AVE FÉNIX / PHOENIX
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
LA VOZ DE LOS ESPECTROS
Ave Fénix / Phoenix, Alemania-Polonia, 2014
Dirigida por por Christian Petzold. Escrita por C. Petzold y Harun Farocki, basado en la novela Le Retour des cendres, de Hubert Monteilhet
**** Obra maestra
La última película del más conocido cineasta de la Escuela de Berlín es por lejos el mejor título de su carrera.
Cada tanto se escucha la cantilena de que tal autor u otro es el último representante del cine clásico. Pues bien, Christian Petzold no será el último clásico, pero sus últimas películas y la extraordinaria Ave Fénix en particular honran y reavivan una tradición cinematográfica olvidada. Ningún efecto especial, ninguna pirueta formal, basta con aplicarse a contar una historia sin exponer excesivamente la forma elegida, invisibilizada con elegancia, porque el cineasta clásico no deja nunca de escribir con imágenes.
Desfigurada y habiendo sobrevivido a un campo de concentración, Nelly (la gran Nina Hoss, actriz fetiche del director) regresa con su fiel amiga Lena a Berlín, o a lo que queda de esa ciudad. El objetivo es recrear su rostro (y no reconstruirlo), una distinción semántica que no es menor y que desde la apertura resulta evidente. El paso de las dos mujeres por un puesto de control militar explicita sin mostrar que la cara de Nelly ha sido despojada de su dignidad.
La cirugía estética funcionará, pero Nelly, del mismo modo que Alemania, deberá reinventarse. No es fácil. El nazismo no es todavía una desgracia histórica superada; aún determina las relaciones, es un trauma demasiado presente. En efecto, emigrar a Palestina (aún no se ha fundado el Estado de Israel), por ejemplo, representa un posible futuro, y en cierto sentido se trata de otra forma de cirugía, como aquí se sugiere.
Todos creen que Nelly ha muerto, incluido su marido, cuya situación frente al pasado acontecido no es del todo clara. Y he aquí el nudo melodramático del film: Nelly buscará a su esposo y al encontrarlo éste no la reconocerá aunque sí descubrirá cierta similitud respecto de su mujer, a la que cree muerta. Sucede que si Nelly estuviera viva recibiría una herencia suntuosa, y lo que pretenderá entonces el marido es que esta mujer desconocida aprenda los modales y la historia de su difunta esposa para cobrar juntos el dinero. La similitud con Vértigo es evidente, pero el film de Petzold no es un remedo de aquel y ni siquiera trabaja en una misma línea simbólica el deseo de revivir a un muerto; la perspectiva es acaso la opuesta.
Lógicamente, el suspenso pasará por saber si el marido se dará cuenta de la situación o si Nelly revelará quién es. La resolución del dilema será tan magistral como delicada, ostensiblemente genial y de una potencia filosófica incómoda: no es finalmente el rostro la marca de la identidad, sino ese extraño sonido que parece habitarnos y que no parece del todo nuestro, la voz. La autonomía sonora y la invisibilidad de ese rasgo acústico de la identidad, que no necesariamente se corresponde con el semblante del rostro, constituyen secreta e involuntariamente uno de los temas fascinantes del film. Es probablemente esta dimensión peculiar de la voz lo que determina la fuerza sublime de una de las versiones que se escucha de Speak Low, una canción escrita por Kurt Weil.
He aquí también una forma de revisar el Holocausto fuera de la norma de Hollywood, tópico histórico devenido en género cinematográfico. Petzold deja en fuera de campo el campo de concentración, aunque la racionalidad criminal y perversa de los nazis sobrevuela el relato, tal como se materializa en una escena ocasional que tiene lugar en la noche y entre escombros, pasaje en el que el grito de un hombre paraliza a Nelly (y también en un momento en que se oye o se ve un tren). Es otro uso de la voz, de otro orden semántico, pero lo que aquí se pone en juego es una vía conductual para significar la marca del exterminio en los cuerpos. Lo extraordinario del trabajo de Hoss estriba en su inmovilidad o en la dificultad motriz frente al espacio. La recreación del rostro es el obstáculo evidente, pero recuperar la confianza en el desplazamiento resulta un desafío mayor. No solamente Nelly empieza a habitar su propio rostro, sino que también recupera un modo de moverse a través del espacio inmediato.
¡Qué maravilla poder ver todavía una película como Ave Fénix! El filme de Petzold debería resistir en cartelera por meses para recordarnos una poética de cine evanescente, caligrafía visual en extinción. El prehistórico concepto de lo armonioso para denotar lo bello recobra vida en cada secuencia: las elipsis, las sombras y luces elegidas para visualizar una Alemania destruida y decadente después de la Segunda Guerra, la interacción de los personajes, los momentos en los que suena la música. Ave Fénix es una clase de cine. No se la pierda.
*Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La voz del interior en el mes de marzo 2015
Roger Koza / Coypleft 2015
Petzold es uno de los grandes directores del cine acual no debidamente reconocidos. En cuanto a la película, no creo que sea, y menos lejos, su mejor trabajo. Yella, Barbara y el episodio de Dreileben son por lo menos tan buenos (incluso, si me apuran, diría que mi film preferido de Petzold es Yella). Y si bien los ecos de Hitchcock son innegables en la película, creo que otra referencia innegable es la de Fassbinder (particularmente en los tramos finales).
Había más posibilidades de señalar «citas». Intento -excepto que sea necesario- no hacerlas, solamente cuando entiendo que es relevante.
Siempre me gustó mucho Gespenster, aunque no la veo hace mucho tiempo. Yo creo que AF es la mejor, y las que nombrás me gustan mucho también, pero no lo veo como vos.
Saludos.
RK
Si es por encontrar referencias, esta sería obligada… pero claro, nunca va a estar en la lista de Sight&Sound, y la culta Europa ni debe saber qué existe:
Si me vuelven a invitar en el 2022 votaré a Hugo del Carril o algún «ignoto» vernáculo o cercano. Veremos. Por lo pronto: prepáreme usted una copia con cajita de Tierra… Tengo una promesa de enviarla a Lisboa.
Me parece que más que esperar que «Más allá del olvido» salga en Criterion, habría que dejar de leer las listas que hacen mirándose el ombligo…
(Tampoco hace falta mandar cajitas con tierra: para eso esta el Vimeo o FestivalScope. El tema es que alguien quiera ver algo que no sea pura jauja…)
Seguirá en cartel una semana más en La Plata, aparentemente. Intentaré verla (no he visto films de Petzold) La que duró sólo una semana es Inherent Vice…
Hola Roger, yo pienso ver esta peli dentro de muy poco, que la he estado esperando hace mucho. Por eso quería preguntarte: ¿Se siente el espíritu de Franju y su «Les yeux sans visage» en la película, al menos en su atmósfera, o la intención es completamente distinta?, pregunto de pura curiosidad comparativa.
Saludos,
Francisco.
En general intento no hacer este tipo de referencias porque pocas veces siento que suma a la lectura de una película. Dada tu pregunta respondo: concuerdo con la mirada de Jorge sobre la relación de AF con algunos films de Fassbinder (pienso, por ejemplo, en el clima de Veronika Voss en el inicio, por ejemplo). Leí por ahí que alguien la comparaba con La piel que habito; personalmente creo que no tiene un pito que ver con el film de Almodóvar y sí, como bien sugerís con tu pregunta, con Les yeux sans visage (por obvias razones, incluyendo el tema de los nazis). Sin embargo, también podría haber citado a Terence Davies y lógicamente Douglas Sirk; el clacisismo de la puesta en escena me remite a ellos. Pero, sinceramente, me parece que ese tipo de referencias hablan más sobre el posedor de las mismas y no sé hasta qué punto resulta una distracción para pensar el film. Saludos. RK
Concuerdo perfectamente contigo Roger, a veces caigo en esos reflejos involuntarios de relacionar imágenes entre distintas obras, que al final no resulta muy productivo más allá de la coincidencia. Me pasó lo mismo cuando vi por primera vez «L’amour fou» de Rivette, cuando Bulle Ogier y Jean-Pierre Kalfon toman un hacha y empiezan a destrozar las puertas de su departamento, que me recordó inmediatamente a Jack Nicholson haciendo lo mismo en «The Shining». Nimiedades que me divierten, lo siento.
Espero tu crítica de Vicio Propio, Roger. Ahí me gustaría mencionar otra índole de «reflejos involuntarios», ahora de carácter narrativo, en los que lamentablemente cae el director, a mi parecer. Muchas gracias por tu respuesta. Saludos!
Volviendo a la película, quiero compartir dos impresiones: por un lado, destacar lo que señala Roger en relación con el manejo de las elipsis. Creo que la precisión, la justeza del film todo se apoyan en un conjunto decisiones de corte que van siempre al núcleo dramático del relato, absteniéndose de cualquier obviedad y subrayado. Y esto, para mi, supone un tipo de sensibilidad que confía en los propios medios expresivos y confía también en la sensibilidad y la inteligencia del espectador: el director no nos muestra aquello que no sólo podemos imaginar por nuestros propios medios sino que es más poderoso en nuestra imaginación que en cualquier imagen que procurara sintetizarlo. El rostro desfigurado, por ejemplo.
Por otra parte, pienso que un film como este expone de una manera singular una cualidad de toda estética que apenas se puede poner en palabras: la ficción adquiere aquí un estatus de verdad, un tipo de verdad que no podría ser dicha de otra manera.
