Avatar (2): Avatares del (cine del) futuro
por Nicolás Prividera
El primer día de 2010 se estrenaron en Argentina Avatar y Rosetta, dos films que representan dos modelos en pugna, de cuya batalla final resultará que el cine -ese arte del siglo XX- logre perdurar en el nuevo siglo, o bien deje definitivamente atrás lo que supo ser (un avatar esencial de la modernidad) para volver a sus orígenes como mero espectáculo de feria.
Pues este Avatar (que algunos proponen como el futuro del cine, cuando -por el contrario- viene a acelerar su disolución) es una monumental maquinaria cuya laboriosa tecnología de última generación no solo desmiente su moraleja ecológica, sino que –antes bien- representa el triunfo de la lógica imperial que la carcome: su conquista global de las pantallas es en sí una omnímoda y ominosa visión del futuro, como lo fue La guerra de las galaxias a mediados de los ‘70. (Se podría decir que Avatar es a La guerra de las galaxias lo que la Segunda Guerra Mundial a la Primera: su inevitable secuela, pero a una escala de destrucción mayor.)
Porque si el film de Lucas negaba su contenido contracultural a través de su infantilización formal, el de Cameron hace algo más que jibarizar el cine clásico: destruye la esencia misma de la imagen cinematográfica al desrealizarla mediante el 3D/digital. Pues el imperialismo global de Avatar y su colonización del cine no es sólo la negación de la “ecología” cinematográfica, sino que -a través de su artificial concepción formal- el cine mismo es despojado de su condición ontológica (como fantasmagórica exploración de lo real) para convertirse en pura negación de la realidad (a través del mundo feliz de la sociedad del espectáculo devenida en matrix).
Rosetta es, por el contrario, la última obra maestra debida a la irreductible fe en el bazinismo (es decir, en la capacidad del cine para decir algo sobre el mundo): un cine que busca el despojamiento para acercarse al enigma de lo real (sin llegar nunca a totalizar una imagen de la realidad). El cine de los Dardenne, aun sin alcanzar la radicalidad de Costa) es uno de los ejemplos más notorios de esa persistente resistencia contra el paradigma posmoderno impuesto por cierto cine contemporáneo (en su omnipresente animación digital o en su contracara no menos conservadora: el eterno retorno al pasado, a través de un primitivismo trivial que reniega de la historia, del cine moderno.
La sencilla resistencia de Rosetta se basa justamente en el viejo paradigma clásico revisado por el cine moderno (de Rossellini a Bresson), mientras que la invocación faci(li)sta de Avatar se hace en nombre del porvenir de una ilusión (cuyo evidente paradigma es el museificado clasicismo de los conservadores años ’80, destruido de plano en plano por la irrealidad digital). Cameron (con su megalomanía de iluminado que propone la redención a través de la inmolación, cual Jim Jones cinematográfico) es el definitivo terminator del cine.
Pues si Rosetta basa su potencia en una relectura contemporánea de la tradición (base sobre la que descansa todo el proyecto del cine moderno, o el proyecto de la modernidad en el cine), Avatar desmiente su promesa revolucionaria con un imperialismo formal anclado en el pasado (el viejo MRI sometido ante las nuevas tecnologías digitales). Y es que tras la unión del nuevo universo digital (cuyas posibilidades destructivas ya han sido desarrolladas por Zemeckis) con el viejo 3D (cuya imposición viene fracasando desde los ’50, pero que ahora pretende formatear toda imagen), lo único que existe es la voluntad de consolidar la vieja visión del mundo basada en el eterno poderío redentor del sueño americano. (Si Titanic narraba el hundimiento del viejo mundo europeo y su reconversión en la épica americana -el renacimiento de una nación, digamos-, Avatar profetiza el fin del mundo y su redención a través de una utopía neoamericanista: como en 2012 y otras visiones apocalípticas del fin del mundo, la única salida parece ser más de lo mismo, disfrazado de idílica vuelta al origen….
Avatar es en ese sentido la realización de la mala conciencia del cine (como parte del proyecto inconcluso de la modernidad), representada ante todo en el género de ciencia ficción (que no en vano tuvo su época de oro en los ’50, en plena “guerra fría”): desde mediados del siglo pasado, el género tuvo un viraje fundamental, abandonando el espacio exterior (y la creación de mundos imaginarios) por la exploración del “espacio interior” (y la construcción de la subjetividad). No casualmente los únicos grandes escritores que ha dado el género -Bradbury, Ballard, Dick- fueron precisamente los que empezaron a interrogarse, antes que sobre la conquista del espacio (y las stars wars), sobre las fronteras de lo humano y lo social. Y si el cine y la ciencia ficción se unieron desde el inicio (basta recordar el Viaje a la luna de Melies), fue porque ambos expresaron la “pasión de lo real” que cimentó la modernidad: por eso un film como Matrix expresaba la opción entre “el desierto de lo real” y la “fábrica de sueños” que Avatar viene a actualizar (y que algunos críticos trasnochados festejan) como “fin de la historia” cinematográfica, el avatar final de esa aventura moderna llamada cine.
