ALAIN RESNAIS (1922-2014)
Por Roger Koza
“Una persona es una memoria que actúa”, se afirma en Mi tío de América. Esta declaración condensa la totalidad del cine de Alain Resnais. En efecto, su cine es un viaje caleidoscópico al misterioso e insondable territorio del cerebro y las complejas operaciones de este órgano del que tan poco conocemos. El legendario crítico de cine Serge Daney decía sobre el cine de Resnais: “Todo lector de crucigramas sabrá de qué hablo si digo que ver un film de Alain Resnais es una actividad que podría ser definida como «deporte cerebral»”.
Nacido en 1922, Resnais fue primero director de fotografía y montajista. Cuando uno ve un filme de Resnais la sucesión de planos que lo componen parece orquestarse como si las imágenes fueran frases musicales. No es extraño entonces que los personajes de Conozco la canción expresen sus sentimientos cantando, no al modo de un musical, sino como si las canciones pensaran por ellos y estructuraran su mundo emocional. La música planea en su cine.
A Resnais se lo suele confundir como un miembro de la Nouvelle Vague, el mítico grupo conformado por Godard, Truffaut, Rohmer, Rivette, quienes forjaron un concepto moderno del cine. No fue un extranjero de aquella banda de cineastas radicales, pero Resnais fue moderno antes que todos ellos. Hace un año en Marienbad y Muriel son películas ultramodernas realizadas al inicio de la década del ’60.
Mi tío de América es un filme esencial: combinando divulgación científica y narrativa, ciencia y ficción, la película es un ensayo fluido y lúcido, aunque perturbador, de nuestros comportamientos más inconscientes pero también visibles y reconocibles. Bajo el marco conceptual del ya fallecido Henri Laborit, un heterodoxo neurólogo conductista, tres personajes, interpretados por Depardieu, Nicole Garcia y Roger Pierre, ejemplifican una teoría sobre la conducta basada en la división de nuestro cerebro en tres secciones según la cual el homo sapiens es al mismo tiempo un reptil, un mamífero y un ser humano propiamente dicho. Quizás pueda molestar ser equiparados con ratas de laboratorio, pero ver el desenvolvimiento de un político, una actriz y un gerente empresarial, y sus dramas, pasiones y fantasías, convierte a todo el experimento en un espejo temible y fascinante en el que cualquier espectador puede ver su propio rostro, su propio deseo. La puesta en escena es magistral, y la inteligencia formal de Resnais compite en exactitud con las apariciones de Laborit explicando los laberintos pulsionales de la naturaleza humana.
Es que el tema central del cine de Resnais es la especie humana. Y es por eso que fue él quien mostró por primera vez el Holocausto en imágenes. Esa elegía de la dignidad humana llamada Noche y niebla (y los primeros 20 minutos de Hiroshima mon amour) permanecerá como una advertencia sobre lo que puede hacer el hombre, ese curioso animal racional.
Roger Koza / Copyleft 2014
Me pregunto qué se muere del cine cuando mueren grandes cineastas. No es que se pudiera esperar otra obra maestra de Resnais o que la memoria del cine parezca más endeble que la de otras artes, sino acaso que sigue siendo «un proyecto inconcluso», en el sentido en que Habermas lo decia de la moderndad. De hecho todo el proyecto de Resnais se resume en esos primeros minutos de «Hiroshima mon amour», e incluso se podría decir que ahí ya está en potencia toda la Nouvelle vague, e incluso el Godard más actual. Resnais se muere después de haber vivido y filmado largamente, y sin embargo es como si aun estuviéramos en ese inicio, cuando todo era posible (y tal vez ya no lo sea: ese es el verdadero origen de la tristeza).
«De hecho todo el proyecto de Resnais se resume en esos primeros minutos de ‘Hiroshima mon amour'» (NP): si alguien quería ser muy muy injusto con Resnais el día de su muerte, si alguien quería ser incluso difamatorio, no debía hacer más que afirmar eso.
