ANDRZEJ ZULAWSKI (1940-2016)

ANDRZEJ ZULAWSKI (1940-2016)

por - Adiós al cine
17 Feb, 2016 02:39 | comentarios

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Por Roger Koza

El cineasta poseído ha muerto. Otro más. Es un año de producción de fantasmas, todos se van al inapelable fuera de campo del mundo de los vivos. Casi una paradoja: Andrzej Żuławski había regresado de una larga ausencia y ahora, inesperadamente, se volvió a retirar. Este nuevo exilio es irrecusable.

Tuve la suerte de ver su última película y también de verlo. En efecto, en Locarno, a principio del mes de agosto del año pasado, Zulawski lucía cansado, aunque bastante satisfecho, lo que le permitía, según dicen, su temperamento. La ovación que recibió Cosmos en el día de su estreno le debe haber resultado inolvidable. Volvía después de años y la audiencia reconocía inmediatamente su genio. Y no era una película fácil, aunque sabemos que ninguna de las que hizo lo fue. Paulo Branco, el mítico y controversial productor, lo acompañanaba, y fue él quien se quedó hasta el final del festival para recibir el Leopardo a Mejor Director, merecidísimo premio para un maestro que ahora está obligado a dejar de filmar.

En Argentina, Żuławski tenía adeptos. Una mujer poseída fue una de las películas secretas de muchos cineclubes. Era un clásico de formación. Sospecho que Cosmos será una de las películas más esperada del próximo BAFICI.

Mientras veía el último film de Żuławski en Locarno algo me resultó evidente: muy pocos directores podían hacer a esta altura del partido películas como Cosmos. En ese film se constaba un cine libre, demencial, sin temor alguno de apropiarse narrativamente  de la asociación libre como un sistema de montaje de signos; esa película irreverente no tenía nada que ver con esa estética global cada vez más homogénea que circula en los festivales; Cosmos era la prueba de otro orden estético, y de un director lunático que podía obtener del caos otro tipo de cine. ¿Quién podría filmar así? ¿Quién puede entre los nuestros tomar una novela delirante como Cosmos y hacerla brillar en imágenes y sonidos? Un poseído, y entre los pocos que quedan, hay uno menos en las filas.

Esto escribí sobre Cosmos.

cosmos

Cosmos

Tras quince años de ausencia, Żuławski vuelve con Cosmos, adaptación de un libro del gran Witold Gombrowicz. Táctica general de apropiación: propiciar sobre el lenguaje una torsión sistemática en su uso para que este delire, pierda su consistencia semántica y produzca una especie de paroxismo lírico en el que lo absurdo garantice una especie de liberación a corto plazo en sus personajes, en especial, en Witold, cuya fracaso académico en un examen de abogacía tan solo revela la superficie de su ansiedad frente al mundo..

El relato, como es de esperarse, dista de proponer una linealidad narrativa o racionalidad evidente que lo acoja. Cosmos, perfectamente, se podría haber titulado Caos, pues las escenas que seguirán de aquí en más tendrán su propio orden de forma autónoma, si se las mira de un modo segmentado: una cena, el intento de escribir un libro, leer filósofos y novelistas, enamorarse y hablar, incluso Witold puede llegar a mirar a cámara y expresarse como si el Pato Donald lo hubiera abducido. Sin embargo, como los acólitos de la teoría del caos saben, el “sistema” de Żuławski-Gombrowicz tiene un orden implícito, el cual se descubre aquí en una estructura general dictaminada por las elecciones de espacio: la casa principal, un viaje cerca del mar, una caminata por una montaña en la que se ve una escultura de un Cristo; todos los fragmentos empujan hacia un telos: confrontarse con el límite del lenguaje, o saber que la nada y el vacío yacen en el horizonte del sentido.

Como sucede con los cineastas de Este que tienen una afinidad con la incoherencia y el sinsentido, las decisiones formales pasan por deshacer el contexto de funcionalidad y sentido en el que los objetos y los entes gozan de una seguridad pragmática que los protege. El abismo de las cosas, la verificación de la propia arbitrariedad, depende en el cine del primerísimo plano. Un zoom rápido hacia delante, un primer plano extremo, descoloca al objeto de su lugar en un todo.

Cosmos es una película vital e intempestiva, con varios chistes cinéfilos, filosóficos y literarios. Una evidencia irrefutable: ya no se hacen películas así. Hay que ir a verla como si fuéramos a contemplar a un ciervo de Schomburgk resucitado.

Roger Koza / Copyleft 2016