Podríamos pensar este enfrentamiento final como la reactualización del primigenio agón entre Lumiere y Melies (entre la realidad y el sueño), pero –como ya demostró Godard- la relación entre ambos es mucho más complejo (ya que hay sueño en Lumiere y realismo en Melies…). De hecho, el mejor cine contemporáneo se basa precisamente en la puesta en crisis de esa diferencia (como podemos ver en el cine de Costa o Apichatpong), en tanto que pretende superarla. Mientras que el poder (del mainstream, establishment, o como quieran llamarle a esa innegable suma de fuerzas) propone un nuevo paradigma (cuyo relativismo total apunta a la pura negación de todo lo que se le pueda oponer), y que en el caso del cine va más allá de una mera reactualización de una imagen vicaria, para convertirse en un verdadero anonadamiento.
Si el 3D fracasó históricamente fue porque esa innovación no se asimila a la búsqueda de mímesis del arte occidental: el cine puede prescindir de él porque no tiene nada que ver con la humana percepción de la realidad, mucho más cercana a la “falsa” profundidad de campo de la pantalla de dos dimensiones (el cine es “tuerto”, y por eso mismo humano: no puede compensar sus faltas, mucho menos con efectos lisérgicos). Pero esa batalla ya no es meramente económica (devolver espectadores a las salas frente a la competencia de la TV e Internet), sino política (dar “liquidez” –en todo sentido- al sistema de creencias): con la ampliación de la “sociedad de la imagen” a una escala nunca vista (gracias a la proliferación de pantallas personales en la era digital) el campo de batalla pasa a ser la construcción de subjetividades afines al flujo posmoderno (de imágenes-bienes que fetichizan el incesante y “eterno” movimiento del capital), en una etapa signada por una crisis de hegemonía del pensamiento único. En ese contexto (como en los tiempos de la contrarreforma), el dominio de las imágenes vuelve a ser esencial para disciplinar (mediante el goce extático de un nuevo opio de los pueblos).
Si el cine construyó su clasicismo en un período en el cual el paradigma mismo de la modernidad estaba en lucha (al menos hasta la victoria del “realismo”, tanto en la URSS como en los EEUU, tras la primera gran crisis mundial de la década del ‘30), hoy asistimos al intento final de reducir lo que fue un medio de conocimiento (el cine como parte esencial de la modernidad) a un ingenuo juego en un megaparque de diversiones que nos promete (gracias a la nueva matrix del complejo industrial-cultural) la inserción en un mundo de sensaciones creado ya no sólo para el “adormecimiento de conciencias” (bajo el utopismo de la virtualidad y la corrección política) sino para la destrucción simbólica de cualquier otro “futuro” posible (más acá y más allá de la pantalla).
Es por eso que frente a estos virtuales Goliats (que no dejarán de inundarnos), un pequeño gran film como Rosetta representa la resistencia del cine y el cine de la resistencia (cuya sola existencia, por minoritaria que sea, representa una esperanza). Porque lo que se juega es mucho más que el incierto futuro de ese arte del siglo XX: es la ontología de la imagen cinematográfica, y su capacidad para proponer otra visión del mundo (que no pretenda suplir o condonar la realidad, sino cambiarla).
Fotos: 1) Avatar; 2) Rosetta.
COPYLEFT 2010 / NICOLÁS PRIVIDERA
Lo de los Dardenne es notable. Cuando ví Rosetta por primera vez sentí que volvia a creer en la dramaturgia clásica. Y que era posible cierta redención sin una reconciliación. Porque a pesar de todo sus películas son siempre optimistas. En ese sentido creo que están influidos más por el segundo Bresson, el de finales de los 50 y 60, que por el último, cada vez más refinado en su sistema, pero ya totalmente desencantado.
Excelente análisis.
Boris K: pienso exactamente eso de los Dardenne, y en especial, de Rosetta. En efecto, creo que el análisis de Nicolás es excelente. Saludos para Cuervo, Boris K, y NP. RK
Tenés razón con ese primer párrafo, esperemos que el ItalPark no se mude a las salas de cine.
Ah, ok, ahora entiendo (espero): Lo que privadeira quiere decir es que avatar es al cine (clásico, moderno, posmo, abyecto, lo que sea) lo que es una computadora al ábaco: el ábaco era noble, artesanal, sensillo, práctico, colorido, ligeramente bello que congeniaba las operaciones más básicas (y en lenguaje privadeira: NECESARIAS) del álgebra común, mientras que la computadora es una cosa cuadrada con botones, cables, electricidad, cargadores, álgebra binaria, pantallas planas, redondas, transistores con una, dos, tres patitas que economiza el mundo en velocidades tremendas y que desactualiza la realidad imponiendo las reglas de la globalización y el mercado capitalista y bla bla bla bla…
Una cosa es Avatar como película, como film en sí y otra muy distinta como prodigio tecnológico.
Bajo ese punto de vista, las «películas nobles» nunca debieron haber evolucionado del 8mm
Y sí, entre Chewacca y la Na vi azul que está buenísima, Estados Unidos y el mundo capitalista vuelve avanzar (obama nobel de la paz mediante) con su tiranía imperialista sobre este descerebrado mundo que a lo Bradbury usa bomberos para prenderle fuego a los libros.
