AFORISMOS VISUALES 2
LA LÍNEA DE FUGA
Tras ver la ceremonia del Oscar después de tres horas insoportables, hubo un sólo momento real, más acá del limbo en el que vive esa gente que dice hacer cine. Glamour, patriotismo, divismo, chauvinismo, pelotudismo. Y en eso esa anécdota maravillosa llamada Once se lleva la estatuilla por mejor canción, y es un momento en el que algo de otro orden sucede. Hasta el cínico de Stewart, el anfitrión de turno, se da cuenta y habla de la «arrogancia» de Glen Hansard, protagonista y compositor de la música del film. Ya lo había visto en Cannes cuando Ventura, el personaje principal de Juventud em marcha, llegaba al gran teatro Lumière. Y entonces lo imprevisto, lo que está fuera del plan para que no pase nada, el guión obsesivo y castrador que protege para que nadie diga lo indebido y todo sea un gran simulacro. Regresa la compañera de Hansard, Markèta Irglová y le dedica el premio a los independientes. Nadie entiende nada porque está fuera del programa y la desconocida ya había recibido su Oscar aunque no se le había concedido la palabra. Tres minutos reales que justifican tres horas banales. Gente que no viaja en limousine. Sujetos que desenmascaran la infinita boludez de esta máquina semiótica conocida como Hollywood y su obscena autocelebración de los premios Oscar, ejercicio de canonización a la fuerza de películas berretas. (Roger Koza)
Discrepo: la autocanonización la practican todos: Cannes, Berlín, el BAfici y Pantalla Pinamar. Hollywood (si es que puede reducirse una industria al nombre de un barrio) como toda maquinaria produce las berretadas mecionadas algunas veces premiadas y otras ignoradas, y también genialidades, algunas veces reconocidas y otras flagrantemente no, una gama tan grande de matices como ninguna otra cinematografía del mundo puede arrogarse.
Concuerdo: todos canonizan, para bien y para mal, pero el problema yace en el poder que tiene Hollywood y cómo ello define el cine, más allá de que Cannes y Berlin, respectivamente, tengan y pretendan ofrecer un contradiscurso. No hace falta ver las contradicciones de Cannes: Shrek, El código da Vinci, o directamente premiar a Moore. Es el lado cholulo no culto del festival. Su lado cholulo culto también es insoportable. Pero en Cannes compiten Pedro Costa, los Dardenne antes de ser canonizados y Hou Hsia hsien. Berlín, en ese sentido, ha perdido rigor y riesgo, y ganan películas de segunda categoría que pasan como grandes películas. El Bafici permite algo increíble, que en nuestro continente solamente ocurre en FICCO: vemos que existe otro cine. Su canonización, que es una pedagogía, no pasa por las dos competencias, sino´por la retrospectivas, los directores en foco y la selección de varias películas que se ven dispersamente en muchos festivales del mundo. Sin embargo, el BAFICI sigue en un período de redefinición; Peña no logró, para bien y para mal, darle su impronta. Veremos qué habrá de ser ante la conducción de Wolf. Se necesitan 3 años. Respecto de Hollywood: lo que decís es cierto también. Hay películas, hay cineastas, en el medio de una máquina expansiva al servicio de un mercado y de un sistema ideológico específico. De este año me gusta Petróleo sangriento, a pesar de que tiene deficiencias notables, no de índole formal, pues PT Thomas es muy elegante al respecto. Me refiero a la falta de rigor histórico y a una cierta discreción con la que se posiciona respecto de sus personajes y extras, estos últimos, la clase obrera, que como el propio Daniel, parece no conocer. Muchas gracias por escribir y leer este blog. Y te cuento: mañana subo una nota nueva de Prividera, que despotrica contra Cannes, entre otras cosas, aunque la nota, lúcida y lucida, es mucho más que eso. RK