OSCAR 2015: BELLEZA MEXICANA O (EL PREDECIBLE DOGMA DE LOS ACADÉMICOS)
Por Roger Koza
Una cita pertinente y venenosa: “¿Qué es a fin de cuentas el academicismo? ¿Nada más que un estilo, un defecto, una falta? No, el academicismo es la estética del nihilismo (y el refugio de los profesionales)”. Serge Daney decía esto respecto de una adaptación de 1984, la novela de George Orwell, pero es válido también para pensar los presuntos valores artísticos de Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) y de gran parte del cine que se premia año tras año desde Los Ángeles.
Birdman es el prototipo del cine arte que Hollywood canoniza. Por un lado, la proeza técnica: el falso plano secuencia, el recorrido de la cámara por el teatro, sus pasillos y camarines y ese registro urgente que no es otra cosa que un remedo del cine de John Cassavetes que Iñárritu fagocita con una ostensible ampulosidad como estilo.
Es obvio que Emmanuel Lubezki, el director de fotografía, es un genio, pero las piruetas formalistas protegen aquí cierta vulgaridad existencialista que atraviesa este trip narcisista de principio a fin. Una reciente publicidad de una cerveza argentina parece un bonus track del filme consagrado: plano secuencia en movimiento por las interiores de un hotel una luz bastante parecida a la de Birdman y un conjunto de situaciones intensas; la lógica publicitaria acecha secretamente al filme de Iñárritu, y ahí está ese plano en ralentí en el final en el que se divisa a varios superhéroes y otros personajes, una secuencia deliberadamente publicitaria que pretende sintetizar un sentimiento. El resto pasa por saturar de signos las acciones de los personajes: citar a Barthes y a Carver, preparar minuciosamente un par de catarsis en la que despunten las miserias del alma humana y apelar, en el momento preciso, a lo fantástico para salvaguardar la insignificancia de un desenlace que solamente convalida una idea nihilista de liberación.
Que esta película llena de trucos le haya robado el máximo lugar en el podio a Boyhood: Momentos de una vida y a El Gran Hotel Budapest es una prueba de cómo el existencialismo ramplón es la regla (académica) de los pastores del buen cine. En esos dos títulos había riesgo, y uno, además, era una comedia, el eterno género estigmatizado por los académicos. Por suerte, ambas películas no se fueron con las manos vacías. El trabajo de Patricia Arquette es formidable, pues Boyhood, como sucede en todo el cine de Linklater, es una película más centrada en los hombres, en la que las mujeres gravitan alrededor de ellos (el piola de la película es el personaje de Ethan Hawke). Arquette le imprime a su rol un plus que su contexto y texto no habilita. Las cuatro estatuillas de El Gran Hotel Budapest por otra parte, eran objetivamente lógicas. ¡Hubiera sido hermoso que Ralph Fiennes hubiese estado nominado y también hubiese ganado como mejor actor! Su papel estaba por encima de los representantes del club de los desahuciados físicos y psíquicos. El premio de Julianne Moore por su lingüista en Todavía Alice es merecido; su trabajo es magnífico, más todavía cuando se luce en una película tan convencional como fallida.
Finalmente, como era de esperar, Relatos salvajes no se llevó el ansiado Óscar, y la mejor entre las cinco nominadas extranjeras, Ida, de Pawel Pawlikowski, fue la ganadora. Es muy probable que Szifrón vuelva a estar sentado en esa misma sala, quizás poniendo la firma en una película cuyos actores hablen en inglés. Su futuro es promisorio.
Lo único verdaderamente importante de la noche en materia cinematográfica fue el premio de CitizenFour, de Laura Poitras, al mejor documental. Película excepcional y políticamente relevante, más todavía en un momento en el que el espionaje es el tema del día, este retrato sobre las sociedades de control al aire libre es tan fascinante como perturbador. La bendición de un Óscar quizás convenza a un distribuidor vernáculo a estrenarla.
Este texto fue publicado en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de febrero 2015.
Roger Koza / Copyleft 2015
Que haya ganado Citizen Four y que American Sniper se haya quedado solo con un rubro tècnico demuestra que a veces la Academia pone los huevos que hacen falta. Pero es la excepción, claro. Asì que no hay que olvidar que TODAS las pelìculas nominadas son por ese motivo «académicas»: las pelìculas de Anderson o Linklater son tan conservadoras como el resto. En ese sentido, lamentarse de que no hayan ganado es tan engañoso como lamentarse de que no haya ganado «Jauja» en Cannes…
Lamento que Jauja no haya ganado en Cannes; lamento que Anderson no haya ganado más estatuillas, auqnue las dos instituciones me resultan falsas.
Con Boyhood tengo ambivalencias, pero sí respeto la trayectoria de RL.
Ratifico mis votos.
