BUEN PASTOR: UNA FUGA DE MUJERES
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
por Roger Alan Koza
LOS ESPACIOS DE LA MEMORIA
Buen pastor, una fuga de mujeres, Argentina, 2010.
Dirigida por Matías Herrera Córdoba y Lucía Torres. Escrita por M. Herrera Córdoba, L. Torres y Mariana Tello.
*** Hay que verla
Este filme cordobés debería, como no ocurrió aún con Criada de uno de sus directores, pasar la frontera provincial, pues debido a su solidez cinematográfica y su pertinencia temática, es un film que merece ser conocido.
¿Cómo filmar la memoria histórica? ¿Cómo filmarla para que no se convierta en mero recuerdo o en un museo sin visitantes? Matías Herrera Córdoba y Lucía Torres, dos jóvenes directores cordobeses, emprenden un viaje al pasado tenebroso (y al presente) de nuestro país, un poco más allá de la fecha ritual y macabra del 24 de marzo de 1976. Dos años antes, un golpe de estado provincial ya anunciaba un proyecto nacional. Del mismo modo, el Centro Clandestino de Detención D2 prefiguraba una metodología a escala nacional.
Lo que podría ser materia de un policial, la fuga de 26 mujeres, todas ellas presas políticas, en mayo de 1975, no es otra cosa, en manos de los directores, que una contienda sistemática sobre cómo conjurar el espacio histórico y arquitectónico como palimpsesto. Sucede que el lugar donde se privó ilegítimamente de la libertad es hoy un paseo de compras. No hay indicios de lo que fue, aunque algunos transeúntes, ninguno joven, todavía recuerden la penitenciaría y la “fuga de las extremistas”.
Rodada entre 2003 y 2009, la película registra los cambios arquitectónicos en compañía de algunas de las protagonistas de la fuga. En sus testimonios no se evidencia jamás resentimiento alguno, a pesar de haber sido objeto de humillaciones múltiples, entre ellas las requisas (vaginales y anales). Al caminar por los escombros y luego cafeterías o patios, ellas retoman sus experiencias: allí, uno de sus hijos corría a las palomas, por allá, funcionaba el taller de tejido, y en “el patio la Tota cantaba”.
La película posee una legítima voluntad didáctica. El material de archivo contextualiza, las entrevistas humanizan e informan, la musicalización acompaña y cada tanto el nombre de una compañera desaparecida se lee sobre un paisaje sereno. La fuga no deja de tener un carácter aventurero, pero sin duda constituye una hazaña política, y revela, además, la infinita fuerza y resistencia del supuesto sexo débil. Verlas y escucharlas es verificar la existencia real de la dignidad humana.
No es la primera vez que Herrera Córdoba se interesa por el segundo sexo. Una empleada (Mis pies) y una criada (Criada) eran los personajes centrales de sus dos películas anteriores. El joven realizador, en ambas ocasiones, centraba su análisis en la tensión de clases. En esta oportunidad, el conflicto ya no es sólo social, sino político. En algún pasaje, una de las mujeres explica que entre las 26 mujeres que lograron escapar no todas pertenecían a una misma organización armada, y ensaya, a propósito de esta distinción, una explicación ideológica. Si un grupo u otro situaba su lucha a nivel nacional o internacional (Montoneros o ERP), no tenía en ese momento mayor importancia. Lo que dice puede ser casi un lugar común, cómo lo dice es, precisamente, lo opuesto, y denota una cualidad que bien podría ser identificada como una sensibilidad femenina.
Durante toda la película, la puesta en escena integra al discurso de las protagonistas los planos generales y los planos detalle del espacio deviniendo en paseo de compras. En un pasaje se ve la entrada del correccional como se veía entonces, en la década del ’70. En un falso raccord y en tiempos disímiles, el próximo plano será el momento preciso en el que las protagonistas pasan por la misma puerta. Son dos planos que no sólo proponen, como todo el filme, un orden de continuidad espacial sino que aquí también se insinúa una cierta temporalidad flotante, un cruce permanente entre el pasado y el presente. Que no existan alusiones del pasado histórico alrededor del edificio revela en su omisión una lectura y una predilección por la discontinuidad y el olvido. Habrá otros recursos que insistirán con la yuxtaposición entre el pasado y el presente. La vista, los sonidos, de un tiempo y otro, son parecidos.
Un poco antes del legítimo homenaje a las desaparecidas del grupo y el relato de la huida colectiva, Herrera Córdoba y Torres muestran los festejos de la inauguración del paseo de compras. Es un verdadero espectáculo de luces artificiales, con un corto institucional del gobierno de Córdoba en pantalla gigante y mucha música. Es un momento clave: la política de hoy es un gran espectáculo; la política de ayer no era otra cosa que el sentido de una vida.
Esta crítica fue publica en otra versión por el diario La Voz del Interior en el mes de junio 2010
Roger Koza / Copyleft 2010
En el fragmento de la fuga la pelicula cobra un ritmo, una vibración, un palpitar, que diferencia claramente esa porción del resto del relato. Seguramente es un climax buscado por los autores (me parece que algo así dicen en la entrevista), y para mí recién allí se hace patente que no se trataba (solamente) de víctimas denunciando las abyecciones de que fueron objeto, sino de luchadoras, dispuestas a morir y también a matar. Subraya este último matiz el testimonio de Gorriarán Merlo, no solo por la carga simbólica de su mera presencia sino en particular por su propio relato: preciso, factico, concreto. Político, sí; y también militar.
Se trata de otra capa del mismo palimpsesto, no sólo arquitectónico o urbano: esa dimensión (la de la violencia política), hoy impensable, era el aire cotidiano, el día a día de enorme cantidad de personas. Hoy parece facil juzgar sus acciones (en cualquier sentido), pero la película logra devolver el caracter casi inevitable de ellas, o al menos de muchas de ellas, su sintonía con el momento, el lugar, la época. Y así muchos de esos juicios simplemente caen, por el peso de su misma incomprensión.
Pensaba, cuando al cabo de la proyección el equipo abrió una pequeña charla con el público, que diferencia inconmensurable, sideral; 200 o 300 personas hablando de política en una sala de cine, sin que nadie se este jugando su vida por el hecho de estar ahí.
Es muy cierto, la política es un espectáculo, no más una misión. Quizás tambien por eso estas 300 personas hayamos podido hablar sin que la guardia de infantería, o los grupos de tareas, nos aguardaran a la salida: porque lo que allí se dijo ya no importa mucho en términos de poder.
Fabián: muy preciso tu comentario, y muy de acuerdo estoy con él. Gracias y saludos. RK
Roger excelente tu crítica, ayer tuve la oportunidad de ver el film, nada menos que en la capilla del buen pastor
Es muy interesante la oración final de tu escrito
«la política de hoy es un gran espectáculo; la política de ayer no era otra cosa que el sentido de una vida».
La frase invita a pensar y me atrevo a glosarla
la politica (oficial y de los grandes medios) es un gran espectaculo; la política oficial de ayer (era el terror y la tortura implementada por la triple AAA y por la junta militar). Por suerte, aunque sea de un modo marginal, la política como sentido de una vida aún pervive y el testimonio de estas mujeres en lucha y de muchas otras es una esperanza y un ejemplo de ello.
Un abrazo
Un abrazo para vos, querido Spyri. RK