AMIGAS EN UN CAMINO DE CAMPO
OTRA FORMA DE VIDA
En una tradición lejana, en el tiempo y en espacio, se afirmó sin temor alguno: “Poéticamente habita el hombre sobre la Tierra”. Basta mirar a nuestro alrededor para comprobar que no es así. Todo lo circundante está signado por un imperativo productivo; la utilidad es el criterio por antonomasia y labra el deseo; lo que existe tiende a ordenarse a una razón y un beneficio. En ese sentido, la poesía, cuyo dudoso valor pragmático le confiere a su ejercicio una valencia negativa, es una expresión de la literatura destinada a seres disociados de nuestro tiempo. Cuando el lenguaje prescinde de organizar la experiencia en relación con un fin, sea cívico o científico, doméstico o político, lo que se puede decir no parece producir beneficio alguno. ¿Por qué insistir entonces en ese acto gratuito de la lengua que ha fundado un género que lleva siglos y que ha demostrado ser ineficiente para las presuntas necesidades de primer orden?
Amigas en un camino de campo empieza con una poesía impresa en el plano; el verso le pertenece a Roberta Iannanico y a lo largo de la película se leerán y recitarán algunos más. El relato, además, tiene lugar en Villa Ventana, donde vive la poeta nacida en Bahía Blanca en 1972. En algún momento, los personajes invocan a la poetisa y aluden a su casa ubicada a poca distancia de donde están, pero uno de los personajes expresa su preferencia por leer los poemas y prescindir de conocer el hogar desde el cual se los escribe. La casa jamás se ve durante la película, pero los paisajes que estimulan la sensibilidad de la escritora están ahí como prueba empírica de lo que puede hacer el lenguaje poético.
En el decimosegundo largometraje de Loza, dos amigas de toda la vida están atravesando un duelo: otra amiga en común ha muerto. Ese dato se revela velozmente, pero el centro de gravedad narrativo no está orientado a revertir el dolor o a reacomodar un fantasma en la memoria afectiva de los vivos. Es solo el contexto de otro duelo por venir: una de ellas ha pedido el traslado en su trabajo y dejará pronto el pueblo. Esa instancia dará lugar a una escena magnífica en la que enuncian los reproches y las diferencias, un prodigio de cómo se debe escribir una discusión afectiva y cómo se la puede honrar en la interpretación. Eva Bianco, una de las grandes actrices del cine argentino, y una presencia constante en las películas de Loza, es garantía de verosimilitud y delicadeza. Su personaje es el que elige quedarse en ese pueblo un poco solitario en el que gobierna su tiempo y en el que puede sobrevivir vendiendo pan. La otra amiga, interpretada con la misma eficiencia sensible por Anabella Bacigalupo, es quien dejará de estar cerca. Verlas discutir en la escena aludida es un inesperado placer que complementa otros. Loza es comedido y preciso hasta para los pasajes en los que la vida anímica de los personajes se tiñe de irritación.
En Amigas en un camino de campo el título se plasma de principio a fin. En el inicio, un cuerpo celeste cruza el cielo de Villa Ventana. En el camino, las amigas hallarán el hueco y la huella que el meteoro ha dejado en el suelo, pero del mismo modo en que no se transforma la muerte de una amiga en tema decisivo, la irrupción de un acontecimiento cósmico tampoco deviene en clímax de la trama. La evolución narrativa dista en direccionarse hacia un punto de condensación dramático. El relato más bien imita la lógica abierta de la poesía, en tanto tiende a desconcentrarse de un nudo narrativo específico diluyendo su centro y disipándose en la laboriosa observación de lo circundante sin dejar de delinear y hacer palpable un sentimiento ubicuo que permanece como un tono del relato y puede identificarse como el inicio de un quebranto. La constación de la pérdida es contrapuesta por el andar en ese camino de campo en el cual se advierten las montañas, los trenes, los árboles, los arroyos, las nubes y los animales. Ni la flora ni la fauna sobreactúan, ni siquiera las vacas que son descriptas con cierta envidia y dan lugar a una broma.
Las dos amigas son también madres y sus respectivas hijas de la misma edad son amigas. La hija del personaje de Bianco vive en Buenos Aires, no así la de Bacigalupo. Jazmín Carballo y Carolina Saade introducen el punto de vista de otra generación, algún que otro conflicto con sus madres y si bien ya viven bajo otro ritmo y circunstancias no son ajenas al universo sensible al que pertenecen. Ellas también leen poesía, ellas también pueden percibir que existe otra forma de vida signada por una experiencia del tiempo improductivo en el que las palabras pueden asistir a comprender la relación que existe entre los estímulos del mundo y el tejido de emociones que constituye la vida de una persona.
En dos oportunidades, se escucha en la película de Loza el poema “Las cosas”. Dice así:
Siempre con las cosas
la ropa
los platos
los huevos duros
el agua de la canilla
los juguetes tirados
lo caliente
lo frío
lo suave
lo pesado
las cosas que entran
en una mano
eso es lo que tengo
para armar un mundo.
Amigas en un camino de campo no es otra cosa que la apropiación cinematográfica de ese poema; el cineasta arma un mundo a través de imágenes y sonidos, y ese mundo donde el verso es sustituido por el plano es hermoso. Otra vida es posible.
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Amigas en un camino de campo, Argentina, 2022.
Escrita y dirigida por Santiago Loza.
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*Publica en otra versión y con otro título por Revista Ñ en el mes de agosto.
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Roger Koza / Copyleft 2023
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