(ALGUNAS) PELÍCULAS SUBVALORADAS DE LA HISTORIA DEL CINE
Por Nicolás Prividera
El paréntesis del título implica que esta lista es más provisoria aún que la de las películas sobrevaloradas… Básicamente, por dos motivos: 1) porque en una era posmoderna, por definición ya casi no hay películas “subvaloradas”: todo film es pasible de ser redescubierto (aunque no todo film subvalorado en su tiempo pueda alcanzar la categoría de “maldito”). Por tanto, 2) una lista como esta es abierta por definición (y desde ya le sugiero a Jorge García que la siga en su columna). Entonces, si de la anterior lista se deducía que cada cual puede hacer la suya, en este caso esa premisa vale doble. Aclarando pues que estas líneas se refieren a obras conocidas que no suelen entrar en los rankings, vayamos a ellas:
1) Black Narcissus: No voy a repetir lo que escribí en una vieja nota sobre esta película inclasificable y “menor” (en el sentido deleuziano: una obra que pone en tensión al canon, que viene a inquietarlo más que a cerrarlo). No es la única película notable de su director, Michael Powell (que tiene en su haber al menos dos obras igualmente extraordinarias que violentan su género: el musical con The Red Shoes y el thriller psicológico con Pepping Tom, filmada el mismo año que la mucho más famosa Psicosis), pero sin duda Narciso negro es la que lleva al extremo las contradicciones (como no podía ser de otro modo en un film materialista sobre la religión, o un film religioso sobre la materia…). Y lo logra sin grandilocuencia ni humanismo vacuo, y mucho menos con ese distanciado cinismo del que hace gala el cine que malentendió (y dilapidó) la herencia del cine moderno (ese bressonismo mal entendido, que aquí es impugnado avant la lettre). Casi contemporánea a Roma, cittá aperta (la película que se para sobre las ruinas del cine clásico), Narciso negro opta por un camino inverso (instalando la duda en el corazón del clasicismo, pero sin renunciar a la modernidad): la lejanía (pero no el exotismo), el expresionismo (pero no la irrealidad), el melodrama (pero sin conciliación final). Tal vez por todas esas resistencias (y esa imposibilidad de apropiación posmoderna) no rankea en las listas (por lo que me parece adecuado que encabece esta).
2) Más allá del olvido: Parafraseando a Borges, podríamos decir que es “una de las mejores películas argentinas, es decir, una de las peores del mundo”. Si hubiera sido producida en alguno de los países centrales que dominan en las listas canónicas, esta película sería una famosa obra maestra (y se podría decir lo mismo de alguna película de ese otro cantor popular que abrazó el cine con la misma naturalidad que el peronismo, para perplejidad de los modernistas…). No en vano hasta entre nosotros se la tiene por su mejor película (e incluso por una de las mejores cine argentino), ya que curiosamente Hugo Del Carril abandona con ella la línea nac&pop que venía trabajando (y que llevó a su mayor expresión en Las aguas bajan turbias, pese a la oposición de Apold). Pero no hay que olvidar que fue preso en medio del rodaje (ya que los antiperonistas tampoco lo entendieron), por lo cual uno podría leer la pasión morbosa de Más allá del olvido como una alegoría de la relación argentina con el peronismo… (La película que lleva al paroxismo el artificio y el encierro: anotemos que el NCA de los ’60 salió de lo primero pero sucumbió ante lo segundo, anticipando el de los ’90.) No hace falta relacionarla una vez más con Vértigo, aunque en este contexto es bueno recordar que esa película encabeza la lista de Sight&Sound, mientras esta sigue más acá del olvido…
3) The Big Carnival: Hay películas que son olvidadas hasta por su director, sobre todo si fueron grandes fracasos (algo así sucedió con Night of the Hunter, única película de Charles Laughton, hoy más recordado por ella que por sus innumerables papeles como actor). Lo increíble (y lo que paradójicamente se agradece a la vuelta del tiempo) es que alguien tan sagaz como Billy Wilder no lo advirtiera, ya que nunca había sido -ni volvería a ser- tan oscuro (y basta ver la deslucida remake de Alex de la Iglesia para comprender porqué). The Big Carnival (o más brutalmente, Ace in the Hole) es un film que exuda cinismo sin ninguna salida de comedia. Contra la familia, los pueblos chicos, la doble moral, los medios de comunicación, el capitalismo, y hasta Hollywood mismo (probablemente tenga el final más desesperado del cine norteamericano clásico: sacando la muerte oprobiosa de la star en La dama de Shanghai, no hay nada como el desmoronamiento literal de Kirk Douglas en el plano final). Demasiados enemigos o demasiada oscuridad, lo cierto es que a partir de ahí Wilder balanceó sus mordaces dardos con pasos de comedia (al menos hasta Fedora, una película menos recordada aún…). Pero hasta sus éxitos más felices palidecen ante la ferocidad de The Big Carnival, como para recordarnos como es el mundo sin maquillaje.