Por dios! bajo esta noción, privadeira: QUE QUEDA DE «BOOGIE EL ACEITOSO» (que de una historieta de culto saltó encima al formato 3d con Fontanarrosa muerto)? Y de Boogie no dijiste nada! que para el caso de estas comparaciones media troscas de 2 año de facultad de humanidades hubiera venido como anillo al dedo.
Encima el golpe bajo de comparar a cameron con los dardennes… en tus clases de estética nunca te enseñaron a comparar géneros? No JODAMOS, QUÉ TIENE QUE VER (DESDE LO ESTÉTICO HASTA LO MERAMENTE NARRATIVO) UNA PELÍCULA CON OTRA???
Pero bueno, espero que koza no me censure este «post» y, vuelvo con lo mismo: las na-vi están buenísimas (como la princesa Leia en sus épocas mozas…)
mmm…a las na-vi les falta carne, muy perfectitas para mi gusto. Y la comparación es válida, es mostrarte dos modelos de cine: el que te muestra espejitos de colores a cambio de nada y un segundo modelo que permite mostrar una visión del mundo mas acorde con lo real sin agregarle lucesitas que se interpongan frente al pensamiento. Yo me identifico con el segundo y cualquiera podría hacerlo con la misma facilidad si no se viera entorpecido por estas superproducciones.
Final asincrónico.
Futbol, domingo a la tarde. Segundos antes de la jugada que termina en gol, al tipo le cae la ficha: se da cuenta del circo total, la explotación de las emociones y la manipulación mediática. El amigo se levanta y festeja. Él se queda sentado mirando el aire con cara de nada. Le cagaron la tarde. Darse cuenta le cago la alegría del fútbol. El amigo se sienta y le pregunta: «¿Que te pasa?» El tipo responde: «Loco: hay que volver al potrero» El otro le grita: «¡Boludo! ¿No viste la jugada?»
Acariciando al Toruk en el techo, con Neytiri durmiendo en la hamaca y una plantita encendida en un rincón, me pregunto: ¿Cómo se hace para terminar de madurar sin liquidar al niño interno? ¿Cómo se mezcla la fantasía y el conocimiento sin que resulte una locura, un pastiche? ¿Cómo alcanzar un diálogo feliz entre las neuronas filosas y la mocha sabiduría del corazón?
La Cultura Global viene mal parida, ningún progreso, todo evolución. Los chispazos del espíritu insisten su monotema en formatos cada vez más tecnológicos. La ecuación se tesa y al final habrá un robot diciendo: «amor».
Mirándolo así, Avatar no es contradictoria, es pura antítesis.
Después de 27 críticas y 277 post, más cerca de la pasión de Cuervo que de la precisión científica de Roger, destaco del primero:
«Quizá la incongruencia más notoria que Avatar propone sea su contradicción performativa: el «mensaje» manifiesto del film es el de un respeto por la naturaleza encarnado por la cultura de los Na’vi, frente a la invasión bélica llevada a cabo por las tropas terrestres. Pero la política de un film nunca se define por la peripecia que aparece expuesta en la pantalla, sino por la manera en que la pantalla se vincula con el espectador»
simpatizo con el entusiasmo de D’Espósito:
«(Cameron) sabe perfectamente que su material narrativo no es precisamente original, que en ese departamento nada lo es. Pero que lo que importa no es su novedad sino su verdad (…) Desdeñar un film por sus lugares comunes (que no lo son: son arquetipos en este caso y los trata así (…) es como decir que el Evangelio está bueno pero no es más que una remake del mito de Osiris, o dejar de comer pizza porque uno ya sabe a qué sabe la muzzarella. (…) Para Cameron, siempre, esa dimensión espiritual se manifiesta a través de la imaginación y la acción física (…) Y si el arte implica una distancia, sabiamente Avatar nos obliga a mantenerla».
y me quedo con esta apreciación de L. Monteagudo:
«En lo ideológico, no se puede sino adherir, por supuesto, al “mensaje” ecologista y antibélico que anida en el centro de la película. Pero justamente el problema está en la forma de enunciar ese mensaje (…) La corrección política de Avatar parece demasiado básica, elemental –algo así como la guerra de Irak explicada a los niños– como para despertar alguna conciencia. Pero si se considera el descomunal éxito que la película ya está teniendo en los Estados Unidos, sería una felicidad equivocarse.»
Gracias por los diálogos.
Edgar.
Edgard:
respecto del «entusiasmo» de D’Espósito, creo que está atravesado por la mentira: él construye un interlocutor que le reprocha a Avatar falta de originalidad. Pero ¿quién realmente le reprochó eso? No es manera de analizar una película construir un adversario imaginario que le hace objeciones estúpidas. Precisamente lo que le falta a Avatar no es «originalidad» (nadie sabe bien lo que esa palabra significa, pero Avatar tiene al menos alguna originalidad tecnológica).
