ALGO VIEJO, ALGO NUEVO, ALGO PRESTADO

ALGO VIEJO, ALGO NUEVO, ALGO PRESTADO

por - Críticas
07 Dic, 2024 10:35 | Sin comentarios
Registros caseros “reales” insertados en una trama de ficción interpretada, a su vez, por los protagonistas de aquellas imágenes familiares. El contexto/pretexto de esas inclusiones: los espacios en los que funciona, la dinámica cotidiana y las personas que ponen en marcha un sistema financiero (¿ilegal?) con historia en el sur del conurbano bonaerense. Sepan les lectores que la última película de Hernán Roselli, no se ciñe a estos procedimientos formales y argumentales. Desde la primera imagen, ofrece mucho más para ver.

LOS COLORES DEL DINERO

“Lo representado no es lo real”

Roland Barthes

“El archivo es ante todo la ley de lo que puede ser dicho, 

el sistema que rige la aparición de 

los enunciados como acontecimientos singulares”

Michel Foucault

Algo nuevo, algo viejo, algo prestado es el título formidable de una película formidable, la tercera en largometraje dirigida (producida y también escrita) por Hernán Roselli, realizador y montajista virtuoso (es probable que, en su caso, ese atributo alcance a ambos oficios o los vuelva uno solo) del cine nacional. El sistema de inserciones o de capas que desenvuelve la película, también incumbe al título, ya que se trata de una línea de diálogo que, a su vez, refiere una práctica/creencia popular entre las “novias”. Aunque más relevante que eso, es constatar que ese título anuncia una poética que interpela la ortodoxia: ¿cómo se hace para que una “película documental” sea “una película” a secas, sin renunciar a ser “un documental”? O sea, ¿qué es el cine documental? O mejor aún, ¿qué es el cine?

Se ha dicho en otras críticas que “Rosselli toma prestado ese material que es viejo y hace algo completamente nuevo”. La cosa fue así: Hugo Felpeto, vecino de Lomas de Zamora, desde su juventud filmó escenas familiares, respetando la cronología de los acontecimientos conforme sucedían. Noviazgo y casamiento con Alejandra, nacimiento de Maribel, entre otros sucesos. Roselli tuvo acceso a esos materiales y, al visualizarlos, intuyó o conjeturó que Hugo les había imaginado destino cinematográfico. En otras palabras, la colección de imágenes que recibió contaban una historia que merecía o debía expandirse. Entonces, escribió un relato engañoso (con ecos de la historia reciente) que, como el de Mauro (2014, opera prima de Roselli) gira en torno al dinero (su producción y circulación). 

Ése fue el esmero de Hernán Roselli: transportar un “documental” familiar hacia una ficción que contara otra historia, pero interpretada por las personas “reales”. Hugo, Alejandra, Maribel y la “comunidad” de amigues y vecines que se ven en pantalla, actúan de elles mismes. ¿Se dedican o dedicaron al juego clandestino? No, nunca. ¿Son actores profesionales? Salvo Maribel y algún que otro personaje secundario, la mayoría de los papeles fueron encarnados por actrices y actores no profesionales. 

De a poco, a medida que transcurren los minutos y las escenas, cobra cuerpo otra trama de las tantas que Roselli compaginó, sincronizó y desincronizó, calibrando la distancia entre los hechos y sujetxs “reales” con los representados. Lo viejo que tomó prestado el director (además de los registros de la familia Felpeto) es una historia conocida por les habitantes del conurbano bonaerense: el juego clandestino es tan antiguo como estructural en la vida de esas micro sociedades que son los municipios. Fortalece una economía “paralela”, más o menos organizada en redes, alimentada por la comunidad y “resguardada” por “la Policía” y “la Justicia”. Modelo que, si bien replica el mainstream financiero, reparte retornos en toda la cadena de complicidades y beneficia a les jugadores evitándoles costos impositivos.

Lo nuevo resultó en una película brillante, minuciosa, entretenida, de a ratos una comedia, de a ratos un thriller, de a ratos un reality show policial. Hernán Roselli abrió la caja de herramientas y usó las precisas (el fuera de campo, la manipulación del sonido, los encuadres, la iluminación, el escalamiento de planos) a fin de enrarecer la linealidad del relato y, no obstante, mantener ajustado el verosímil. En todo momento, Algo nuevo, algo viejo, algo prestado es un documental y en todo momento es una ficción. Y, por si no fuera suficiente, como telón de fondo, despliega la acuarela de una Argentina que sobrevive en los bordes de la legalidad, las lealtades y las traiciones. 

A lo largo de su obra escrita, Jean Louis Comolli afirmó y reafirmó que “mostrar no es filmar. El cine trabaja con las carencias de lo visible —lo que lo limita, lo que lo socava, lo que lo vela.” En ese desafío, en ese plisado, hay que situar la filmografía de Hernán Roselli: la política de sus imágenes se planta en el marco de una sociedad, de una época, que abomina de mirar la carencia. 

Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, Argentina, 2024.

Escrita y dirigida por Hernán Rosselli.

María Iribarren / Copyleft 2024