Saludos
La vi hace un rato y , de momento, no me voy a extender en comentarios, sólo coincido con la exclamación de Roger ¡qué maravilla poder ver aún una película como Ave Fenix en el cine!
Saludos
Creo que el destinatario está muy interesado; creo que sería una conquista polítia que existiera un Criterio de Favio, Del Carril y Aristarain. Sería otro mundo.
Justamente: para que haya un Criterion de Favio y Del Carril hay que tener un criterio propoio, fundar un sello idem, y tal vez otro mundo…
Hagámosle un paquete al destinatario con todos esos muertitos que siguen bajando en ascensor. Al morto chi parla ya lo conoce.
A mi indignación y bronca por la desaparición absoluta de Vicio propio de la cartelera porteña luego de apenas una semana, habiendo salas que se definen como defensoras del cine arte, se suma la tristeza por el fallecimiento de Manoel de Oliveira. En fin.
¡Que hayan sacado Vicio propio es indignante! La muerte de MDO es irreparable. RK
Una gran película con una escena final tremenda, inolvidable.
El desenlace es delicado y magistral. Es admirable la capacidad de Petzold para recrear atmosferas y ser historicamente preciso con pocos elementos. Sin explicitar ni caer en excesos los cuerpos, las miradas y las ruinas lo dicen todo. La prepotencia militarista norteamericana de posguerra es tambien ,en mi opinión, algo que se pone en evidencia a lo largo del film.
Sin la más mínima esperanza de que se pase en los cines de Bariloche y ante semejante nota de Roger, no tuve más remedio que bajarla. No me arrepiento. Es verdaderamente una obra maestra. Como cinéfilo con el corazón más inclinado al cine clásico, no salgo de la enorme satisfacción que el visionado de este film produce. Seguramente tendré la revancha de verla en alguna sala, en algún festival, seguro de que valdrá la pena la espera.
La vi ayer, me parece genial el trabajo realizado sobre lo que nos hace reconocible para el otro, y para cada uno, marca de lo singular que hace escultura de un acontecimiento en el cuerpo.
Me encanto !!
Coincidendo con todo lo dicho, rescato la «vuelta» al guión como mapa, forma, estructura, que da base a un gran relato. Inteligente, sutil, y con los elementos que empujan la trama bien distribuidos, esto conforma el «clasisismo» al que refiere Roger. Además de una puesta depurada de yeites formales, etc.
Me parece muy sana esa valoración del guión, algo que se desdeña especialmente por estos lares. Y que el coautor haya sido Farocki, habla de su dimensión tanto como autor de una forma propia de cine ensayo como también munido de herramientas muy sólidas de narrador -otra vez- «clásico».
Hola Roger. La película me pareció muy buena y también tu crítica. Ahora hay un punto que no me termina de cerrar y es que la trama resulta inverosímil en el hecho de que no la reconozca sólo porque ha cambiado el rostro y que no la reconozca en su voz hablada, ¿no te resulta un punto débil de la trama o creés que no es importante que nos ofrezca credibilidad en ese punto?
EL: entiendo su cuestionamiento; me parece que la verosimilitud del no reconocimiento está en el límite de lo aceptable, y tengo la impresión de que Petzold y Farocki son conscientes del problema, de tal modo que incorporan la escena en donde se ve una foto del pasado y se esmeran por consiguiente en mostrar los imperceptibles cambios del rostro del personaje. Aún así, es, como usted dice, una zona de potencial debilidad. En lo personal, me resulta enteramente secundario. RK
Querido Roger,
Acabo de ver la película de Petzold y me pareció sublime. Tengo algo que me quedo en la cabeza que me gustaría compartir con vos a ver si me ayudas a dilucidarlo. En la escena final cuando ella canta, hay un plano breve en donde se muestra el rostro de los amigos que fueron a recibirla a la estación. El rostro de ellos me parece una incógnita. No pude determinar que había detrás de sus expresiones. Si era una estupefacción por tenerla cantando ahí, si quizás les parecía que ya no cantaba tan bien (la cara de una de las mujeres es medio de desagrado), o de una incomodidad porque pareciera que ellos saben que hay algo raro en todo esto (el hecho de que ella haya sido tomada prisionera y el marido no). En fin, quizás tengas algo en mente que me ayude a leer este plano. Gracias!
Estimado: Creo que la indeterminación de esa escena es justamente incitar preguntas como las tuyas que nadie puede responder con total seguridad pero sí pensar y eventualmente aun educir que esa sospecha acerca de qué se sabe o no dominó la Alemania de posguerra por muchos tiempo, como si la mentalidad de ese entonces oscilara entre el olvido, la negación, el reconocimiento y el ocultamiento. Saludos. RK