Si fuera por una cuestión de originalidad argumental, Rosetta tampoco sería valorable: una chica que se queda sin trabajo y que tiene una madre alcohólica no parece una idea muy original. Pero D’espósito invoca una «verdad» que es precisamente aquello de lo que Avatar carece; o para decirlo mejor: la imagen de AVATAR derrocha mentira y desmiente todo lo que sus diálogos declaman. No es una obra de la imaginación sino del design. A las Na’vi les falta carne porque al modelo de cine que AVATAR propone le falta carne, tierra, agua, fuego, aire. Toda su bajada de línea pseudo-ecologista encubre un intento de asesinato de la imagen cinematográfica y su reemplazo por una muñeca inflable…
Gustavo Gross: no te censuro nada, excepto cuando directamente insultas a Prividera, y no siempre en tu nombre. Si me insultaras a mí, quizás lo dejaría, aunque no te respondería. Acepto tu ironía, sarcasmo, humor, incluso tu ostensible irritación con cualqueir cosa que publique Nicolás, pero no puedo, ni quiero, que eso se transforme en agravios, inslutos y otros. Algunas cosas que decís me parecen interesantes, otras no. Hay muchos blogs que viven de la puteada; en éste, el disenso es una regla (Prividera siempre cuestiona el cine de Alonso, yo lo defiendo), pero cuando se trata de una firma invitada, suelo ser más cuidadoso con lo que pasa o no pasa directo a los comentarios. RK
Gros, ponele un poco de voluntad, la comparación no es caprichosa. Cuando Rosetta ganó la palma de oro, Cronemberg dijo que ese era el «cine del futuro»; bueno, Avatar se promociona de la misma manera. Las peliculas se estrenan juntas, pero una ya tiene diez años de retraso y es cada día más «moderna». Anda a verlas y decime que pensás. Tu na´vi en diez años va a ser un monigote pasado de moda y los discos de Tom Waits en los 80 parecen grabados ayer, esa es la modernidad que se defiende. Y ahí tenés una comparación caprichosa.
que raro, yo no coincido en general con los planteos de Prividera, pero al parecer coincido con el en cuanto al cine de Alonso (La pelicula del hachero, la Libertad?) que me aburre bastante. En cambio me caen bien las finas ironias de Llinás o Rejtman.
«Visualmente esplendorosa y conceptualmente nula» dijo Roger y gran parte de la crítica. A mí me deslumbraron los paisajes, flora y fauna de Avatar, pero algo me molestaba, una limitación técnica evidente que dificulta la conexión emocional si uno se mantuvo un poco al margen del marketing de lanzamiento: Los Primeros Planos, los rostros. La tecnología digital intenta hasta ahora en vano reemplazar la cara de un actor por un primer plano digital (en El expreso polar de Zemeckis, en la foto que ilustra este post) que no le llega ni a los talones. Vemos un pp de los Na vi cuando un minuto antes vimos a Sully afeitarse o segundos después veremos la feroz mirada de Stephen Lang y no hay competencia posible.
Hubiera sido distinto quizás si Cameron hubiera apostado por la libre construcción de un film «100% de animación digital». Los FX de la gente cayendo en Titanic o los avances de Twister y Matrix hoy son viejos, si le sumamos la debilidad conceptual de Cameron será un trabajo duro revisar esta película en 10 años. Vi Titanic por primera en 1998 y de nuevo en 2008, vi Matrix en 1999 y no me atrevo a reverla, Rosetta podría estrenarse en 2050 y sería lo mismo.
Boris K, vamos a seguir tu consejo y le voy a «poner voluntad»:
¿Por qué un concepto de cine tiene que excluir a otro? (y quizás esa sea mi mayor irritación): Bajo ese punto de vista ¿sólo un cine «a lo dardenne», es decir, psicológico, lento, minimalista (¡Y HABLADO EN FRANCÉS!) etc etc es el único cine que puede venir? Cuando fue el «boom del cine iraní» con kiarostami se decía la misma boludés y sinceramente no revolucionó gran cosa el cine; además, qué carajo me importa lo que dice cronemberg (y más en cannes!): en plena vanguardia argentina, borges, bioy y ocampo decían que arlt era nada y arlt terminó siendo -inclusive hasta ahora- la gran vanguardia de la literatura argentina.
Creo que tranquilamente pueden convivir como «cine del futuro» (si a vos y a privadeira les gusta llamarlo así), las sutilezas de los dardennes con la voluptuosidad visual de cameron: para nada creo que se tiene que excluir o imponer un tipo de cine sobre el otro. De hecho, si así fuera, lamentablemente (muy lamentablemente) el cine estaría muerto: pues las salas estarían super vacías (como la poesía ahora por ejemplo).
Nadie discute que la película en sí de cameron no es gran cosa (yo sólo alabo el detalle técnico-tecnológico de la misma, al igual que koza y en especial de la evolución que puede llegar a tener este tipo de cine); de hecho, me pregunto, si kubrick estuviera vivo, de seguro hubiera querido filmar su GRAN 2001 en 3d y posiblemente sería un filme aún más memorable. Quizás esa «anti tecnologización» fue lo que hizo que un gran libro de ciencia ficción como «solaris» de Lem en manos de uno de los grandes directores de la historia como tarkovsky quedara en una de las películas mas flojas del mismo (el «hecho todo por dos rublos» se notaba y mucho hasta el punto de distraer toda mímesis o verosimilitud futurista).
