TRES DE CORAZONES
**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver ● Sin Valor
por Roger Alan Koza
Los machos
Tres de corazones, Argentina, 2007.
Dirigida por Sergio Renán. Escrita por S. Renán, Carlos Gamerro, Rubén Mira
* Tiene un rasgo redimible
El último filme de Sergio Renán es un homenaje a Juan José Saer, pero fundamentalmente es un retrato del machismo argentino en su versión marginal.
Se insiste, hace ya un tiempo, en decir que existe un nuevo cine argentino. Fenómeno verificable aunque problemático, en el Atlas 2007 de la prestigiosa revista de cine Cahiers du cinema se postula una tercera generación. En efecto, películas como la excelente El tiempo robado, de Matías Piñeiro y la inquietante El asaltante, de Pablo Fendrik, pertenecen a esta nueva camada. Pero el ecosistema cinematográfico es ostensiblemente múltiple y excede la hegemonía de las nuevas generaciones. Cada vez que se ve la banderita argentina con un tanguito de fondo previo al comienzo de un film hecho en el país, todo es posible. Y ahora, además, se produce cine en San Juan, bajo la extraña fantasía de convertir una tierra de vinos en un Los Angeles del Sur.
Es precisamente en esa geografía en donde Sergio Renán, de 74 años, quien no pertenece a ninguna de esas tres generaciones, elige llevar adelante esta transposición de un cuento, “El Taximetrista”, del notable escritor santafesino y recientemente fallecido Juan José Saer. Se trata de un sentido homenaje, sin dudas, uno que un artista polifacético como Renán le dedica a un hombre de la literatura.
Si el título elegido puede remitir al universo del juego, este melodrama y retrato costumbrista solo comparte con la timba la lógica del azar, pues sus personajes centrales (y secundarios) más bien reptan sin destino, esperando quizás un golpe de suerte, algo que modifique la sordidez existencial que predomina en sus vidas. Así, un encuentro furtivo en un ómnibus, entre un camionero, Angel, que va de regreso a su pueblo natal y Dora, una enfermera con diploma aunque también bailarina, puede ser la promesa de una vida deseada. De lo contrario, solo queda una evidencia, un estado de cosas: la violencia muda de una cotidianidad devenida en estéril supervivencia.
Si el camionero se convierte en taxista y la enfermera en prostituta se debe a que un tercero aparece en sus vidas: un obsceno y carismático gángster local, Coria, dueño de una empresa de taxis por el día y un prostíbulo por la noche. Sus chóferes y sus furcias son sus protegidos, aunque la trasgresión del orden impuesto por este padrino marginal, admirador de Sandro, puede costar muy caro. Situación arriesgada para Angel adoptado por Coria como un hermano menor. Peligro evidente para Dora pretendida por el jefe.
Narrativamente clásica y lineal, el realizador de La tregua y la inexcusable La fiesta de todos, el panfleto cinematográfico más perverso de la última dictadura, elige una puesta en escena austera pero precisa, y nunca convierte a San Luis en un paisaje turístico. Pero el fuerte del filme está en algunas interpretaciones: el desbordante Luis Luque y la prometedora Mónica Ayos.
Desprovisto de las digresiones filosóficas de la pieza literaria aunque fiel a ésta, Tres de corazones es algo más que una pintura costumbrista. Es la exposición (cómplice o crítica) de una cultura machista que anida en nuestras prácticas cotidianas y atraviesa la pertenencia de clase (y de género), y que alcanza, en este film desparejo aunque a veces interesante, su apoteosis en el pasaje en el que Coria imita a Sandro, clímax que condensa una idiosincrasia.
Copyleft 2000-2007 /Roger Alan Koza
Esta crítica fue publicada por el Diario La Voz del Interior durante el mes de junio de 2007.
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