Y con esto no creo que mi mirada sea conservadora (ni tampoco académica). Creo que ninguna de esas películas son revolucionarias o desafiantes. La única de los Óscar, en ese sentido, es CiteizenFour: mancilla al status quo y perturba la perpetuación de un orden social.
RK
No se si hay injusticias en la premiación del Oscar. Particularmente creo que no había ninguna película verdaderamente buena. Si, no es lo mismo Birdman que Boyhood, pero no tanto en relación a sus valores cinematográficos, sino mas bien en las posturas. Como decís creo en otra nota, muchos jóvenes vana intentar imitar el estilo Iñárritu; muchos más que aquellos que siquiera intenten ver alguna de Linklater. Birdman tiene toda esa postura canchera de una publicidad de quilmes, y la misma banal tilinguería. Lo que realmente no veo, es una diferencia entre Oscar, Cannes, Berlín, Bafici o Mar del Plata. Cada festival tira agua para su molino. No creo que un festival piense en la excelencia cinematográfica de los ganadores (si tal vez en la programación y esas cosas), de la película ganadora, de la mejor entre todas las que compiten. El festival, como Hollywood, piensa en si mismo. Probablemente (y ojalá), me menciones alguno. Conocés bastante el panorama y quizás exista algo así. Muy buena nota.
Es que ese es el punto: las dos instituciones (ya?) no merecen respeto… por lo que pensar que pudieron ganar los «buenos» es una suerte de fantasía consolatoria que nos brinda el propio sistema, que no deja de cobijar a los Alonso y Linklater (ciertamente lejos de cualquier atisbo «revolucionario», o apenas contracultural…)
En cambio, Citeizen Four (y su premio) es un tiro para el lado de la justicia, y un aliciente a una cinesta que corre riesgos (no solo estilìsticos…).
Green Card Académica.
¡Hubiera sido hermoso que Ralph Fiennes hubiese estado nominado y tambièn hubiese ganado còmo mejor actor¡ Coincido¡
Boyhood y The Grand Budapest Hotel son muy buenas películas y (como bien señala NP) Citizenfour es directamente una película arriesgada, en el sentido literal del término, y eso no es en absoluto menor. Y sí, ojalá su victoria en los irrelevantes premios sirva para que se estrene.
Boyhood y The Grand Budapest son pelìculas ñoñas y pacatas. Pero son cool, y eso basta para que se las ponga por las nubes. En cambio Inárritu se puede ganar todos los premios (recordemos que tambièn ganó Cannes) y nunca va a tener ese respeto. Una injusticia, porque todas juegan en la misma liga… Aunque desde ya hay cosas mucho peores (ideologicamentge hablando), como American Sniper o Whiplash. Sacando a Citizen Four (porque ya sabemos que el oscar a documental importa menos que el de maquillaje…), la única pelìcula de la competencia que introduce cierto enrarecimiento era Foxcatcher (una muestra de que cierto academicismo puede ser brechtiano en un medio cooptado por pelìculas que no logran superar la adolescencia).
Estoy de acuerdo con lo de Foxcatcher. La he pensado varias veces y creo que es un film extraño en ese universo de comfort. RK
Foxcatcher está muy bien! (más en ese contexto), y no vi que ningún crìtico la llorara. Y eso que es un milagro que un material tan oscuro y anticlimático esté nominado. A su lado El Gran Hotel Budapest parece lo que es: una calcomania de Sarah Kay…
Dramática y narrativamente FOXCATCHER es impecable, pero no comparto la idea de que lo sea ideológicamente. Su final tiene gusto a moralina, por aquello de que el dinero no hace la felicidad y no hay nada como la vida en familia: casi como una película de Palito Ortega.
Alguien dijo antes que no veía mayor diferencia entre óscar, Cannes, Bafici…Pues a la pruebas me remito: una cosa es una entrega de premios que una «cosa» llamada la Academia de las…decide hacer para coronar películas, que según su cuestionable punto de vista son las mejores. Los festivales de cine al menos demuestran variar cada año; no siempre ganan anualmente cintas tan identificables o intercambiables. Por supuesto que hay criterios, pero se permiten sorpresas y propuestas bizarras. ¿Alguien dijo óscar?
Quibián: No tengo duda alguna que existe una diferencia abismal entre cualquier fiml ganador de FIDMarseille, FICValdicia, DocLisboa, Rotterdam, incluso Locarno y BAFICI, con lo que ganan en Los Ángeles. A medida que pasan los años muchas películas que están en Cannes, Berlín y Venecia son las nominadas principales del Oscar. En ese sentido, no hay distancia y la brecha es cada vez menor.
Los festivales de cine puede hacer una diferencia y pueden además darle visibilidad a películas desconocidas, «menores» y fuera de lo establecido. Sigue siendo un fenómeno verificable.