Rosseta y Avatar, Dardennes y Cameron no son comparables (en este caso) simplemente porque sus ESTÉTICAS no son comparables; sí, son cine, pero en diferentes, muy diferentes GÉNEROS… A Avatar hay que compararla con «terminator 4» y a Rosseta con «madre e hijo» de sukorov en todo caso, que, por cierto, sería una película memorable en 3d (en especial la escena de la mariposa!!!!!!).
Y conrespecto al desplazamiento del actor por la digitalización… mmmm, la verdad, prefiero a la navi digitalizada que a pablo echarry o tom cruise o graciela borges actuando (bajo ese obtuso punto de vista, ¿a dónde ponemos a los «non actors» que impregnan el cine alternativo actual?)… Computadora, non actor, actor, el vecino de la esquina, son elecciones estéticas nada más y menos mal que las hay (¿no se dan cuenta que de esta forma, hay, justamente, MAYOR POSIBILIDAD DE HACER CINE???)
Por otro lado, el concepto de «cine de resistencia» de privadeira me parece, sinceramente, una reverenda pendejada (más que boludés): ¿resistencia a qué, ¡por dios!?: estas son charlas medias infantiles para tomar mate con chicas hippies de facultad de humanidades intentando impresionarlas con un idealismo gramsciano de manual de «El buen che guevara, tomo I» a ver si se las puede curtir sin mayores estrecheces a la hora del porro o de la cerveza nocturna y uno no tiene que caer en el plan b, que es intentar impresionarlas hablándoles del mayo francés y de lo pelado que estaba focault en esas épocas.
Y kozza, tenés razón. Acepto la aclaración a pesar del tono «paz y amor» que lo condiciona…
Por último, ¿Tom Waits? Justo con Tom Waits tenías que comparar… y la duda es, ¿con quién de la música actual se parece?, ¿cómo es la música tom waitsiana actual?
Edgar:
Contraponer disfrute «inocente» contra pensamiento crítico es una doble falacia. En primer lugar, porque no hay disfrute inocente, ni siquiera en la infancia. (Yo disfruté de «Stars wars» cuando tenía siete años –cuando tenía la edad requerida, digamos-, pero lo que más recuerdo es como me resonó verla en plena dictadura…). En segundo lugar, porque el pensamiento crítico incluye disfrute, aunque la inversa más bien suela excluirlo. (Ayer mismo vi “X-men 3”, pero más que hacerme pensar sobre la política de la diferencia, solo me ayudó a pasar una tarde agobiante…). El cine nunca dejó de ser «entretenimiento», claro. Pero también es -o quiso ser- otra cosa. Y la crítica existe para señalar la diferencia (porque el puro “disfrute” no necesita –ni soporta- la crítica…). “Avatar” y “Rosetta” son dos modelos de cine, y se puede disfrutar de ambos siempre y cuando uno entienda la diferencia (y sustente una visión del cine, si es verdaderamente crítico): porque la diferencia básica (que la crítica no complaciente debe explicitar y explicar) es que «Rosetta» no se propone como modelo hegémonico, mientras que el de «Avatar» debe NECESARIAMENTE acaparar el 95% de las pantallas.
NP: te agradezco, me deja pensando y quiero ver que encuentro ahí. Coincido con lo que decís y a la vez no, o a la vez hay otras cosas.
pd: dejaste el Porsche! Cuando bajás tres cambios te entiendo mucho mejor. Yo voy a dedo, calculá… Abrazo.
Edgar
«qué carajo me importa lo que dice cronemberg» es una lastima porque ahí tenés varias peliculas en igualdad de «genero» ( Videodrome, La mosca, eXistenZ) para comparar con Avatar, y para el caso es lo mismo.
Y la comparación con Tom Waits venia al caso por esa tensión entre la tradición y la vanguardia.
Boris K: ¿¿»La mosca» en igualdad de género con «Avatar»?? mmmmmmmm, na, mejor dejalo ahí nomás al asunto!
Y PRIVADEIRA: «“Avatar” y “Rosetta” son dos modelos de cine, y se puede disfrutar de ambos siempre y cuando uno entienda la diferencia (y sustente una visión del cine, si es verdaderamente crítico).»: AL FIN ME HAS HECHO CASO –ahora vas por el buen camino… hasta alguien como edgar te entiende!
Los momentos dorados pasan sin dejar huella
NP: coincido en cuanto al pensamiento crítico como disfrute, el caso inverso es problemático. No comprendo por qué objetás el disfrute inocente, pero sé que la naturaleza de las cosas implica que este se frustre una y otra vez a la par que indagamos. Crecer es duelo.
Una vez leí una frase de Nietzsche poco nietzschana, o que alguien me saque del error: “el idealista suele confundir el desencanto con el fracaso”. A eso apuntaba: el corazón sabe, pero no tiene la menor idea de qué es lo que sabe, y tendrá que descartar ad infinitum en tanto la mente engorda. Imagino que Rosetta (espero que Taringa la estrene pronto) no produce la alegría de Stars Wars, la pura alegría de un cuento épico de final feliz, donde los buenos triunfen y el corazón dicte: “Ja! Ganamos!”. Ese niño interno está con hambre y en tanto medie la dualidad bien-mal es complicado no legitimarlo.
