CINECLUBES DE CÓRDOBA (15): VIAJES Y ROMANCES
Por Roger Koza
El misterio ya fue revelado: Jesse y Céline, finalmente, tuvieron hijos y vivieron felices para siempre… ¿Fue así? Toda una generación (de clase media, mayoritariamente) esperaba la tercera entrega de un presunto clásico del cine romántico de todos los tiempos. Primero fue Antes del amanecer, después Antes del atardecer y ahora Antes de la medianoche. Durante casi dos décadas, Richard Linklater, acompañado por Ethan Hawke y Julie Delpy, reinventaron en sus propios términos la aventura romántica, el tema predilecto de muchos hombres y mujeres que todavía creen en el proyecto amoroso y van al cine a refrendar su creencia más preciada.
Se ha dicho de todo: la pareja resulta demasiado burguesa; sus dilemas filosóficos sólo tienen asidero si uno se va de vacaciones a Grecia; él es demasiado narcisista y adolescente, ella demasiado feminista e histérica y el punto de vista del filme secretamente machista. Para algunos se habla demasiado y no hay mucha diferencia con el teatro (filmado). Las objeciones de los detractores de Antes de la medianoche pueden entenderse y atenderse si se las considera aisladamente y no se mira el filme a fondo y como un todo.
Antes de la medianoche extrae su fuerza de otra dimensión de la vida humana que va más allá de los avatares del corazón y su gramática. La fuerza reside en habilitar una experiencia colectiva sobre el tiempo. La historia de amor se desenvuelve década a década, y nos reencontramos con los personajes envejecidos. Son ellos pero hay variaciones, y eso se duplica fuera de la pantalla: sus fieles espectadores tampoco somos los mismos. De ahí el fervor generacional: la experiencia es un ida y vuelta.
Pero Antes de la medianoche sigue siendo el mayor referente de una noción lúcida del romanticismo. El amor solamente puede sostenerse en la conversación. Tener buena cama es una condición inicial, pero sin la palabra los amantes agotan sus promesas iniciales. Lucidez que también anuncia el discreto alcance de la vida en pareja, como sugiere magistralmente la primera escena. Linklater demuestra ser uno de los directores que mejor entiende cómo se filma el habla. (Del jueves 5 al domingo 8, en el Cineclub Municipal Hugo del Carril, Bv. San Juan 49).
Una historia sencilla
Pies en la tierra es la ópera prima de Mario Pedernera. El intenso y talentoso actor cordobés Francisco Cataldi compone a Juan, un joven paralítico que se gana la vida vendiendo pescado. La inesperada muerte de su madre, con quien ha vivido toda su vida, lo obligará a buscar a algunos familiares que viven lejos. Esta road movie se predica de las dificultades motrices de su protagonista, pero justamente de ese impedimento surge su fuerza narrativa y visual: los planos generales de Juan viajando con su silla de ruedas son parte del encanto del filme, que siempre evita convertir el paisaje en postal e insiste en la fuerza de voluntad del personaje y su paulatina transformación. Como en todo filme del género, los encuentros con transeúntes y otros viajeros son fundamentales para que el héroe en cuestión pueda acceder a un nuevo estadio de su propio aprendizaje. Un buen debut, en el que se nota los aciertos y las vacilaciones en la puesta en escena.(Del lunes 2 al miércoles 4, en el Espacio INCAA de Ciudad de las Artes).
