CANCIÓN SOBRE CANCIÓN
Una mujer canta canciones de Fito Páez, acompañada por su banda de músicos. En verdad, la mujer deconstruye las canciones de Fito. En verdad, las hace sonar un poco más, un poco distinto. Estira esas melodías y esos poemas. Los aplasta, los amasa, los susurra. La mujer es cantante y filósofa. Es de las pensadoras que saben que pensar implica ensayar desvíos, perderse en la ciudad un rato no más. Es de las cantantes que saben que las buenas canciones esconden muchas (otras) canciones. Por eso, a ella le gusta andar buscándolas.
La escena siguiente sucede en otra esfera. Parece un ambiente de entrecasa. El plano encuadra un sillón de tres cuerpos. Sentado, algo distraído o atribulado (lo hemos visto así en otras ocasiones), Horacio González mira hacia un punto fijo. Tuerce los ojos, los corre del eje que le impone la cámara. Él es (era) sociólogo, filósofo y uno de les intelectuales más inaudito e inagotable y generoso de la Argentina. Da la impresión de que está escuchando lo que ya no suena en el entorno. Aunque tal vez, la melodía de la última canción insista en rebotar entre sus orejas y sus cavilaciones.
Liliana Herrero, está sentada en el otro extremo (podría haber escrito en “la otra orilla” pero no hubiera sido cierto ni justo). Lo mira mientras sostiene una carpeta en la falda. Se pone y se saca un par de anteojos rojos que hacen juego con el saquito de lana que lleva puesto. En voz alta, le lee a él (es relevante subrayarlo), fragmentos de la canción recién (¿recién?) cantada. Se esfuerza en explicarle el sentido que ella quiso atribuirle a esa canción. “González” la escucha, ahora, con los ojos sesgados hacia el techo. Un poco despeinado.
“Me parece que Fito fue no enteramente comprendido en sus hallazgos”, dice “González”, el maestro Jedi, el Yoda rioplatense de carne y hueso. Ella se fastidia: “¡Hablame a mí “González”! No me estás mirando”. Él retruca con picaresca: “Te miro todos los días… ¡Hay una cámara ahí! La cámara perturba todo…”. Ahora suenan las risas entre ella y él, mientras Fito canta desde el fondo. Mientras tanto, en el fondo del mundo real (la sala de cine a oscuras), suenan gemidos y narices.
La conversación es todo lo ejemplar que la cámara perturbadora permite. Sin embargo, cada unx de esxs dos sabixs escucha al otrx y asiente desde su argumentada discrepancia. Es probable que entre Liliana y “González” circulen los presupuestos, las desavenencias, los pretextos. Aun así, fragmentos entrañables del discurso amoroso privado quedaron plasmados en Canción sobre canción.
Por cierto, el título de la película de Fernando Arca vela el juego de apropiaciones que, a su vez, organiza el objeto de su filme. Lo que lo vuelve un intenso y sinuoso camino de cuarenta y cinco minutos hacia la intimidad de dos eminencias discurriendo sobre poesía, música, cine y recuerdos compartidos. La primera: Fito Páez compuso “Canción sobre canción” para el álbum Del 63, editado en 1984. La segunda: Liliana Herrero grabó versiones de once temas de Fito Páez y, en 2019, editó el álbum Canción sobre canción. La tercera: Fernando Arca construyó un documental con pedazos de estas últimas grabaciones y le agregó las notas al pie de Herrero y “González” sobre esa faena.
Cuando Liliana Herrero (casi) le silabea a “González”, que está a su lado, que (ya) mira (otra vez) hacia otro lado, “El barrio está igual que ayer / voltearon la casa de al lado” es inevitable sentir el frío, la ausencia…
Con esas herramientas Canción sobre canción puede lo que (solo) puede el cine. Enaltecer un documento, sembrarlo de microficciones, dejar que el tiempo gire. Mientras tanto, dar media vuelta y ver qué pasa allá afuera.
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Canción sobre canción, Argentina, 2023.
Escrita y dirigida por Fernando Arca.
María Iribarren / Copyleft 2023
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