Es otra cosa XMen, es distinto el cine que no explicita las claves metafísicas. Kant, con todo su ingenio crítico, puso en primer plano el problema Moral, y definió lo moral como el acceso a lo trascendente.
Too much. Y lo voltearon, claro. Perdón: “lo superaron”, dicen.
Como sea, Avatar y Rosetta pueden ser dos modelos en lo formal, pero al espectador raso, si ambos filmes lo vinculan con lo positivo, si les renueva la fe, ¿cuál es para el corazoncito la gran diferencia?
Pero..! si la hay para el intelecto.
Son dos universos. Uno de ellos frágil, mudable, siempre tembloroso.
El otro es el corazón.
Y Cameron, por hacer lo que hace, por ser el que es, de movida está descalificado. Y otra vez me subí a la moto.
Tomando un güisqui, mirando las luces de Ontario, con su afinidad por lo monumental, se habrá preguntado: “¿Me creerán un poco más si en vez de 1 Avatar hago 150 Rosettas? No. Van a decir que es cine pochoclero”.
Saludos. Edgar
Aca nadie está tratandolo a Cameron de pochoclero. Lo que se intenta desentrañar son las raíces oscuras de su cine. Solemne, grandilocuente, apocaliptico, efectista. De una misantropía latente. Situado en paraísos artificiales a la espera de ETs. Que cuando es pretendidamente con mensaje politicamente correcto, convierte a éste en un slogan vacío.
Intuyo que es un cine deudor de uno de los aspectos menos estudiados de la «revolución» operada en los años 60, a saber, la idea de que hay que «comerle el coco» a la gente (a los corbatas), hay que manipular al ciudadano medio para que «piense» por si mismo (situación bastante bien retratada en Man on the moon), o sacudirle las viejas ideas…
Y lo que sucede con nosotros, hijos de aquella generación, es que ya no necesitamos mesías carismáticos que nos vengan a «subvertir» o lo que sea. Lo que necesitamos son peliculas que hablen de nosotros, de nuestras relaciones interpersonales, incluso que arriesguen a explicarnos como funciona el mundo, mientras devoramos toneladas de pipoca.
Es el fin de los carismáticos y de sus maquiavelicas perversiones.
No vi Avatar, pero lo q realmente jode es lo de siempre, la prepotencia de la publicidad masiva que tapa otras voces. Me parece que su lugar en la historia del cine va a ser similar al de «El cantor de Jazz», irrelevante en lo artistico, pero pivotal en lo tecnologico.
Me extrania que esta obvia comparacion, que me parece la mas logica, no sea un lugar comun cuando se habla de Avatar.
Y no creo, siguiendo con la comparacion, en el apocaliptico mensaje de este post. El cantor de Jazz destruyó el cine mudo, el cual podria haber tenido un mayor esplendor y desarrollo y estaba lejos de su pico. Pero sin El Cantor…no hubiese sido posible ni Bresson ni Rossellini, al menos en la forma que los conocemos.
Boudu: no estoy del todo seguro que sea Avatar el film bisagra entre dos momentos del cine. Creo que todavía es un ensayo preparatorio. Lo mejor de Avatar fue que antes del film pude ver el traíler de Alicia en el país de las maravillas de Burton, y allí sí puede haber una «epifanía», el vocablo cameroniano del día, sobre el 3D. Nicolás cuestiona el 3d, en un sentido baziniano, yo no estoy del todo seguro. Ocurre sí, que en Avatar hay una elaboración superior sobre el intercambio entre registro y digitalización, pero es independiente del 3D. Y sí, vamos a tener Avatar por largo rato: The king of the world is exactly that: a monarchy of cinema, por lo que prefiero ver Del tiempo y la ciudad, una y otra vez. RK
Y a propósito de las caprichosas dicotomías, utilizadas para acelerar procesos cognitivos o facilitar la caracterización de un objeto, hace unos meses se me ocurrió pensar qeu la contraparte dicotómica de Tom Waits, bien podría ser Joe Cocker. Uno es jazzy, experimental y oscuro, mientras el otro bluesy, convencional y «luminoso». Ambos entran en la categoría de voces rasposas o afónicas.
Creo que gracias adios ninguno de los dos sigue sacndo discos. Ja ja ja!!!
Roger,
es un poco injusto caerle continuamente a Cameron por citar una quote de su pelicula en un momento inoportuno. Aunque no creo que a el le preocupe mucho, debe estar ocupado contando sus millones.
La peli de Burton puede ser mas relevante artisticamente, pero Avatar ya es un film bisagra. Puede ser que haya convivencia del 2D y 3D por unos anios o para siempre, pero la comparacion a hacer es con ‘El cantor de Jazz’, que tampoco era una maravilla exactamente en el uso del sonido, era bastante berreta pero fue, segun recuerdo, promocionado como la pelicula que introducia el sonido al cine.