4) Curse of Cat People: Robert Wise merece un lugar en alguno de los círculos del infierno por haber mancillado The Magnificent Ambersons (la película de Welles que terminó en su lugar) y por haber hecho (con la misma eficiencia) films espantosamente ñoños como La novicia rebelde. Pero curiosamente (o no) fue también el “artesano” que hizo películas rescatables (I Want to Live!) o inolvidables (The Day the Earth Stood Still): a ambas categorías pertenece esta película olvidada, cuyo error fue titular “La maldición de la mujer pantera” (aunque eso habrá garantizado su producción), cuando no se trata de una secuela sino una continuación (como The Godfather, part II), con un planteo totalmente distinto a la original. Tal vez esa excepcionalidad se deba más a la virtud de un buen guión (aunque DeWitt Bodeen no amerita como screenwriter más hallazgos que los de esta saga), pero –rindiéndonos ante la política de los autores- quizá no sea menor la capacidad que demostró Wise en no arruinarlo (una vez que aprendió la lección con la película de Welles, digamos…). Siendo doblemente una primera (ya que a la sospecha de que es un guión previo reescrito se suma la certeza de que es la primera en que Wise aparece acreditado como director), también es de alguna manera la primera película sobre el horror de la infancia. Porque Curse of Cat People no es, como su antecesora, una película sobre el terror al sexo (o al deseo, o al deseo femenino…), sino sobre la infancia como zona fantasma (y en esto anticipa todo lo que vino después, de Night of the Hunter a ¿Quien puede matar un niño?). Si la película original de Lewton-Tourneur trascendió su origen de clase B, vaya este homenaje a aquellas otras que aún esperan su redención.
5) Let There Be Light: El llamado “documental” es una dimensión más que un género, no por nada históricamente subvalorado (por motivos que escapan a la brevedad de estas líneas), así que una lista como esta debe recordarlo antes que nada. Y para ello nada mejor que una pieza solitaria y contradictoria: solitaria porque esta serie de documentales fue la única incursión de su director (así como de los demás intervinientes en Why We Fight: Capra, Ford, Wyler, Stevens, y hasta Hitchcok, no en vano nombres centrales de la ficción clásica de la época, contribuyendo aquí de modo directo al cine de propaganda), y contradictoria porque Huston (que pone aquí en escena es el mismo retrato quebrado del heroismo que articula sus fims más recordados: de The Maltese Falcon a Fat city) construye una trilogía que elude su destino de propaganda. Se trata de un recorrido por la guerra, desde la preparación (Report From The Aleutians) hasta el campo de batalla (The Battle of San Pietro) y de ahí a la difícil vuelta al hogar Let There be Light). Y si bien ya la segunda mostraba abiertamente el costado antiépico (mostrando el tradicional absurdo de la guerra, que también le traería problemas en su adaptación de The Red Badge of Courage), es la tercera la que pone en cuestión hasta su mismo valor como propaganda (no en vano estuvo prohibida durante casi 30 años, casi hasta la muerte de Huston…). Haciendo foco en los combatientes que volvían traumados del frente, con una estética que pivotea entre las leyes que el documental había heredado de Grierson (con su omnisciente voz en off bajando línea) y los hallazgos observacionales que recién tendrían lugar años después con Wiseman (cuando el “cine directo” salga al mundo, en una época teñida por el fervor contracultural), Let There Be Light es el testimonio de todas esas paradojas, mostrando el esfuerzo que implicó (para Hollywood y el clasicismo) domar la subversiva potencia cuestionadora del cine (hoy acallada una vez más por la TV).
X)…………………..: Si algo sobra en el mundo es “obra maestra desconocida”. Pero no la que Balzac y Rivette invocaban (como esa obra imposible de realizar o incuso imaginar, ese ideal imposible), sino las que han sido tan olvidadas que ni siquiera aspiran a ser redescubiertas como “malditas”. Hablo de aquellas que simplemente fueron enterrados sin esperanza, olvidadas y acaso perdidas. Por eso dejo este lugar abierto, como una tumba al unknow soldier. Que cada uno le imagine el rostro que quiera.
Posdata: Noto que las películas que elegí son de entre el ‘45 y fines de los ’60, es decir, de ese momento que marca el paso (o desgarro) entre el cine clásico y el moderno. Un cine par(t)ido bajo el signo del malestar. Esa sensación que esta época aún posmoderna debería intentar recuperar, en vez de volver directo al primitivismo y refugiarse en el cine mudo (de Independencia a Tabú), como si el breve siglo XX no hubiera tenido lugar.
Nicolás Prividera / Copyleft 2013
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