BIRDMAN: LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA / BIRDMAN: OR THE UNEXPECTED VIRTUE OF IGNORANCE
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
LA ERECCIÓN
Birdman: La inesperada virtud de la ignorancia / Birdman: or The Unexpected Virtue of Ignorance, Estados Unidos-Canadá/2014.
Dirigida por Alejandro González Iñárritu. Escrita por A. González Iñárritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris Jr. y Armando Bo.
* Tiene un rasgo redimible
Con algunos momentos intensos y un buen trabajo de Michael Keaton, la nueva película del ambicioso director mexicano Alejandro González Iñárritu no deja de ser un film endeble protegido por su histeria interpretativa y prodigios formales.
En todas las películas hay un instante en el que se exhibe su “inconsciente”, lo que realmente pretenden ser y no enuncian, y que en cierto sentido es el eje organizador de lo que se ve. En Birdman: La inesperada virtud de la ignorancia, la secuencia en cuestión pasa por una erección. En busca de un realismo contundente (una preocupación generalizada dentro y por fuera del film), la estrella de cine que interpreta Edward Norton tiene una escena frente a un teatro repleto de gente en la que su miembro eréctil está a punto de traspasar su calzoncillo. Todos ríen, y quizás el público de la película también. Es un chiste, y como tal es un poco más que eso.
La erección principal de este retrato de la redención o el gran regreso de un actor condenado al olvido (y en un doble sentido: Michael Keaton en sí y como personaje que interpreta) es la forma elegida de registro: el (falso) plano secuencia. Todo lo que se ve está sometido a un régimen de continuidad perpetua, es decir, no hay corte en el registro, aunque los cambios de escena que implican el paso del tiempo muestran excesivamente su aceleración. Como se sabe, el genio de Emmanuel Lubezki pudo vencer con la ayuda de un software los problemas de la discontinuidad de la luz. Se trata de planos secuencia adulterados en esta era del cine digital que los hace posibles: esencialmente caprichosos, muy distintos a los tres ejemplos digitales sin fraude de por medio como El arca rusa, Ainda Orangotangos y PVC-1. En otras palabras, el plano secuencia es la erección formal del film, aunque se trata de una elevación asistida. He aquí la invención del plano secuencia “viagra”.
¿De que trata Birdman: La inesperada virtud de la ignorancia? El superhéroe aludido en el título remite a un viejo personaje que catapultó a la fama a Riggan (Keaton). Sumido ligeramente en el olvido, en verdad Riggan quiere ser reconocido por hacer lo que ama, o más bien desmarcarse del mote de celebridad. A punto de estrenar una adaptación de su autoría de un cuento de Raymond Carver, «De qué hablamos cuando hablamos de amor», la ansiedad domina y las presiones estrangulan, en especial cuando uno de los actores se accidenta. El reemplazo será un aliciente y una esperanza. Un actor del momento tomará ese papel. La taquilla está asegurada. La película se sostiene en los ensayos y lo que sucede entre éstos, hasta llegar al día del estreno, en el que habrá una sorpresa inesperada. El desenlace, por cierto, puede incitar al debate. ¿Qué es lo que verdaderamente ha sucedido? La banalidad de la resolución y la variación del punto de vista tienen tanta importancia como las discusiones teológicas acerca del sexo de los ángeles. Resolver el enigma no sumará nada, pues el ingenio del guión está a la altura de un crucigrama.
La erección formal, cuyo registro se circunscribe a constantes movimientos ampulosos de cámara, viene un poco a distraer la atención frente al riesgo de que todo esto no sea otra cosa que teatro filmado. De ahí la necesidad de sacar a Keaton a pasearse desnudo por las calles de Broadway, en ese instante en el que Riggan queda por accidente fuera del teatro y puede llegar a perderse su entrada al último acto: un poco de aire y de espacios abiertos ayudan a conjurar el riesgo de la dramaturgia; un poco de humillación se justifica: el fin justifica los medios.
