CINE MIGRANTE 2018: ADIRLEY QUEIRÓS
El gran Manny Farber vio que el espacio era la entidad cinematográfica por antonomasia. En el cine de Adirley Queirós, el director brasileño más importante de su generación, el espacio define la posición del cineasta y el concepto estructural de puesta en escena, pues es la periferia el principio poético y político principal que atraviesa y ordena toda su obra. Que sus películas transcurran en Ceilândia es más que una circunstancia de pertenencia. En ese territorio añadido a la capital, que nació en paralelo a la invención delirante de una ciudad ideal, se puede leer la historia de Brasil y ver lo que el discurso oficial margina u omite. El cine de Queirós puede ser entendido como una lúdica contrahistoria.
En Queirós, el territorio (el cuerpo) es documento y los acontecimientos en él son una incitación a la ficción, cuya genealogía imaginaria remite a la propia invención de una ciudad que solamente puede haber sido concebida como un desborde de lo real; eso explica la yuxtaposición de elementos documentales y de ficción. Es por esto que aquello que se intuía en Branco Sai, Preto Fica se cumple enteramente en Era uma Vez Brasilia: la realidad brasileña actual solamente puede ser deconstruida como relato de ciencia ficción.
*Este texto fue comisionado por Fidocs en el año 2017.
Roger Koza / Copyleft 2018
Dos películas de Queirós.
Branco sai, preto fica. (leer aquí)
Érase una vez Brasilia (leer aquí)
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