CANNES 2024 (03): CINEASTA DE ESTE MUNDO
Hernán Rosselli ha hecho una película extraordinaria. Se titula Algo viejo, algo nuevo, algo prestado. Es lógico que esté en la mejor sección paralela de Cannes, aquella que se instituyó como protesta en 1969 cuando muchos cineastas de la época sintieron que el festival se había tornado demasiado conservador. Eran tiempos de revueltas.
Si bien la política estética de todo el evento nunca ha dejado de ser la mítica “política de los autores”, existen formas diversas de ejercitarla. Paolo Sorrentino no es Marco Belllocchio, como tampoco Giórgos Lánthimos es Radu Jude; esa disputa sobre el autor tenía otras connotaciones 55 años atrás, y la creación de la Quincena de los Realizadores (hoy de los Cineastas) permitió descubrimientos de autores de aquel entonces o la vindicación definitiva de otros. Basta ver los nombres del tráiler de la sección. Están los mejores: Herzog, Bresson, Costa, Hou, Rivette, Imamura. En los próximos años, se sumará el nombre del director argentino.
Lo que sucede en Algo viejo, algo nuevo, algo prestado es de una inteligencia cinematográfica poco frecuente. El cineasta emplea material filmado por la familia que protagoniza la película. Se trata de los Felpeto, oriundos de Lomas de Zamora, vecinos del cineasta en la infancia. Hugo, el padre, solía filmar la vida cotidiana con asidua regularidad. Rosselli toma prestado ese material que es viejo y hace algo completamente nuevo. En otros términos, el registro doméstico es investido por la voluntad de ficción del cineasta (empleando a menudo la voz en off de la hija de Hugo) y, sobre una realidad doméstica que no tuvo nunca que ver con la quiniela clandestina, erige un relato en el que hay un duelo, una herencia, delitos minúsculos, corrupción microscópica, controles policiales. Que varios de los Felpeto se interpreten a sí mismos, pero unas décadas más tarde, resignifica los archivos. La fuerza de la ficción proviene de la verdad, pero todo lo que se cuenta es una quimera.
El tema de Rosselli es de los más difíciles de filmar. ¿Cómo modulan las condiciones materiales de un sistema la vida de cualquier persona? Por esa razón pareciera que su tema predilecto es el dinero, superstición eficiente si las hay y desmontada como tal por su condición de falsedad en su ópera prima Mauro, una historia de pasadores de billetes falsos. En Algo viejo, algo nuevo, algo prestado el dinero vuelve a estar en escena, pero ya no solo se apilan los billetes en mesas o pasan por máquinas de contar para obtener un número exacto en los fajos que se guardan de las ganancias del juego. El dinero hasta puede ser casi la piel de un personaje. Que ocupe la escena es inevitable, pero lo que importa acá es la procedencia del dinero. En este sentido, lo decisivo es el origen del dinero. Lo que se devela sin enunciarlo por vía directa es que la apuesta es la versión proletaria del mundo financiero. Lo que importa es cómo el sistema produce versiones degradadas de sus propias fisuras e inconsistencias.
Roger Koza / Copyleft 2024
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