¿Los actores se lucen? Parece que sí, pues tienen sus momentos, performances en las que el actor sabe bien que se juega en un gesto la credibilidad de su método. Véase para eso el primer repaso de texto entre Norton y Keaton. No faltará quien diga que estamos frente a un duelo de colosos. El falso naturalismo del método tiene aquí su apoteosis. Por cada ademán, el alma humana se revela. Pero hay una excepción notable: el primer rodeo amoroso entre el personaje de Emma Stone y Norton; la secuencia tiene lugar en un balcón y es un instante de cierta autenticidad, pero en el mismo lugar se repetirá la cita y restará la honestidad de ese momento distinto. Y si se trata de teatro, a fin de cuentas, será un teatro de la crueldad camuflado de cine. De inicio a fin, a cada uno le llegará su merecido, incluso a la hija de Riggan (Stone), asistente del padre y exadicta.
El tema de fondo en Birdman: La inesperada virtud de la ignorancia estriba en mostrar cómo el mundo del espectáculo estimula un desequilibrio psíquico colectivo. Los actores son narcisistas (y vengativos), los críticos resentidos y el público no es más que una multitud chusma que delira con la vida de las estrellas. González Iñárritu intuye aquí que, detrás de todo esto, la psicosis acecha. Por eso Riggan levita, vuela, mueve con su mente objetos diversos y escucha la voz del pajarraco que solía interpretar. Pero sucede que para filmar la psicosis del espectáculo hay que tener una firme lectura de ella, no un esbozo crítico que culmine abrazando un nihilismo chato en el que la muerte se confunde con la liberación.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de febrero 2015
Roger Koza / Copyleft 2015
Sin duda Birdman apuesta a sostener su fragilidad argumental en el «plano secuencia adulterado», pero (amèn de que habría que discutir el concepto de «fraude», por San Welles) no deja de ser un modo de redenciòn para directores como Iñárritu o Noé, que no solo se despegan así un poco de sus habituales facilismos, sino que se desmarcan del frenético montaje serial-killer del cine de Hollywood. No es poca cosa para una pelìcula que puede ganar el Oscar…
Del mismo modo, creo que el gran «rasgo redimible» de la pelìcula es su uso de una simple batería (incluido el chiste de que se vea que es parte del «espacio diegètico», y que no sea un ensayo sufriente sa lo Whiplash), a contrapelo en un sistema que suele poner orquestas sinfónicas hasta cuando los personajes van al baño. Pero es claro que Hollywood sabe celebrar de vez en cuando esas muestras de ascetismo, asì como se complace en rescatar cada tanto del olvido a alguna de sus figuras, como también muestra Birdman. Mucho mejor que premiar pelìculas de marines, sin duda…
(Dicho lo cual, pregunto: para cuando la crìtica de American Sniper?? Se hace esperar más que Jauja 2…)
La batería de Antonio Sánchez es, en mi opinión, el único «rasgo redimible» de Birdman.
Creo que Iñarritu sólo hace esta película para poder hacer «su» plano secuencia y así equipararse a Cuarón. Es claro que no lo logra.
Bueno, no olviden que el tercero en discordia (o concordia) es Emmanuel Lubezki, que tal vez sea el responsable en ambos casos… Sea como sea, y poniéndome del otro lado del mostrador, los «prodigios formales» alcanzan para que el responsable tenga mi formal aplauso (al lado de tanta pelìcula filmada con los pies, sin el menor esfuerzo).
Lo que constato leyendo las crìticas es que ni ganando el Oscar va a lograr Inárritu ser menos odiado por muchos crìticos (argentinos, latinoamericanos, terraqueos?). Lo que me pregunto es por qué no reciben usualmente el mismo tratamiento directores màs «respetados» pero igualmente chapuceros en cuanto a su visiòn del mundo… Ni a Von Trier lo destrozan tanto, y eso que se gané el infierno hace rato. Sospecho que es porque Inárritu es mas «grasa», y eso sì que no se perdona (a menos que se trate de Armando Bo Sr).
