad se compensaba por un orden menos injusto. Su visión es sensiblemente ambivalente, como todo lo que sucede en la película.

Desde el comienzo, la vieja Alemania se define aquí por dos acciones “invisibles”: vigilar y sospechar. La vida de los otros es una preocupación de todos, y ya en la primera escena Petzold propone una perspectiva: Bárbara, que viene de Berlín y ha estado presa unos años, llega unos minutos antes al hospital en el que retomará su profesión de médica. De un plano medio del hermoso y adusto rostro de Nina Hoss (un axioma en el cine del director) a un plano general que reproduce el punto de observación de un miembro de la policía secreta que la presenta al jefe del hospital, la película transmite una experiencia social dominante.

Bárbara es circunspecta y distante; su enemistad con el régimen socialista es ostensible, pero las razones de su malestar y de su desconfianza nunca se revelan del todo. Siente cierta simpatía por André, el joven doctor a cargo, y un gran compromiso con los pacientes, en especial con una adolescente que proviene de un “campo de concentración” y un joven que ha intentado suicidarse. Su vocación médica no es incompatible con su disidencia ideológica. Aunque la STASI la vigila siempre y revisa desde su casa hasta sus genitales, no renuncia a sus actividades “ilegales”: conseguir visas y papeles para que otros pasen del otro lado del muro.

Bárbara es un film apasionante y asombroso: la indeterminación de su posición ideológica hace que no haya buenos y malos, y es por eso que la experiencia socialista, a pesar de ser examinada sin condescendencia, no es condenada del todo. Petzold plantea una especie de fenomenología de la mentalidad de aquella época y descubre que el compromiso y la sospecha son signos precisos del alma colectiva. En ese sentido, algunos diálogos entre Bárbara y André funcionan como una síntesis de todo lo que está en juego. Una discusión sobre la responsabilidad del saber científico ante el proletariado y una misteriosa interpretación de “La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp”, de Rembrandt, es todo lo que se necesita para entender las coordenadas simbólicas de la película. Y salvando las distancias, si Rembrandt era un mago de la luz, Hans Fromm, el director de fotografía de Petzold, también hace maravillas con la luz: los verdes, los naranjas y los azules predominan en los planos nocturnos, una cualidad de la puesta en escena con la que se apropia de una experiencia colectiva proclive al resguardo y a un temple moderado y circunspecto de existencia. Los colores revelan una subjetividad y una época.

El film de Petzold es un viaje hipnótico a un continente perdido, un territorio simbólico que Jim Hoberman llamó “la Atlántida Roja”. Un viaje a un lugar y un tiempo no tan lejanos que, vistos desde hoy, son casi del orden de lo impensable.

Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de agosto 2013

Roger Koza / Copyleft 2013