Demasiada lucidez
Singularidades de una chica rubia, de Manoel de Oliveira: ¿qué decir de una pieza breve y genial? “Lo que no se puede contar a un amigo o a una esposa, se lo puede contar a un desconocido”. Esto es lo que piensa Macário mientras viaja en tren, y efectivizará su pensamiento minutos después con la pasajera que tiene al lado. El relato en cuestión será la película, una historia de amor fallida entre él y una rubia bellísima y muy joven que verá por primera vez desde la ventana de su trabajo. No será la última vez que veremos a su confidente, pues la puesta en abismo articula el relato y no sólo habrá un par de flashbacks entre quien relata y el relato en sí sino también una visita a una casa dedicada a Eça de Queiroz, autor de la pieza aquí adaptada, y un homenaje a Fernando Pessoa (referencia constante en la obra de De Oliveira), citado y leído por el gran Luís Miguel Cintra: “Existir claramente, y saber hacerlo sin pensar en ello”, frase que pertenece a “El cuidador de rebaños” y que tácitamente alude al comportamiento del amante alicaído. La sencillez de la historia, un joven contador que pierde injustamente su trabajo y busca la forma de garantizar seguridad económica a su enamorada sin lograrlo del todo, hasta que su tío y previo empleador acepta la decisión del sobrino de casarse, se combina perfectamente con la magistral puesta en escena: el extraordinario uso de la profundidad de campo en varias escenas (como en varias ocasiones sucede con las miradas entre los enamorados desde las ventanas, o como se elige mostrar y vincular el recitado de Pessoa con el devenir del relato entre los personajes, durante una reunión social aristocrática), el contrapunto entre las convenciones y conductas de un cuento moral decimonónico y la contemporaneidad política aludida en algunas ocasiones y la inteligencia del director de 103 años para transmitir a través de planos generales de Lisboa y sus calles y monumentos la Historia (y la civilización) contenida en los ladrillos y el espacio público. (Cineclub Municipal Hugo del Carril, 20.30hs)
Otro viaje
Caravana de paz (1950), una de las grandes películas de John Ford, es un extraño viaje por el Oeste. Dos vagabundos son los guías de un duro periplo en carreta emprendido por una comunidad de mormones en pos de un nuevo sueño. Ford vuelve a demostrar su capacidad infinita para filmar los vínculos en el seno de una comunidad pequeña y para transformar el paisaje desértico en una entidad cinematográfica cuyo horizonte es siempre el anuncio de una esperanza. (Martes 3, a las 20.30, en Cinéfilo Bar, Bv. San Juan 1020).
Con respecto a Antes de la medianoche, debo decir que me dejó dudas. Fui fanático incondicional de las dos primeras, y esta me dejó ganas de más. Supongo que, para hacerle justicia, deberé reverla luego de un tiempo.
Por ahora, me parece que en el film se ve algo que ya se translucía en el anterior: una Celine que se termina acaparando la película, y esto no es necesariamente bueno, y un Jesse totalmente absorbido. Supongo que tenían tanto temor a los chichés y tenían tantas ganas de dejar bien en claro que ellos son cero-machistas, que todo esto les salió un poco en contra… Sí, Celine, ya sabemos que eres toda una mujer occidental del siglo XXI, que no te van cosas como el machismo y la falocracia, ya sabemos que no necesitas un pene para gozar, que te vales por ti misma para cualquier cosa, bla, bla.
Insisto, creo que el personaje femenino se molestó tanto en mostrarse «libre e independiente de toda estructura e ideología falocrática»que terminó perjudicando el final del filme.
La charla que tienen en la mesa con los escritores, de lo mejor de la película.
Y la conversación en la habitación, si la hubieran manejado más de lo Tape, hubiera sido magistral.
Uno se pone un poco exigente con el filme por lo mucho que me gustaron los anteriores. Ya no hay películas conversadas hoy en día, a lo Rohmer, así que amigo Linklater, haz películas por un buen tiempo.
Me dieron muchas ganas de ver la última de Manoel de Oliveira y más con ese guiño que le hace a Pessoa y a ese poema tan particular.
Diego: es excelente.
Coincido en que Linklater filma el habla como pocos. Ver si no «Bernie», su película anterior (creo), una especie de falso documental que logra extraer del habla de los personajes tanta verdad y candidez (ejemplo: «guaran-dam-tee») como violencia, acercándose al Herzog de «Into the abyss».
Para mí uno de los méritos de Linklater en ésta trilogía Before… y en toda su filmografía en gral. es la indagación de los personajes sobre la cuestión de la identidad, lo onírico y cierta preocupaión política que podrá parecer ingenua pero que para mí es interesante teniendo en cuenta el panorama del cine estadounidense actual.
Pasear y conversar es gratificante y verlo en pantalla con la elegancia de Linklater todavía más.
Quizas filma tan bien el habla que cae en los vicios y debilidades de una conversación: desvariar, alguno que se cuelga hablando y otro que escucha aburrido. Tal vez linklater los dejó hablar se dedicó a filmar.. y uno de esos personajes no paro de hablar de sus problemas, se olvido del tema inicial, y los otros no supieron como pararlo.. mas que siguiendole el juego e inventándole un cuentito.
Sólo linklater podía filmar dignamente esos monologoversaciones.
Por cierto.. la pelicula esta magistralmente fotografiada.. entre tanto dialogo nos olvidamos del fabuloso trabajo del DF.