Mirá, tiene un 77% de aprobación en Todas las Críticas, me parece que el tratamiento a Iñárritu es bueno. En mi caso me parece un farsante y sus discursos sobre diferentes temas, disciplinas y demás cuestiones son enunciadas desde una supuesta intelectualidad, que no solo no posee sino que escarbando un poco las superficies de sus películas (acá el efecto plano secuencia) esa pobreza que tiene para exponer sus tesis se derrumban con facilidad. El argumento de que se lo trata peor que a otros por ser latino es, en definitiva, menospreciar (en el caso de que te guste su cine) al propio Iñárritu, ya que parece no haber defensa desde su propio cine. Todos los que tratan de defenderlo apelan a cuestiones adyacentes al cine: «Le pegás porque es mexicano», «No entendiste la película», etc. Lo cual no hace más que reconfirmar las reflexiones que se tengan sobre él.
Està claro que no nos podemos guiar por Todas las Críticas (en general, digo: no estàn «todas», los porcentajes son dudosos, y encima sus responsables son como mìnimos poco claros al respecto…). Lo que digo es que es màs fàil pegarle a Inàrritu que a Eastwood, por mencionar algo cercano. Habrìa que ver si es en todo el mundo o solo por aquì (no olvidemos que ganó en Cannes!), pero sin duda entre nos cae peor que Del Toro o Cuarón. Y digo «nos» porque suelo detestar su cine tanto como el de Reygadas (de hecho creo que sus filosofias no estàn tan lejos…). Pero no veo «una supuesta intelectualidad» en Inàrritu, sino todo lo contrario (el discurso contra los crìticos en Birdman lo deja clarìsimo). De todos modos, tampoco es por eso que no se lo aprecia (hay muchos cineastas antiintelectuales que son sumamente respetados…). Me parece que, sencillamente, es alguien muy fàcil de odiar. Y en ese sentido (y solo en ese) creo que habrìa que juzgar a muchos otros con la misma vara. Eso es todo.
Creo que más críticas lo que harían sería demostrar que la aceptación de Iñárritu en la prensa local está por encima del 75%. No cambiarían demasiado los guarismos con respecto a las críticas levantadas por TLC. Lo de Guillermo del Toro es honesto en comparación con Iñárritu, su cine puede ser bueno, regular o malo pero al menos conoce su terreno y de lo que habla, no es así el caso del director de 21 gramos. Su carácter misántropo no le permite trabajar tonos, perspectivas ni lecturas oblicuas, todo es recto pero claro, está cubierto de celofanes formales. Me parece que Iñárritu merece estar en el panteón de pseudointelectuales con Von Trier, Reygadas y varios más.
Nicolás:
Estoy de acuerdo en que es más fácil pegarle a Iñárritu que a Eastwood, es más: diría que pegándole a Iñárritu uno puede sentirse como un chico aceptado por el grupo de amigos «listos». Comparto también tu valoración de la música, de hecho las bandas sonoras me parece que es casi lo único que suele gustarme de las películas de Iñárritu (los trbajos de Santaolalla para las anteriores me parecieron muy buenos).
Lo que no estoy de acuerdo es en «detestar» a Del Toro, Cuarón y Reygadas. Hay cosas de estos dos últimos que me gustan mucho. Y tampoco con lo que decís sobre TODAS LAS CRÍTICAS: para quienes intentamos (no sin esfuerzo) ejercer la crítica desde el «interior» o en blogs y medios independientes, este sitio es una gran oportunidad (la única, diría) de sentarnos a la misma mesa que los críticos porteños más influyentes. Decís que no están «todas», pero ¿cuáles faltarían? Tengo entendido que las que no figuran es porque sus autores así no lo quieren. Tampoco entiendo eso de que sus responsables son «poco claros». Roger los ha invitado a su programa de TV en una oportunidad, no creo que lo hubiera hecho si no le parecieran gente confiable. Y a propósito: la crítica de Roger de AMERICAN SNIPER (publicada en La Voz del interior) ya está en Todas Las Críticas.