El 3D abre unas puertas y cierra otras. Aunque no vi Avatar y muchas ganas no tengo de hacerlo, es un error subestimar los cambios tecnologicos, un prejuicio muy comun y que creo hace su sombra en este articulo, por los nulos logros artisticos que los acompanien.
Ale Cozza dice:
Para meter un granito de arena mas a este arenal que se esta haciendo playa, cuento que acabo de ver Donde viven los monstruos de Spike Jonze y es increíble! No solo como film en si, sino también porque pareciera que Spike Jonze leyó el guión de Avatar (aunque el guión de Jonze esta adaptado de un cuento infantil muy famosos por el país del norte, lo que daría que Cameron tranquilamente lo puede haber leído, no digo para copiar, pero porque no para inspirarse levemente en él) y decidió contestarle en todos los frentes con su película. Ni que decir que la supera en absolutamente todo, y por muuucho. Plano a plano e idea a idea.
La más perfecta y lucida critica que se le puede hacer al film de Cameron, es el de Spike Jonze. Y con esto no pretendo minimizar a muchos de los excelentes escritos sobre la película.
Como la tierra en Avatar (no me pidan que me acuerde como se denominaba dentro de la película, no me quedo grabado el argot de Pandora) que pareciera que sola se desprende de lo inservible o de lo que no funciona del todo bien. Si, como en La guerra de los mundos de Spielberg. El cine es tan hermoso que inmediatamente genera el antídoto y las herramientas para luchar contra el gran mal. Gracias Spike Jonze!
Querían discurso ecologista? La materialidad que tienen los elementos naturales en Donde viven los monstruos hacia mucho que no la veía tan fielmente representada en el cine. Hasta un rayo de sol es un rayo de sol a través de la lente de la cámara (como en Luz silenciosa de Reygadas). Esa materialidad esta lograda porque simplemente esta filmada tratando de que el artilugio se note lo menos posible. En el arte (y en el cinematográfico mas aun) suele triunfar el dicho de que “menos es mas”, y Jonze lo aplica a niveles insospechados, incluso para dentro de su propia filmografía, y con resultados sorprendentes (hasta casi bressonianos sobre el final!). La EMOCION y SENSIBILIDAD que posee la película nos (de)vuelve al mejor cine de nuestra infancia, delato mi edad; el de Laberinto, El cristal encantado, La historia sin fin, etc.. Y aclaro grande esas palabras para terminar con la ridícula y estupida joda de Coca-Cola (no por nada la Coca Zero promociona Avatar, o es al reves? O es lo mismo?), en la que muchos se prenden, de critico intelectual/analista/racional que no llora, el muy cerdo insensible, frente a las emociones humanas. La EMOCION Y SENSIBILIDAD de Donde viven los monstruos esta lograda a fuerza de HUMILDAD creadora, y decisiones muy inteligentes y racionales de puesta en escena y de guión que no se pueden calificar de no menos que acertadísimas en todo sentido. Ya la anoto como la primera obra maestra del año. Claro, primero esta Rosetta.
Querían discurso antibelico? En Donde viven los monstruos esta una de los mas inteligentes explicaciones del porque de la guerra y de sus consecuencias inmediatas. Es un análisis de la existencia humana y su condición de destructora, inherente a ella, que esta a la altura de todas las enormes películas que nombraron previamente en esta discusión, y a todos esos grandes directores, desde Miyasaki a Herzog, pasando por Terence Malick, Sokurov y Tarkovski (y sumo a Kurosawa y a Sam Fuller a la lista, si a Sam Fuller). Todos, ni hablar, infinitamente superiores a Cameron.
Y el film jamás peca ni de didactismo ni de reduccionismos a la hora de evaluar un conflicto bélico. Y eso que supuestamente es un film para chicos eh, solo que uno que no toma nadie, ni chico ni adulto, de tonto.
Querían seres de otro lugar que parezcan reales?. Se van a derretir y conmover con la carnalidad de los monstruos de la película. Desde Jim Henson que no teníamos tanta emoción condensada en bichos de fantasía. Eso es lo Real de lo Imaginario, y no el efecto de tridimensionalidad berreta que es más viejo que la humanidad, que ya venia con la pintura, y el cine lo usa desde la época muda. Cualquier tipo que haya sacado alguna vez una foto pensando en su relieve y en su iluminación para acentuar el volumen de las formas ya estaba usando 3D. Por eso, 25 días después, el film de Cameron ya pertenece a la prehistoria del cine. El 3D es un invento que solo ayuda a levantar el precio de las entradas de cine.