Saludos. RK
Comprendo el punto de Quibián, así como el de Roger. Es cierto que los festivales dan ese empuje, reconocimiento, distribución y visibilidad. Muchas cintas interesantes o de plano «difíciles», como las de Kiarostami, Weerasethakul, Haneke, Kaplanoglu, Serra y la lista es larga…jamás las hubiese podido ver y juzgar si no hubiesen llegado con el membrete de Cannes y compañía.
Por otra parte, también es cierto que más de una que ha pasado por Berlín, Cannes, Venecia o San Sebastián acaba siendo postulada principal del Óscar. Pero…¿Acaso esto no se ha visto desde los comienzos de los festivales de cine? De acuerdo, quizá no con la frecuencia actual, pero me parece que la coronada principal en dichos festivales no es de las que entran en esas postulaciones principales, a veces ni siquiera en el interesante apartado de «Mejor película de habla no inglesa».
Saludos.
Hace años que los oscars me dejaron de interesar, a menos que una peli que me caló estuviera en la lista, y casi siempre era en otros apartados, no en los principales. De lo poco que vi el domingo, me gustó el triunfo de Poitras por todo lo que habéis dicho aquí. Pero no deja de no sorprenderme, porque en su apartado es donde la academia de Hollywood siempre quiere verse progre y libertaria. Recordad que fue allí donde se lucieron Michael Moore, Errol Morris y Alex Gibney con esos documentales que evidenciaban las miserias de la sociedad estadounidense y sus acciones en el extranjero.
Pero si las películas, las otras, las que premian, también muestran las miserias de la sociedad. me parece que ese punto no hace a la diferencia. O American Sniper no muestra la miseria, al igual que Wiplash?
Hablo en plan verista, no ficcional. Con un certero ojo de denuncia y sin concesiones.
En el día ayer, vi en mi casa CITIZENFOUR. La película me dejó pensamientos encontrados. El documental, desde lo formal, tiene una estructura previsible. Hay mucha información técnica (quizás demasiada), para tratar de mostrar al espectador como funcionan estos sistemas de espionajes masivos, que no solo tienen a la NSA como responsable, sino que coordina estas tareas con otros servicios de inteligencia, en especial del Reino Unido. Incluso, dado el carácter urgente de las imágenes y los métodos precarios de registro, asistimos a muchos desenfoques, mala iluminación y otras problemas técnicos perfectamente comprensibles, pero que no dejan de ser molestos.
El impacto político es relativo, desde el momento que cualquier ciudadano del mundo medianamente preocupado por estos temas, está ya informado de mucho de lo que Snowden reveló y se repite en el filme. Se denuncian las consecuencias políticas para los ciudadanos del mundo entero, cosa que no es una novedad.
Quizás lo más interesante, hubiera sido profundizar en la personalidad del propio Snowden. Para mi, que solo lo conocía por fotos, poder verlo hablando, gesticulando, emocionándose, “chateando” con su pareja, me pareció lo mejor del filme. Humanizar al personaje, en suma. ¿Qué lleva a un ciudadano que tenía un empleo seguro, que probablemente tenía un buen sueldo, y una carrera promisoria, a asumir este acto heroico?. Snowden, en breves pasajes, trata de explicar algo de sus valores morales y políticos, pero sus ideas parecen demasiados ingenuas o simples en comparación con todo lo que arriesgó y arriesga. Profundizar en su personalidad rebelde, en un mundo donde parece predominar la abulia más que la indignación, es lo que el filme de Poitras podría haber profundizado y no lo hizo.
Aunque es un soplo de aire fresco que haya ganado Citizenfour en la categoría documental y que coincido en que constituye un destacable cuestionamiento a un sistema de control perverso me pregunto si esa distinción recibida de la Academia no es inevitablemente una especie de «permiso» que el propio sistema otorga para ser desafiado pero dentro de los límites convenientes. Desconfío abiertamente de ese premio aunque sea en una categoría «menor» aunque no por eso se tenga que quitarle méritos al film. Espero que tenga estreno y visibilidad.
Estimados: el «permiso que el propio sistema otorga para ser desafiado» es precisamente lo loable del liberalismo… Lo contrario son las teocracias que no permiten ninguna gracia. Así que valoremos ese rasgo redimible de la cultura norteamericana, que si bien nos da mayormente tragos amargos como American Sniper también nos ofrece purgas como Fahrenheit 9/11 o The Panamá Deception. Si, es todo parte del mismo sistema, pero tampoco es para minimizarlo como si no hiciera diferencia…
Muy acertado Prividera. Es una lástima que no siempre las «bondades» de mundo libre lo sean tanto y hasta comulguen con la represión oficial tristemente vivida en otros lugares. Como panameña no pude ver en ninguna sala de cine de mi país, en su momento, «The Panama deception». El gobierno post-invasión así lo quiso.