* ASTERISCO: FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE LGBTIQ
Por Roger Koza
El festival comienza hoy y se llama “* Asterisco”. El nombre es extraño y si uno no conoce ciertas luchas simbólicas y jurídicas recientes, el título completo tampoco esclarecerá el sentido del evento: “Festival Internacional de Cine LGBTIQ”. En principio, la sigla corresponde a nombrar distintos modos de identidad sexual. Es decir: el festival muestra películas vinculadas al cine lésbico, gay, bisexual, transgenérico.
Supongo que para el prejuicioso, un festival de estas características puede sonarle a una convención cinematográfica de trekis, personas reunidas por objetivos y pasiones extrañas que, para un presunto ciudadano común que sigue las buenas costumbres, poco tiene que ver con sus intereses usuales.
Quisiera creer que en nuestra sociedad ya no existen personas que conciben estos modos de asumir la identidad sexual como formas aberrantes del deseo, aunque estoy seguro que ciertas nociones paleolíticas aún en vigencia acerca de la naturaleza humana pueden llevar a conclusiones ridículas y erróneas. Véase si no ese término tan espantoso como humorístico con el que se solía denominar a los homosexuales: ¿alguien sigue utilizando el concepto de invertido?
“* Asterisco” está en consonancia con ciertos progresos ostensibles en materia institucional que han tenido lugar en el país. La famosa república es ahora una república que ha instituido –en cierta medida- los derechos de una gran cantidad de ciudadanos que estaban fuera del orden legal y jurídico de la nación. Pero Asterisco es mucho más que un apoyo artístico y un suplemento simbólico a una política de la identidad propuesta por el estado argentino. Es, antes que nada, un festival de cine.
Sucede que el festival está dirigido Albertina Carri, una directora clave del Nuevo Cine Argentino, y le acompañan en la programación un crítico de cine como Diego Trerotola y un historiador y también crítico de cine como Fernando Martín Peña; ambos estuvieron asociados a la programación y dirección, respectivamente, de los dos festivales más importantes de Argentina: el BAFICI y el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Es un trío cinéfilo poderoso, lo que implica que si bien el festival se define temáticamente tiene a su vez un cuidado de orden estético. La forma importa tanto como los temas a tratar y visualizar. Basta ver algunos nombres en la programación para comprobar de que así es: Jean Genet, Jean Cocteau, Edgardo Cozarinsky (recomiendo ver enfáticamente Puntos suspensivos), Roy Ward Baker, Jorge Acha, Werner Schroeter, apellidos-autores que evidencian un conocimiento cabal del cine de quienes están encargados de este festival. Dicho de otro modo: en “Asterisco” no se trata solamente de ilustrar la legitimidad de otros modos de vivir el deseo, sino de sostener ese compromiso político con otro de índole estético.
Unos meses atrás me llegó un mail pidiéndome un texto para el catálogo del festival. El querido Agustín Mango me solicitaba entonces una crítica breve sobre Tom á la farme, un film de Xavier Dolan que no había visto. Confieso mi temor inicial: no me gustaban las películas previas de Dolan (y tampoco la que se estrenó recientemente en Cannes). Reconocía cierto talento en el joven director canadiense, a pesar de su empecinamiento formalista que a menudo parecía más el de un publicista que el de un cineasta. Pero su cuarta película fue una verdadera sorpresa. Es buena en serio, tiene algunas ideas formales ingeniosas y cuenta con varios giros sorpresivos en el relato.
En síntesis: Tom á la farme me pareció uno de los mejores films sobre la necesidad de salir del clóset. En verdad, ese tema es enteramente secundario en la película, pero creo que ahí recae la fuerza secreta de la película, su violencia y su artificiosa autenticidad.
Esto escribí en el catálogo sobre el film de Dolan:
“Todo ocurre en un pueblo perdido, y quienes viven ahí no desentonan con el paisaje rural desprovisto de misterio y sentido. La vida de campo no tiene aquí su presunto sosiego espiritual. En estas coordenadas simbólicas, el plano inicial anuncia un duelo. El amante de Tom ha muerto, y de inmediato él viaja para asistir a su funeral. Para la madre de Guillaume, se trata tan solo de la visita de un buen amigo; Francis, el hermano, le dará a entender rápidamente a Tom que Guillaume salía con una tal Sarah. ¿Se trata de un film sobre cómo resguardar las apariencias? Quizás. En realidad, el mejor film de Dolan, quien una vez más trabaja detrás y delante de la cámara, es un elegante retrato sobre la represión sexual en clave de thriller, cuyo poder narrativo estriba en la imposibilidad de entender las motivaciones de los personajes. La compulsión formalista del director configura complejas simetrías en la mayoría de sus encuadres, a través de los cuales se puede apreciar cierto virtuosismo (lejos de la estética publicitaria de sus primeras películas), como en una escena que tiene lugar entre los maizales, o en una heterodoxa secuencia musical. Mientras corren los créditos finales, el relato continúa, y esos planos no carecen de importancia”.
Espero que la primera edición de «*Asterisco» sea una verdadero éxito. No podré estar presente porque estaré en dos festivales en el extranjero durante todo el evento. Un nuevo festival de cine es siempre una buena noticia. Uno como éste garantiza, además, que la defensa de la libertad sea también una celebración cinéfila.
Aquí se puede consultar la programación completa
Roger Koza / Copyleft 2014
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