Ahora, lo paradójico del caso y de estas discusiones planetarias (lo del Vaticano e Italia era un chiste no?), es que Avatar ni siquiera es del todo mala, por momentos esta lograda (la primera hora y media sobretodo) y si bien es la mas floja película de Cameron (je, si me apuran les digo que “Piraña 2” es mejor) no es para nada descartable si tomamos la producción media anual del cine de Hollywood. Pero coincido con Roger, Nicolas y algunos de ustedes, que lo verdaderamente molesto es su “patoteo” indiscriminado por sobre todas las demás películas que hay en cartelera en este momento en el mundo. Es francamente idiota que aparezcan todas esas gacetillas diciendo que Avatar va a ser la película más vista de la historia, pues claro que lo será, si en algo va deberia ser recordada y es novedosa, es en que es la película más PISOTEADORA, desde el punto de vista de la industria y del marketing, que existe en la historia del cine. De ahí que a muchos nos genere este encono, por mas que hasta podemos disfrutarla por momentos como a cualquier otra película que viene de Hollywood. Y de ahí que sea mas que evidente que Rosetta sea su RESISTENCIA y no porque nos guste generar antinomias al pedo, sino que la película de Dardenne llego 10 años tarde!!!! a nuestra cartelera, y con poquisimas copias y casi nulo aparato publicitario. Desde el momento que Rosetta esta en la sala 6 de un multicine y Avatar en la 7,8,9,10,11 y 12, están ubicadas, desgraciadamente en un mismo lugar de análisis, y es nuestra responsabilidad como bien lo hace Nicolas de dar cuenta de esta injusticia y salir de esa manera a defender a los Dardenne contra Avatar. Y es tan jodido y peligroso lo de esta película que nos obliga a que no podamos desprendernos de los modelos de distribución y exhibición a la hora de hablar de ella, y de realizar un análisis critico. También es triste que nos obligue como críticos de cine a ponernos en el lugar de contadores y de fiscalizadores de la industria, y lo digo sin ser peyorativo con estas nobles profesiones.
Ojala que muchos de los que se maravillan con Avatar, no sean tan caretas y puedan ir a ver Donde viven los monstruos, a pesar de que va a tener mucha menos publicidad y no estará tan de MODA (no lo duden, para hablar de Avatar hay que ubicarla mas cercana al mundo de la publicidad y de “alta costura”, que del cine) como la de Cameron.
Ah, y saben cual es la mejor noticia en Donde viven los monstruos? Que no hará falta usar anteojitos para verla!!! Y menos Antifaz!
Mi cuestionamiento al 3D tiene varias aristas: lo dejo para una nota dedicada a ello. Ahora solo puedo decir que la innovación del 3D no tiene nada que ver con la del sonido. Y aun así fuera, comparar “Avatar” con “El cantor de jazz” es otra exageración (he oído peores…): esto es la prehistoria del 3D… Y cuando se desarrolle del todo ya no se será cine, sino otra cosa. (No se trata de subestimar los cambios, sino más bien de sobreestimarlos: no todo cambio es necesariamente bueno.)
El cambio del sonido no fue ‘necesariamente bueno’: el cine mudo estaba lejos del agotamiento. Igual entiendo a lo que vas, pero para mi es la comparacion mas adecuada.
Nicolás, me parece un muy buen texto el tuyo. No solo porque coincido totalmente con tus reparos a Avatar, sino por los argumentos.
Y aprovecho para pedirte perdón por mi comentario un poco agresivo en «la lectora», a propósito de Rohmer. Es que yo creo que lo que decís de Rosetta se puede decir también de todo el cine de Rohmer. Por eso me «enoja» un poco que no puedas apreciarlo.
Todo bien, Juan. A mí no me «enojó» el cuestionamiento (porque no solo es comprensible que tengamos diferentes visiones del cine de Rohmer -o del cine en general-, sino que es bienvenido: No hay nada peor que la uniformidad crítica -o acrítica, más bien-). Lo que me molestó fue una palabra («resentimiento»), porque creo que obtura la polémica en vez de aceptarla. Y te lo señalé porque es evidente que no es esa tu intención… Gracias por la lectura y el comentario.
ami no me interesa el camvio, ni el sonido ni todo eso
la neta yo esperaba algo mas del avatar
no me gusto la pelicula no tiene que ver nada sobre el niño avatar
no es lo que esperava.
Hace unos días me encontré con este sitio de crónicas, apuntes, intercambios. Lo celebro. Hay en Rosetta (esto lo dije en algún otro lado) una velocidad (la de las huidas, la del dolor y de la imagen) que tiene como articuladora una cámara en mano sabia que deambula, corre, como Rosetta misma. Una cámara que exhibe que en el primer mundo (¿qué significa ese concepto? habría que resivarlo) también transitan (corren) pobres, excluidos, ciudadanos sin-ciudadanía. Recuerdo una escena mínima pero eficaz (porque también del dolor físico se trata) y digo poderosa o eficaz por lo que no vemos en la ficción con recurrencia: ella se pasa el secador de pelo por la piel tersa del vientre pero con la intención de aliviar los fuertes dolores menstruales. Una imagen justa, certera. Todo es dolor o, por lo menos, casi todo. La hostilidad del mundo que habita también (o sobre todo) en el cuerpo.
Saludos muy cordiales,
Ema
aflojale al ropo emita, ja ja ja!
Gracias Emma. RK
No me gusta nada esa película de rosetta, me aburre mucho. Prefiero Avatar, solo con el lujo de ver esos efectos especiales ya me gusta, además de un gran guión. No me puedo resistir a las nuevas tecnologias.
Eso de rosetta esta mas visto que en los tebeos.