Hay que ser muy miserable para leer un elogio como «difamatorio», pero no podía ser sino de parte de un anónimo difamador que no descansa ni en los obituarios… Pero bueno, está en su naturaleza de escorpión. Gente como esta le da la razón al conductista de «Mi tio de América», película extrañanamente pesimista para un humanista como Resnais.
Gracias Roger por la necrológica. Cuando alguien muere a los 91 años y deja tras de si una obra semejante, parece no haber demasiado lugar para la tristeza, y sin embargo, con la partida de Resnais siento que una manera única de entender y hacer cine llegan al final. Resnais, como Buñuel, fue un artista sin molde, inquieto, contracultural y lúcido hasta el fin de su vida, un humanista a contrapelo de las ideologías y los discursos bienpensantes y un realizador sensible e innovador cuya próxima película era siempre un enigma y una promesa. Nos queda su obra que debe y puede volver a revisarse como las páginas de un libro que se reescribe con cada nueva lectura. En la cisura del siglo, en la caída del humanismo clásico en la que se suele situar con Rossellini el nacimiento del cine moderno, Alain Resnais inscribe y proyecta una marca propia, distinta, singular, en la que late un humanismo de nuevo cuño, ambiguo, incierto, apenas visible entre las acechanzas de la memoria, la razón y el deseo. Con Resnais muere también una forma única de exponer y nombrar la ternura y la oscuridad de nuestro mundo.
Gracias por destacar como corresponde esta obra mayor de uno de los mayores cineastas del siglo XX. Me extraña profundamente que incluso sus apologetas cristalizacen su trabajo en Noche y Niebla, Marienbad e Hiroshima. La cúspide es ésta. Y es una cúspide que aún no vuelve a ser alcanzada. Hasta el cine de Antonioni parece entretención de feria al lado de la profundidad de las implicaciones derivadas de esta maravilla.
Saludos.
«Me extraña profundamente que incluso sus apologetas cristalizacen su trabajo en Noche y Niebla, Marienbad e Hiroshima»: PERFECTO.
Che «Larsen», quién te creés que sos para andar evaluando los comentarios de la gente? pará un poco, es bello lo que dice «NP». Es molesto leer esas agresiones por acá, encima anónimas. Si no te gusta, escribí una respuesta respetuosa por favor. Nada más.
Mi tio de América fue una película que me marcó en la adolescencia. Me tuvo en vilo durante todo el metraje con ese conductismo algo nihilista que atravesaba a los personajes hasta desarmarlos, pero solo para llegar a ese final lleno de humanismo y misterio. Uno de los finales más lindos de la historia del cine.
Creo que no hay un autor en la historia del cine que sea tan virtuoso formalmente (dominaba técnicamente todas las areas) e intelectualmente como Resnais. Siempre estuvo adelantado a su tiempo. Incluso en sus últimos films se dan el gusto de pasar de lo popular a la vanguardia en un parpadeo.
Una belleza el documental «Las estatuas también mueren» que hizo junto a otro grande que se fue hace no mucho tiempo atrás, Chris Marker.
Corazones (2006) demostró que pasados los 80 seguía siendo uno de los directores más interesantes de Francia, por ello no dejo de sentir su muerte como prematura.
Agrego que Vous n’avez encore rien vu, su anteúltima película, es una pequeña obra maestra, hecha ya superados los 90 años. Además de la multiplicada puesta en abismo que acomete con muchos actores habituales de su reparto y algunos otros famosos y consagrados -como Picolli y Amalric- haciendo de sí mismos interpretando una obra de teatro de Anouilh basada en el mito de Orfeo y Eurídice, resulta fascinante sobre todo el juego que establece entre «ficción» y «documental», al dar cuenta de un modo amoroso y algo melancólico de la inscripción del paso del tiempo en el cuerpo de los actores…
…Adios al querido. intenso, experimental Resnais… como siempre se dice, ‘quedan sus películas’… ahora, digo: que bueno que su última película se llame ‘Amar, Beber, Cantar’!… ¡Que manera feliz de irse!…