AS: pero no es la final ni definitiva, porque la escribí en el aeropuerto en 45 minutos. Ya respondo como corresponde este mensaje.
Algunas acotaciones:
-Si se entendió el “detesto” como extensivo a Del Toro y Cuarón, es un error (aquì mismo escribí un elogiso comenrtario sobre Gravedad).
-Las bandas sonoras de Iñàrritu no me parecen en general mucho màs sutiles que sus pelìculas, pro este caso sin duda es una bienvenida excepción, que merece ser leìda con menos sorna por parte de quiens lo odian y con más atención por parte de quienes lo premian…
-Respecto a TODAS LAS CRÍTICAS, ya tuvimos un crude acà y no voy a repetir lo que adujeron, pero es evidentemente distinto a lo que dice en su página: allì no se aclara quien sube què crìticas, además de no advertir que los porcentajes tampoco son provistos todos por los propios crìticos, etc.
Por lo demàs, en internet estamos todos sentados «en la misma mesa», queramos o no. Desde ya, hay medios o plumas màs visibles que otras, pero en vez de querer sentarse en su mesa lo que habrìa que hacer es usar la libertad que da la werb para desmarcarse y escribir otras cosas, proponer otras miradas, y escribir con más vuelo. Lo mismo que deberìan hacer los cineastas, sean de donde sean…
RK: Cuando vi que ibas a titular el texto La erección pensé que ibas a hablar de otra cosa. La película tiene una voluminosidad agresiva, es como si tuviera una voluntad 3d en sus dos dimensiones. Esos planos secuencia que terminan con planos tan cercanos me transmitían una incomodidad terrible. Me hacía pensar en un borracho en una fiesta que se te pone a hablar demasiado cerca de la cara. Es incómodo también ver como Iñárritu esta tratando todo el tiempo de vender que es un gran director.
Sobre la batería: me hacía pensar que Iñárritu quiere lograr una idea de filiación entre lo que está haciendo y el jazz, una idea de autenticidad, riesgo e imprevisibilidad. Lamentablemente le salió una película de rock sinfónico, pura pompa y parafernalia que nos quiere hacer creer que es grandiosa.
ben stiller estvuvo hace poco en una pelicula que tenía el mismo juego onirico-esquizoide del super heroe, me parece que era más interesante la pelicula de stiller.
Es así, pero ese film, menos ambicioso y a su vez con un giro final demasiado condescendiente, despliega un constante cariño por sus personajes. Y tiene una secuencia gloriosa en la aduana estadounidense. RK
Estimado Roger. Leo con sorpresa la coincidencia de muchos críticos en señalar este gran plano secuencia como «Falso». ¿Es importante el cómo fue realizado? En definitiva no es más que un recurso propio del montaje: una sucesión de tomas en la que los cortes se invisivilizan, y el espectador percibe el relato como un continuo. Lo importante es el carácter vertiginoso que adquiere el relato gracias de esa puesta en escena. Y es a partir de esa puesta (intrincada, riesgosa, compleja) que el espectador participa del vértigo que propone el guión. En mi opinión, y habiendo visto muchas de las películas premiadas o nominadas por la industria, Birdman es la única que propone una forma que va más allá de los recursos clásicos.
En la crítica de Horacio Bernades en Página 12, éste menciona:
«…Como en La soga, de Hitchcock, pero con menos encierro, la presunta falta de cortes da fluidez, continuidad y sensación de tiempo real. Pero como allí, la apuesta choca contra sus propios límites. Así lo demuestran las escenas en que, para pasar de la noche al día, la cámara se eleva al cielo, contrariando la apuesta por el tiempo real e incurriendo en un recurso cuyo primitivismo se da de patadas con la intención de sofisticación técnica.»
