CANNES 2016 (11): 340 PALABRAS SOBRE LA PELÍCULA DEL FESTIVAL
El propio Verhoeven se había encargado de decir que Elle era la mejor película de su carrera. Los escépticos y muchos creyentes en un dogma extendido en distintas geografías, según el cual el buen cine es siempre serio y no admite un costado lúdico, no esperaban absolutamente nada del director de Showgirls. Pero la película, protagonizada por Isabelle Huppert, resultó ser una obra maestra que puede remitir al cine de Alfred Hitchcock y Claude Chabrol, aunque tiene una dimensión humorística e insumisa que va más allá del escepticismo del primero y la ironía del segundo. La libertad de Verhoeven es enteramente suya: ¿a quién se le ocurre hacer una comedia inclasificable como Elle, que en cierta forma es una comedia sobre la perversión y el poder en los vínculos familiares y amorosos? Que un cineasta pueda filmar con ligereza la muerte, el abuso sexual, el adulterio, sin apelar a la moral y a la corrección política, es notable; más todavía cuando la forma con la que trata a todos sus personajes es, sin excepción, democráticamente amorosa. El personaje de Huppert dirige una empresa de videojuegos, vive sola y tiene un hijo que está a punto de casarse. La película arranca con una violación y no mucho después se sabrá que el padre de la protagonista está preso desde hace décadas por un sinfín de abusos de menores. Ella suele tener sexo ocasional con el esposo de una de sus socias, que también es su amiga, y mantiene buenas relaciones con otros viejos amores y muchos de los empleados de su compañía. La relación con uno de sus vecinos es lo más particular e impredecible de la película, un vínculo tan raro como perversamente glorioso. La descripción literal invita a conjeturar una realidad sórdida, pero de estos elementos Verhoeven saca una comedia luminosa cuyo fondo secreto es la superación anímica, por parte del personaje de Huppert, de haber tenido a un monstruo como padre. La película culmina con un acto tímidamente conmovedor: se puede perdonar, incluso amar, a un perverso, dice Verhoeven.
Roger Koza / Copyleft 2016
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