La nota es muy buena, porque a través de ejemplos como el mencionado, demuestra lo incorrecto del uso del plano secuencia en Birdman. Insisto en que Iñarritu lo ha hecho para no ser menos que Cuarón.
Quizá estaba propicio a gustar de esta película, quizá era el día o la lluvia de Córdoba Capital. Ignoraremos siempre cómo obra secretamente el universo para que yo sea hoy quien soy.
La película me gustó, principalmente, por el guión. También creo que el vértigo tiene un papel preponderante y consigue lo que intenta, vértigo. Algunos toques de surrealismo me resultaron innecesarios, como también algunos morbos dignos del cine palomitero. Las actuaciones en general están en un gran nivel aunque Keaton termina resultando un poco exagerado o exacervado o las dos. El final casi termina por acabar con la película. Pero decantado todo esto, creo que es una película con cierta fuerza propia y reitero, apoyándose principalmente en el guión que tiene momentos sumamente destacables que además exponen con claridad cierta complejidad que a menudo en otros cines con otras velocidades suele resultar de difícil acceso para el espectador.
Ahora bien, antes de dejar mi comentario me tomé un breve tiempo para leer a los demás comentaristas. Ya que yo soy un hombre de letras y de filosofía, en el cine un mero aficionado, me preguntaba si era tanta la necesidad del auge meta-cinematográfico. Porque me pareció, en muchos comentarios, por extensos que fueran, que se olvidaron de hablar de cine mientras discurrían sobre las secuencias robadas o copiadas de Cuarón o de cualquier otro. Se me ocurrió trazar una analogía simple con los libros. Pensé en Borges y en sus textos, en cualquiera de ellos, y pensé que un juicio sobre un texto de Borges uno podría quedarse pensando en cuanto de «Las mil y una noches» recupera el relato, en cuántas ideas de Shopenhauer retoma Borges, en cuantas de Nietzsche, en cuantas de Whitman, de Heráclito y así hasta diagramar una suerte de redes conceptuales infinitas. La historia del arte es de alguna manera la historia del plagio. Todos podemos distinguir el plagio creativo del mero plagio de un imbécil que se pretende artista. No es que quiera comparar a Borges con Iñárritu, Borges es el mejor, Iñárritu es uno más; pero me dio hasta un poco de pena que la gran mayoría de los comentarios parezcan salidos de un foro de montadores y no de críticos de cine. La película puede gustar o no y siempre habrá que enmarcarla discursivamente de alguna manera. Pero malgastar tantos renglones para esclarecer si Iñárritu quiere o no parecerse a Cuarón, si le roba los planos… me parece un poco esquivar la película que debiera estar en el centro del discurso.
NP dice (y ya me está cansando sobre el tema TLC, fue invitado a participar y no tiene interes al parecer de hacerlo): «además de no advertir que los porcentajes tampoco son provistos todos por los propios crìticos» ¿Qué se piensa que nos ponemos a inventar puntajes en base al texto de la crítica?
Nunca me llegó ninguna invitación. Pero ese no es el punto, sino que en el «quienes somos» del propio sitio no queda claro como es el sistema. Y no tendrìa porque «pensar» nada si lo aclararas ahí (en vez de cansarte de contestarme acá, si tanto te cansa). Porque ahí, abajo de tu nombre, se dice «anda dando vuelta por los medios, cargando datos y críticas». Pero evidentemente no cargas todas, solo de los medios que considerás importantes: con decir cuales y explicar mejor como se definen los porcentajes alcanza… Si todo eso quedara claro, recién ahì se dan las condiciones de transparencia para «colaborar», del mismo modo en que daría un poco màs de confianza al entrar en el sitio como simple lector. Gracias.
Nobleza obliga, acabo de ver la tardía invitación. De todos modos, insisto en que sería bueno que el sistema fuera transparente para los lectores, cosa que se soluciona con una explicación más clara en la misma pàgina.